Comercio internacional con inteligencia artificial
El equilibrio entre regulación de la privacidad e innovación es imprescindible para respetar los derechos humanos
En marzo asistí a un seminario con economistas y expertos en política comercial sobre comercio e inteligencia artificial (IA). Para anunciarlo, uno de sus organizadores colgó en LinkedIn la respuesta que ChatGPT le había proporcionado a la siguiente pregunta: ¿podría darme cinco razones de por qué los especialistas en política comercial deberían estar interesados en inteligencia artificial?
La respuesta, larga y acertada, p...
En marzo asistí a un seminario con economistas y expertos en política comercial sobre comercio e inteligencia artificial (IA). Para anunciarlo, uno de sus organizadores colgó en LinkedIn la respuesta que ChatGPT le había proporcionado a la siguiente pregunta: ¿podría darme cinco razones de por qué los especialistas en política comercial deberían estar interesados en inteligencia artificial?
La respuesta, larga y acertada, puede buscarla el lector. Como resumen diré que la IA permite automatizar los procesos comerciales, contribuye a optimizar el análisis de datos y la toma de decisiones, sirve para crear simulaciones de política comercial y para potenciar la eficiencia y la productividad de las firmas exportadoras. Dicho esto, sería impensable que las empresas no deseen usar la IA para internacionalizar su actividad productiva. Un algoritmo de inteligencia artificial que se actualiza en tiempo real y que se alimenta de datos parece ideal para el mundo del comercio internacional, pero plantea retos importantes. En este sentido, cabe preguntarnos cuáles serán las consecuencias globales en términos de bienestar de incorporar la IA al comercio internacional. La respuesta es compleja y para ello son necesarios análisis teóricos que una vez planteados puedan ser validados con datos del mundo real.
Volviendo al seminario. El primer ponente fue un reconocido economista canadiense experto en comercio internacional. El profesor Daniel Trefler presentó su trabajo sobre IA, comercio y destrucción creativa basado en el uso global de aplicaciones móviles (apps). Combinando datos de descargas internacionales de apps a lo largo del tiempo con datos de patentes de IA propiedad de las empresas matrices de cada app, encontró que el despliegue de IA multiplica por seis las descargas, duplica el número de variedades de aplicaciones exportadas y, además, aumenta la destrucción creativa —entrada y salida de apps—. Asimismo, estimó que para 2020 el efecto neto sobre el bienestar supuso una mejora de entre el 2% y el 10%, dependiendo del grado de sustitución entre apps. Este resultado se refiere al comercio de servicios; en el caso del comercio de mercancías, la IA afectará a los costes de comercio de forma muy compleja. Un trabajo académico en este ámbito, liderado por Erik Brynjolfsson, de Stanford, indica que la introducción por parte de eBay de un sistema de traducción automatizada con IA aumentó sus exportaciones en un 10%.
El segundo ponente, Javier López-González, de la OCDE, habló desde la perspectiva de los actores de política comercial y se centró en explorar las interconexiones entre las tecnologías basadas en la IA y el comercio internacional. Destacó las consideraciones a tener en cuenta por los actores de política económica si quieren explotar con éxito todas las posibilidades que brinda la IA. Esta última tiene el potencial de cambiar diferentes aspectos del comercio y los modelos empresariales internacionales, mientras que el comercio puede ser un mecanismo importante a través del cual los países acceden a los insumos necesarios para construir sistemas de IA. Además, es a través del comercio como se pueden desplegar soluciones de IA a nivel mundial. Para ello, la OCDE ha creado un observatorio para medir los avances en IA y aboga por un llamamiento a reducir los aranceles que graban los bienes relacionados con IA, sobre todo en los países en desarrollo, que es donde la protección es más elevada. También aboga por facilitar el acceso a dichos bienes a través de las políticas comerciales.
Entre los retos de futuro sobresalen los temas legales de privacidad que pueden crear costes adicionales y la competencia entre Estados, que puede generar una carrera regulatoria a la baja. Para que los productos basados en IA en un país no violen las normas de otros será necesaria que la armonización internacional regulatoria esté basada en principios de transparencia, democracia y responsabilidad. Tanto la OMC como los acuerdos comerciales deben desempeñar su papel en el fomento de la cooperación sobre normas mínimas de privacidad. Resumiendo, en menos de una generación la IA podría transformar el comercio internacional de bienes y servicios. Un equilibrio entre regulación de la privacidad e innovación será imprescindible para que la reconfiguración de los patrones de comercio sea acorde con los objetivos de desarrollo sostenible y se produzca en un marco de respeto a los derechos humanos y de no discriminación. Por ello, comprender cómo las políticas reguladoras e industriales transfronterizas afectarán a la ventaja comparativa de los bienes intensivos en IA es esencial.
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