Inflación, inflación
El mercado sigue descontando subidas de tipos a finales de 2022, demasiado pronto y en clara desconexión con la visión del BCE
“Inflación, inflación”. Con estas palabras comenzó Christine Lagarde la ronda de preguntas en la rueda de prensa celebrada el pasado jueves tras la reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), dando a entender que fue el principal tema de discusión. Era previsible que la evolución de los precios dominara el debate, por su relevancia en el contexto actual y porque la autoridad monetaria ya había anunciado que las decisiones importantes se toma...
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“Inflación, inflación”. Con estas palabras comenzó Christine Lagarde la ronda de preguntas en la rueda de prensa celebrada el pasado jueves tras la reunión de política monetaria del Banco Central Europeo (BCE), dando a entender que fue el principal tema de discusión. Era previsible que la evolución de los precios dominara el debate, por su relevancia en el contexto actual y porque la autoridad monetaria ya había anunciado que las decisiones importantes se tomarían en diciembre. La prolongación de los problemas de suministros, unidos al alza del precio de la energía y a los efectos base han elevado la inflación en la zona euro al 4,1% (2,1% la inflación subyacente), con el riesgo de que, siendo temporales, puedan retroalimentar las expectativas de los agentes y los salarios.
La presión viene también de otros bancos centrales que, con mayores tasas de inflación, están muy cerca de retirar estímulos. La Reserva Federal de Estados Unidos lo hará este mes, el Banco de Canadá ha dado el paso esta misma semana, y el Banco de Inglaterra parece estar cerca de subir los tipos de interés. El BCE mantuvo su postura, ya que, aun reconociendo que los cuellos de botella pueden estar presentes en los procesos productivos más tiempo de lo previsto, los choques sobre la inflación son temporales en su misma naturaleza y espera que vayan desapareciendo a lo largo de 2022. Un diagnóstico razonable, considerando además que los estímulos fiscales en Europa han sido menos cuantiosos que en Estados Unidos. Y el BCE, como otros bancos centrales, se ha ganado una sólida reputación asegurando el anclaje de las expectativas de inflación, algo que será muy difícil que pierda.
Dicho esto, habrá que mantener la cautela, puesto que estamos ante un entorno nuevo y muy complejo, sin casi precedentes de cuellos de botella a escala global y marcado por cambios estructurales por la pandemia que son todavía difíciles de identificar.
En todo caso, el mercado sigue descontando subidas de tipos a finales de 2022, demasiado pronto en nuestra opinión y en clara desconexión con la visión del BCE que Lagarde intentó trasladar. Es posible que el mercado sea mucho más pesimista sobre la inflación, o que piense que la comunicación del BCE acerca de las subidas de tipos (forward guidance) no es creíble o la considere muy extrema. Si fuera así, el BCE tendría un problema.
Diciembre será clave, no solo porque llegarán decisiones sobre los programas de compra de activos —el de emergencia acabará en marzo— y las líneas de liquidez, sino porque se actualizarán las previsiones de inflación. Allí tendrán una nueva oportunidad para reconducir las expectativas.
Soledad Castillo y Miguel Jiménez González-Anleo, de BBVA Research