Dos días para resolver un reto de la NASA: así es el ‘hackaton’ global para encontrar el mejor talento
Cada año, la NASA patrocina una competición intensiva que reúne en ciudades de todo el mundo a jóvenes dispuestos a usar su ingenio frente a un desafío global lanzado por la agencia
De la exploración y tecnología espacial o la aeronáutica a la robótica, la programación de código abierto, la sostenibilidad medioambiental, las ciencias terrestres o el cambio climático: cada año, miles de jóvenes se reúnen en cientos de eventos locales y durante el escaso margen de un fin de semana para tratar de dar respuesta a los múltiples desafíos planteados por la agencia espacial estadounidense y otras 13 agencias colaboradoras repartidas por todo el mundo (incluida la ESA).
El que hoy es ya el mayor hackaton (o encuentro de programadores) a nivel mundial tuvo su origen en la iniciativa de gobierno abierto impulsada por Barack Obama en 2011, dentro de un acuerdo entre 55 países para promover la transparencia, la participación y la colaboración entre los Gobiernos y sus ciudadanos. Así, el NASA Space Apps promueve el interés por la ciencia, la tecnología y la exploración de la Tierra y el espacio, además de fomentar el crecimiento y la diversidad de la próxima generación de solucionadores de problemas, innovadores, líderes y emprendedores.
Si en la primera edición, celebrada en 2012, fueron apenas 2.000 personas las que, repartidas en 25 eventos celebrados en 17 países, abordaron 67 retos diferentes, la de 2023 atrajo a 58.000 participantes que, en 402 eventos celebrados en 152 países, intentaron dar respuesta a una treintena de retos de la vida real. Para entender cómo funciona y qué implica realmente el NASA International Space Apps Challenge conversamos con Óscar Sala, CEO de NASA Space Apps Spain, un día después de que se abra oficialmente el registro para la edición de 2024.
Pregunta. ¿En qué consiste este hackaton y qué se pretende conseguir cada año?
Respuesta. Es un instrumento de innovación útil, es una manera de aglutinar ideas conjuntamente. Es una herramienta de innovación de diferentes perfiles. El objetivo de un hackathon no es tanto el identificar ideas que se puedan aplicar a la realidad (porque, como te puedes imaginar, en un fin de semana, y aunque sean ideas que tienen mucho sentido, se tienen que hornear un poquito más), sino encontrar talento capaz de ofrecer ángulos diferentes alrededor de un reto. Es una herramienta muy utilizada por las corporaciones para atraer talento de mucha calidad.
Desde el principio, la NASA pretendió que fuera una iniciativa colaborativa mundial de innovación mediante desafíos que, en los primeros años, eran muy aeroespaciales, pero que poco a poco se abrieron a otros retos propios de la sociedad actual, como la alimentación o el reciclaje.
P. ¿Cómo se organiza cada edición?
R. Siempre funciona igual: empieza el primer viernes de octubre, por la tarde, y durante todo el sábado y el domingo hasta el mediodía los equipos, guiados por mentores, preparan su propuesta para esos retos que proponen la NASA y el resto de las corporaciones y agencias espaciales. Las dos mejores de cada ciudad son entonces seleccionadas para acudir a una especie de cuartos de final.
Ahí ya coge el testigo la NASA y todo su equipo gestor, y los 10 mejores proyectos son invitados a Cabo Cañaveral, donde presentan su idea al equipo de la NASA, e incluso alguna vez han podido asistir a algún lanzamiento. En España nosotros trajimos la iniciativa a seis ciudades: Barcelona, Madrid, Sevilla, Bilbao, León y Málaga, y enviamos más de 100 proyectos a la siguiente ronda. De esos 100, uno quedó entre los 40 mejores del mundo, lo que ya denota el potencial de innovación español para resolver retos globales, y otros cinco recibieron menciones especiales. España es el territorio en toda Europa que contribuyó con más ideas en la pasada edición, e incluso en 2018 una idea resultó ganadora en todo el mundo en su categoría.
P. Y eso que se habla siempre de la falta de vocaciones STEM (científicas y tecnológicas).
R. Sin duda, y además eso se contagia, porque la innovación inspira, visualiza y transforma. La oportunidad que tenemos alrededor de este hackaton internacional es visibilizar talento y, sobre todo, vocaciones que, si las acompañamos, acabarán transformando nuestra economía y resolviendo el problema del paro de algunas edades concretas.
Aunque parezca un hackaton aeroespacial, se trata de perfiles 100% digitales. Hablamos de soluciones de software, de gaming y de apps, no hablamos de lanzamiento de cohetes. Más del 50% de los participantes tienen entre 18 y 25 años, y si lo ampliamos hasta los 34 años, incluye al 85% de los participantes. Además, el 40% de participantes son mujeres, a diferencia de lo que sucede con el emprendedor europeo, donde la tasa femenina se sitúa alrededor del 8%.
Si pudiéramos hacer un reskilling y ayudar a la población a formase en competencias digitales, ayudaríamos a que esa gente que no acaba de tener un empleo lo encontrara. El talento TIC es una necesidad cada vez más creciente de nuestras empresas y España es uno de los países exportadores de ese tipo de talento y, sobre todo, importador de una gran industria internacional y mundial, que ubica en nuestro país sus laboratorios de innovación y factorías de software.
P. Sin embargo, no todos los que participan en el hackaton tienen un perfil tecnológico, ¿verdad?
R. Si analizamos a los participantes vemos que, como te decía, el 40 % son mujeres, lo cual es fantástico, porque no tenemos una diferencia de género en el ámbito digital y no hay nada mejor que un equipo balanceado en género. Y luego, un 70% de quienes acuden a estos hackatones tienen perfiles tecnológicos: ingenieros de datos, programadores, matemáticos, físicos y diseñadores gráficos, por ejemplo. Pero estamos viendo cada vez atraen más a otro tipo de perfiles: gente de escuelas de negocio, abogados, psicólogos... Ese equilibrio de equipos mixtos hace que las soluciones que salen del horno ya están considerando, desde el principio, todos los aspectos claves para que genere un impacto más personal y humanista en la comunidad.
Estamos en un momento apasionante de la tecnología que permite desarrollar tecnología que antes era imposible, y la IA es un ejemplo de ello. Nuestra vida es digital, tenemos múltiples datos para ayudar a que nuestra industria sea mucho más competitiva y dar mejores servicios al ciudadano, pero necesitamos que alguien que ponga un sentido humanista a la tecnología.
P. ¿Reciben algún apoyo los proyectos que destacan en el NASA Space Apps Challenge?
R. Yo creo que hay dos procesos en paralelo. Por un lado, el de la competición internacional, donde al final los ganadores acaban yendo a la NASA y eso les da mucha visibilidad. Y, por otro, desde la organización de Space Apps Spain, lo que hacemos es conectarles con corporaciones que han estado cerca de nuestra organización. El año pasado recogimos alrededor de 500 currículums, conectando con esa necesidad de perfiles digitales. Y luego, dependiendo del proyecto y de la madurez que tenga, pues los conectamos con programas de incubación locales en Madrid, en Barcelona, en León, en Málaga, en Sevilla y en Bilbao. Este año, como novedad, abrimos Asturias, porque nuestra vocación es conseguir que se visibilice el potencial de innovación de cada región, creando vocaciones y empleabilidad.
Además, dependiendo del nivel de acompañamiento y los socios de cada territorio, intentamos tener un pequeño gesto, darles una pequeña ayuda de unos 2.000 euros para el ganador y algo menos para el segundo clasificado en cada ciudad, para que puedan costear algún viaje o algún gasto. Pero creemos mucho más útil el conectarlos con actores de la industria que ayudan a que ese proyecto no se quede por el camino.
P. ¿Cómo han evolucionado los retos a lo largo de los años?
R. El espacio se ha convertido en un campo de pruebas. Hay un tipo de retos más orientados a la sostenibilidad, a fomentar el reciclaje de materiales, a la alimentación o a la protección de la flora marina. Y, de cara a los próximos retos, sabemos que la salud tendrá un papel protagonista, y que ámbitos como los de la alimentación o la energía serán troncales. Hay muchas iniciativas de análisis de datos de salud fuera de la Tierra, porque el espacio da unas condiciones únicas para agilizar algunos ensayos, que en la Tierra serían más difíciles.
P. ¿De qué manera puede servir el espacio como campo de pruebas?
R. Bueno, la gente no sabe que en el espacio se han desarrollado muchos inventos que luego han llegado al día a día. Por ejemplo, cuando éramos chavales, utilizábamos el termómetro de mercurio para mirarnos la temperatura. Pues desde hace unos años vimos que también se podía hacer con termómetros de infrarrojos, y esa fue una necesidad del espacio, porque los astronautas no podían medirse la temperatura con mercurio en condiciones de ingravidez.
Del espacio surgieron también nuevos materiales [las pinturas anticorrosivas de nuestros automóviles, sin ir más lejos, derivan de las innovadoras pinturas desarrolladas originalmente para proteger las plataformas de lanzamiento de los cohetes Saturno V, utilizados por Estados Unidos en su misión de llegar a la luna], o por ejemplo, las plantillas que permiten que la gente camine y no tenga tantos problemas de ortopedia y demás. Todo esto se desarrolló en el espacio y luego se han visto una gran aplicación en el ámbito del día a día nuestro.
El año pasado, uno de los proyectos propuso una aplicación para que, a través del juego, se ayudara a educar a la gente respecto al lanzamiento de materiales de plásticos al fondo marino. Y el proyecto ganador de 2018, Pillars of Creation, se centró en aprovechar la capacidad de los teléfonos móviles de cada uno para, entre todos, hacer un mapa que nos permitiera hacer una especie de Google Maps del espacio.
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