Autoconocimiento: el mejor aliado del líder

Estar listo para enfrentarse a los desafíos constantes del liderazgo, incluso en momentos de estrés o agotamiento emocional, precisa de entrenamiento para tomar conciencia de lo que está pasando y ponerle solución

Conocerse bien y saber identificar sus debilidades resulta esencial en el líder para ser capaz de anticiparse a momentos de crisis personal que afecten a su labor en la empresa y a su misión de liderar a su equipo.iStock

El autoconocimiento es una cualidad básica del verdadero liderazgo. Lo asegura una persona que trabaja con líderes, Antonio Núñez, socio de la consultora especializada en asesoramiento a consejos de administración y equipos de alta dirección Parangon Partners y autor, entre otros títulos, de El líder ante el espejo (El País Libros, 2016). “Si no te conoces a ti mismo, ¿cómo vas a conocer a los demás?”, razona. En su labor como cazatalentos, es muy raro encontrar altos directivos que se conozcan bien y sepan identificar sus debilidades. Algo esencial para anticiparse a momentos de crisis personal que afecten a su labor en la empresa y, sobre todo, a su misión principal de liderar a su equipo.

Ludovica Chiesa, socia directora de la consultora Barna Consulting Group, señala que, para avanzar en ese autoconocimiento, “la persona debe mirar hacia su interior mediante un ejercicio de humildad y cariño para detectar sus puntos fuertes y áreas de mejora, sus luces y sus sombras, y poder trabajar sobre ellos”, indica esta experta que liderará el webinar Descubre el líder dentro de ti: potencia tu autoliderazgo y alcanza el éxito, organizado a través de HUB Empresa de Banco Sabadell.

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Descubre el líder dentro de ti: potencia tu autoliderazgo y alcanza el éxito, con Ludovica Chiesa, socia directora de Barna Consulting Group. Organizado a través de HUB Empresa de Banco Sabadell. Cuándo: 24 de octubre, a las 16.00

Núñez aconseja un ejercicio sencillo, pero a veces doloroso, para empezar a tomar conciencia: “escribir en una hoja las prioridades que marcan el mandato del líder y, al lado, el tiempo que les dedica”. Con frecuencia, van a aparecer inconsistencias, dando por sentado que algunas se van a cumplir sin apenas supervisión por su parte; en tanto que a otras les brinda demasiada atención, cuando sería deseable un poco de autonomía del equipo. “Y es muy importante ejercitar el equilibrio para evitar zozobras inesperadas”.

En este sentido, el director general de BIC Europa y experto en liderazgo David Cabero recuerda haber aprendido, en una visita a la academia militar de West Point –la más antigua de Estados Unidos (EE UU)– que los altos mandos estadounidenses consideran que el liderazgo tiene dos partes complementarias. “Una es la competencia, el conocimiento para saber lo que es correcto; que es más sencilla. Y otra es el carácter, para hacer siempre aquello que es correcto; sobre todo en los momentos en los que nadie te ve”. Ese autoliderazgo es el que permite “exigir a los demás que se comporten como lo hace uno. Y el que lleva a conocer las propias debilidades, para controlarlas, y a trabajar las fortalezas”. Predicar con el ejemplo es vital, destaca Chiesa, para lo que un buen líder ha de cultivar su inteligencia emocional, una elevada autogestión para saber liderarse a sí mismo, la práctica de la escucha activa y la empatía y, sobre todo, la coherencia entre lo que dice y lo que hace para que se genere un halo de integridad. “Se necesitan más líderes emocionales” para guiar e inspirar a sus equipos hacia unos objetivos comunes, añade.

¿Por dónde empezar a conocerse? Fijarse en las señales

¿Hay señales que pueden advertir del agotamiento o estrés en un líder? Irritabilidad y cambios de humor son los indicios que comenta María Luisa de Miguel, directora ejecutiva de la Escuela de Mentoring y autora de La Alquimia de la motivación (Pirámide, 2022). Pero hay otras menos evidentes, como la desorientación, “en el sentido de no entender lo que les está pasando con sus colaboradores o sus compañeros del comité de dirección; la frustración y, dependiendo de la personalidad, o bien una tendencia al repliegue interior, hablando la mayor parte del tiempo consigo mismo; o bien hacia lo que se denomina ‘sesgo de acción’: hacer y hacer sin pararse a pensar si es lo mejor o si está funcionando”.

Estas formas de comportarse evidencian el estrés, pero llegar a la raíz del problema solo está al alcance de quienes saben hacer las preguntas adecuadas. La labor de coaches y mentores puede ayudar a reconocer y gestionar esos momentos bajos, sugiere Antonio Peñalver, socio de People First Consulting y autor de El Líder 5.0. (Gestión 2000, 2022). “El hecho mismo de solicitar un proceso de coaching ejecutivo puede estar precisamente motivado por la circunstancia de encontrarse en esta etapa, y considerar que le puede venir bien ayuda externa”, argumenta.

A veces son los mismos líderes quienes explicitan que están en un proceso de agotamiento o estrés, guiados a través de preguntas, para que concreten lo que sienten mediante la reflexión. Otras, no llegan a ser realmente conscientes de que están en esa carretera sin salida. “Un coach puede apreciarlo mediante interrogantes que permitan a estos dirigentes indagar en sus estados de ánimo, en los hábitos asociados que puedan estar desplegando y en sus consecuencias sobre ellos, su trabajo y su relación con los demás”, remarca Peñalver.

Tomar conciencia de la dosis de estrés que se sufre

Reconocer la sobrecarga profesional es la clave, aunque no es sencillo. “En algunos casos, porque han llegado a la fase en la que ya no rinden, sienten que les falta energía y no saben a qué achacarlo, ya que el gran esfuerzo lo hicieron antes”, explica la doctora en Psicología Organizacional Beatriz Valderrama, directora de la consultoría de desarrollo de talento Alta Capacidad. “El cortisol acumulado [generado por el estrés] en la larga fase de resistencia para cumplir con sus tareas les está pasando factura ahora”.

En otros casos, al líder su labor le apasiona, por lo que le dedica con entusiasmo muchas más horas de lo que debería o esconden problemas de naturaleza personal que creen que no les afectan en su desempeño. “No notan el estrés, pero empiezan a tener problemas de salud. Y creen que lo gestionan bien porque mantienen la calma ante su equipo, aunque la procesión vaya por dentro: después te cuentan que se están divorciando, que tienen problemas con sus hijos, que se sienten desbordados...”.

Todos los expertos coinciden en que es necesario ayudar al líder a tomar conciencia de la dosis de estrés al que está sometido; de las situaciones y las propias creencias que le generan emociones negativas. De Miguel destaca que se debe activar con preguntas que incidan en lo que el líder está haciendo, los efectos que está ocasionado en sí mismo o en los demás, y cómo se está sintiendo, cómo lo está viviendo. “Son provocadoras y generativas, como ‘¿qué dice eso de ti?’ o ‘¿en qué tipo de líder te está convirtiendo?’, porque suelen originar un despertar y ocasionar una necesidad y deseo de cambio”, añade esta experta. Todo cambio comienza por esa autoconsciencia. A partir de ahí hay numerosas técnicas para reducir el estrés y mejorar la autorregulación emocional.

Observar “desde otros balcones”

No es necesario llegar a una situación límite como las mencionadas para tomar conciencia. Ese autoconocimiento, mencionado como cimiento, se debe entrenar todo el tiempo, trabajando a la vez otras facetas del liderazgo. Y aquí, de nuevo, hay coincidencia a la hora de apuntar habilidades o cualidades personales que un líder puede y debe cultivar para afrontar momentos difíciles y mantenerse en su mejor nivel cuando es necesario; pues no en vano es a quien más se exige dentro de una organización.

Así, para evitar los comportamientos disfuncionales e improductivos, De Miguel apuesta por ayudarles a mirarse hacia dentro y hacia fuera con profundidad, amplitud, perspectiva y perspicacia, para descubrir nuevas posibilidades de hacer que mejoren su rol de líderes. Para esta experta, se trata de que dejen su plaza y suban a observar y observarse desde “otros balcones”, para tomar perspectiva. “Lo que les ayuda a identificar puntos ciegos y desarrollar su consciencia externa e inteligencia contextual”.

Por un lado se trata de desarrollar qué piensan, qué les hace pensar así, cómo miran el mundo, qué sienten o cómo se sienten y qué les dice su organismo. “Porque tanto las emociones como el cuerpo parecen ser mundos olvidados en el liderazgo”, determina De Miguel. Y por otro, estar atentos al feedback que reciben de los demás, muchas veces enmascarado en pistas sutiles, como gestos o comentarios aparentemente casuales, “y ser proactivos a la hora de pedirlo”, apostilla. El diálogo directo con los colaboradores es esencial para identificar los patrones erróneos que el líder repite de manera inconsciente. Solo así puede conocerlos y comprometerse en público a modificarlos.

El no menos importante descanso

El líder lo es a todas horas, por supuesto, pero para evitar la llegada de momentos difíciles, Antonio Núñez, socio de la consultora de liderazgo Parangon Partners, pondera la importancia de sacar tiempo para uno mismo. “Bastan incluso un par de días al año para dedicarlos a pensar sobre nuestro plan estratégico vital”, señala. “Recapacitar sobre cómo estamos avanzando en todos los ámbitos de la vida, tanto profesional como familiar, social, personal... Establecer objetivos, ir evaluándolos periódicamente e introduciendo acciones concretas de mejora si son precisas”.

Aunque hasta el descanso es preciso ajustarlo a la idiosincrasia de cada líder, indica el experto en liderazgo David Cabero. “A la siempre necesaria meditación y reflexión para diseñar enfoques ante problemas venideros, yo añadiría la actividad física, el deporte”, apunta este experto. Puede ser individual, como el golf o la natación, “más relajados y en los que, en todo caso, solo se pugna con uno mismo. O en equipo, para quemar energía y competir con todas sus consecuencias”.

Cabero, exjuvenil de la división de balonmano del FC Barcelona recuerda las enseñanzas de su entonces preparador: “Si entrenas al 100%, cuando llegue un mal día, de esos en que las cosas no salen y te sientes un inútil, en realidad estarás al 75%. Y eso es más de lo que puede oponer el rival”.


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