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Telefónica se desconecta del año de oro de la Bolsa española

La operadora que dirige Marc Murtra se sitúa entre los farolillos rojos de un Ibex 35 disparado, tras la acogida hostil por los inversores del plan estratégico

El 2025 será recordado en la crónica negra bursátil de Telefónica, desconectada como nunca en su historia del excelente comportamiento de la Bolsa española, pese a ser uno de sus valores directores por capitalización y volumen de negociación. Mientras que el Ibex 35 va a firmar su mejor ejercicio en décadas, con una espectacular subida del 45% que lo ha llevado por encima de los 17.000 puntos, la operadora presidida por Marc Murtra terminará el año en números rojos, con un desplome acumulado del 12,5% (con datos del viernes, d...

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El 2025 será recordado en la crónica negra bursátil de Telefónica, desconectada como nunca en su historia del excelente comportamiento de la Bolsa española, pese a ser uno de sus valores directores por capitalización y volumen de negociación. Mientras que el Ibex 35 va a firmar su mejor ejercicio en décadas, con una espectacular subida del 45% que lo ha llevado por encima de los 17.000 puntos, la operadora presidida por Marc Murtra terminará el año en números rojos, con un desplome acumulado del 12,5% (con datos del viernes, día 26). Son casi 60 puntos de diferencia con el selectivo español, con el dudoso honor adicional de opositar a ser uno de los farolillos rojos de los 35 valores que componen el índice cuando concluya el año.

La llegada en enero de 2025 de Marc Murtra a la presidencia de la compañía de la mano del Gobierno, tras la vuelta del Estado al capital de la operadora 26 años después de su completa privatización, pareció ser el catalizador de un optimismo inicial que hoy parece lejano. El mercado premió el relevo institucional con una subida muy gradual, confiando en que la nueva gestión con el apoyo público traería la poda necesaria en la compañía para aflorar el valor que ninguno de sus dos antecesores en el cargo ―José María Álvarez-Pallete y César Alierta― fueron capaces de conseguir.

Esa moderada confianza ―siempre lejos de la explosiva revalorización del Ibex― llegó a su clímax el 20 de agosto, cuando la acción tocó los 4,893 euros, marcando máximos del año y niveles no vistos desde julio de 2022. El impulso alcista estaba aupado por unos resultados semestrales plausibles y, en particular, por la expectativa de un plan estratégico llamado a cambiarlo todo. Sin embargo, ese nivel fue un techo de cristal: desde entonces, la cotización no ha hecho más que retroceder, incapaz de recuperar la confianza del inversor.

El gran culpable de ese desmoronamiento ha sido precisamente el nuevo Plan Estratégico 2026-2030, presentado el 4 de noviembre. Aunque la compañía lo bautizó como Transform & Grow (Transformar y Crecer), el mercado lo leyó como un plan de “Repliegue y Castigo“. El tijeretazo al dividendo, con la reducción de un 50% hasta los 0,15 euros por título para 2026 y, sobre todo, una previsión de generación de caja y de crecimiento de ingresos desilusionantes provocó una huida masiva de los fondos de inversión y de los pequeños ahorradores. En una sola sesión la caída vertical fue del 13%, y desde entonces no ha logrado recuperarse.

Murtra justificó la debacle en la visión “cortoplacista” del mercado, una excusa muy similar a la que empleaban Alierta y Pallete de forma recurrente cuando la cotización de la operadora caía año a año. Pero a diferencia de sus antecesores, el directivo catalán no puede apelar esta vez a que el resto de las grandes telecos europeas ha sufrido el mismo castigo. La comparación es, sencillamente, demoledora para el accionista de la multinacional española. Mientras otras operadoras han sabido surfear la ola del optimismo tecnológico y la consolidación sectorial, Telefónica se ha hundido. El caso más sintomático ha sido el de Orange, que acumula una subida cercana al 45% en 2025 y cuyo éxito es atribuido por su consejera delegada, Christel Heydemann, al cumplimiento de su plan estratégico “Liderar el futuro”. Para más penitencia de Murtra, que se ha arrogado el protagonismo de liderar un proceso de consolidación de las telecos europeas sin llegar a concretar ninguna operación, Heydemann no se ha prodigado en declaraciones públicas pero ejecutaba en noviembre la opción para hacerse con el 100% de MasOrange, convirtiéndose en la teleco con más clientes en España, y desplazando a la propia Telefónica al segundo puesto.

No le ha ido mal tampoco a otros rivales europeos. Telecom Italia ha duplicado su valor; la británica Vodafone Group se ha revalorizado un 40%; y Zegona, propietaria de Vodafone España, ha multiplicado por tres su capitalización en 2025 y por siete en los dos últimos años (con la incuestionable complicidad de las reiteradas declaraciones de Murtra en favor de salir de compras en el mercado nacional).

Pierde el Estado

El annus horribilis de Telefónica no es solo una mala noticia para los pequeños accionistas y los fondos. También lo es para el Estado y, por ende, para el contribuyente español. La Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (Sepi) gastó 2.285 millones de euros en la compra de 567 millones de acciones para hacerse con el 10% de Telefónica a un precio medio de 4,0295 por título. Al precio del cierre del viernes (3,44 euros por título) acumula unas minusvalías de 344 millones de euros, si bien ha recaudado casi la misma cantidad por el reparto de dividendos. No deben estar muy contentos tampoco los grandes socios de la operadora como CaixaBank (9,9%), la saudí STC (9,9%) o BBVA (5%), que volverán a tener que provisionar la depreciación de su participación en Telefónica.

La comparación con otras empresas participadas por el Estado no admite discusión. Por ejemplo, el Tesoro ha ingresado más de 570 millones de euros en dividendos por su 18,1% en La Caixa y su participación se ha revalorizado en Bolsa un 100% hasta superar los 13.000 millones. Es decir, solo en 2025 acumula unas plusvalías latentes de más de 6.000 millones por este capital proveniente del rescate de Bankia. Tampoco podrá mirar a Indra, la empresa participada en un 28% por el Estado que presidió Murtra desde mayo de 2021 hasta el 18 de enero de 2025, cuando tomó las riendas de Telefónica. La empresa de defensa es la mejor del Ibex y casi ha triplicado su valor en lo que va de año.

Telefónica cierra 2025 como el gran rezagado de la bolsa española. Además, las minusvalías por la venta de filiales hispanoamericanas y el coste del ERE apuntan a pérdidas récord en un solo ejercicio para la operadora. La gestión de Marc Murtra ha optado por una medicina amarga a corto plazo con la promesa de una compañía más ágil y menos endeudada en el futuro. No obstante, el precio pagado en capitalización bursátil ha sido altísimo. Hoy Telefónica vale menos de 20.000 millones de euros, cinco veces menos que en el año 2000. El tiempo dirá si, como defiende el presidente de la mayor teleco española, “los mercados son ruidosos y no saben entender las decisiones difíciles”, o ese ruido es el aviso de una estampida de accionistas.

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