Presidente: Almaraz no se cierra, para evitar otro apagón
Aunque solo fuera por prudencia, se debería prorrogar la vida útil de nuestras centrales y mantenerlas en funcionamiento
En apenas unos días se tiene que iniciar el proceso de cierre de la central nuclear de Almaraz. El 1 de noviembre, si se cumple lo establecido en un Boletín Oficial del Estado de julio de 2020, las empresas tendrán que comenzar el ...
En apenas unos días se tiene que iniciar el proceso de cierre de la central nuclear de Almaraz. El 1 de noviembre, si se cumple lo establecido en un Boletín Oficial del Estado de julio de 2020, las empresas tendrán que comenzar el pre-desmantelamiento: presentar al Consejo de Seguridad Nuclear el proyecto de cierre, unos 300 documentos técnicos con todas las medidas que hay que acometer y sus plazos, para que la instalación cierre definitivamente en noviembre de 2027, según dicta el Plan Nacional de Energía y Clima. Y ocurrirá en medio del refuerzo técnico que, por segunda vez, está exigiendo el Operador del Sistema Eléctrico (REE) a las autoridades reguladoras para evitar fluctuaciones bruscas de tensión en la red, que han vuelto a producirse y que fueron el origen del apagón del 25 de abril.
Presidente Sánchez: ¿es prudente y sensato iniciar el cierre del parque nuclear español, en contra de lo establecido en el Informe Draghi, a contracorriente de las decisiones del resto de países del mundo, cuando la necesidad de energías limpias es mayor que nunca y en el momento en que Red Eléctrica de España apunta en sentido contrario, para evitar otro apagón? ¿Por qué esa obcecación en una medida obsoleta que pasará a la historia como la peor decisión adoptada por sus Gobiernos? Mientras el Operador del Sistema pretende, a marchas aceleradas, reforzar nuestro sistema eléctrico, ante las dudas evidentes de la situación actual, derivada de años de inactividad y errores por parte de la anterior vicepresidenta, ¿va el Gobierno que usted preside a insistir en una decisión errónea hoy, que solo va a debilitar el sistema eléctrico, poniendo en riesgo la garantía de suministro?
España ha hecho una de las más admirables y rápidas (y subvencionadas) transformaciones de su sistema eléctrico, con el objetivo de reducir emisiones de CO₂, ganar autonomía y rebajar precios. Así, hemos vivido un incremento sin igual en la rebaja del uso de combustibles fósiles, importados, que han sido desplazadas por recursos limpios como el sol y el viento. Así, es frecuente que nuestro mix eléctrico alcance más del 55% de energías renovables, que si se suman al 20% que genera otra tecnología limpia como la nuclear, defina un sector eléctrico con muy pocas emisiones de CO₂. Sin embargo, desde el apagón, los ciudadanos hemos aprendido que la política eléctrica no puede estar reñida con las leyes de la física, por mucho que sus ministros se empeñen. Y la física obliga a que el sistema eléctrico respete tres equilibrios entre: oferta y demanda; tecnologías síncronas y asíncronas; energía activa y reactiva. Si esos equilibrios no se mantienen dentro de unos parámetros controlados, tarea que corresponde a REE imponiendo sus restricciones, el sistema entra en colapso y se produce un apagón. Para garantizar que estos equilibrios se consiguen y se mantienen, la energía nuclear desempeña un papel fundamental.
Las energías solar y eólica, por sus características, no garantizan ninguno de los tres equilibrios: no son continuas (hay períodos que no cubren la demanda porque no producen y otros en que producen más que lo demandado y se pierde, por lo menos, hasta que se desarrolle el almacenamiento); son asíncronas y activas. Dicho de otra manera, un sistema eléctrico 100% solar y eólico no garantizaría el suministro, y las restricciones técnicas imprescindibles para su integración encarecen la tarifa. Por eso necesitamos otras tecnologías en el mix, que aporten lo que les falta a la solar y eólica: continuidad en el suministro, que sean síncronas y puedan capturar energía reactiva. Hoy, solo tenemos tres en España: hidráulica, gas y nuclear, siendo la hidráulica renovable, pero con una generación insuficiente para cubrir las necesidades (veremos cómo evolucionan las centrales reversibles). Por tanto, nos queda la elección entre gas y nuclear. Dado que seguiremos necesitando centrales de ciclo combinado (gas) en reserva para cubrir los huecos de producción generados por sol y viento (garantía de capacidad de suministro), desmantelar las nucleares es asumir un riesgo tan elevado como innecesario e incrementar las posibilidades de apagones, además de mayor uso del gas y, por tanto, mayores precios y emisiones de CO₂. Además, están los puestos de trabajo perdidos y el daño a las zonas afectadas por el cierre, como han señalado sindicatos, empresarios, Gobiernos autonómicos, alcaldes y sociedad civil, sin mencionar las dudas existentes sobre nuestra capacidad de respuesta ante la gran demanda derivada de inversiones en centros de datos y otros grandes consumidores.
Aunque solo fuera, pues, por prudencia, deberíamos prorrogar la vida útil de nuestras centrales y mantenerlas en funcionamiento, complementando necesariamente, nunca sustituyendo, a las renovables. Y todo empieza, presidente, por no cerrar Almaraz, lo que es una decisión del Gobierno, en diálogo con las empresas propietarias que se han visto, bajo tus mandatos, gravadas impositivamente hasta colocarlas al borde de la pérdida, porque lo ganado con la electricidad producida, a los actuales precios, no daba ni para cubrir las tasas e impuestos, incluidos los autonómicos y locales.
La vicepresidenta Aagesen respondió antes del verano a las empresas, según los medios, que no se cierra a la prórroga siempre que su coste no recaiga en los consumidores y se acometan las inversiones de seguridad requeridas por el Consejo de Seguridad Nuclear. Las empresas, según la prensa, han dirigido un escrito conjunto a la vicepresidenta solicitando formalmente una moratoria de tres años en el calendario global de cierre, propuesta demasiado conservadora en mi opinión y que llevaría a Almaraz hasta 2030. Y, a escasos días para iniciar el cierre, parece que no se ha abierto ningún diálogo para ver las condiciones de la continuidad, salvo lo anunciado por la presidenta de Extremadura sobre rebaja de su tasa autonómica. Presidente, nos quedamos sin tiempo. Y la decisión debe de ser conjunta sobre todas las centrales. Porque quedaría muy feo cerrar Almaraz y, luego, mantener las catalanas porque así lo exija Puigdemont, por ejemplo, para apoyar Presupuestos.