El BCE atribuye al “excepcional desempeño” de España la resistencia de la economía europea
Las actas del Banco Central Europeo muestran que la entidad optó por hacer una pausa en los tipos ante el temor a un repunte de los precios
La fortaleza de la economía española sigue acaparando atención fuera del país. Las actas de la reunión de septiembre del Banco Central Europeo destacan que buena parte de la resistencia que está mostrando la actividad en la zona euro se debe a un único país, España. “Si bien la economía de la zona euro se mostró más resiliente de lo previsto en el segundo trimestre, esto se debió en gran medida al ...
La fortaleza de la economía española sigue acaparando atención fuera del país. Las actas de la reunión de septiembre del Banco Central Europeo destacan que buena parte de la resistencia que está mostrando la actividad en la zona euro se debe a un único país, España. “Si bien la economía de la zona euro se mostró más resiliente de lo previsto en el segundo trimestre, esto se debió en gran medida al excepcional desempeño de la cuarta mayor economía de la zona euro”, dice el texto.
La publicación no cita expresamente el nombre de España, pero dado que Alemania, Francia e Italia son las tres economías de mayor tamaño, y luego va España, no hay lugar a la duda. El diagnóstico de Fráncfort es menos halagüeño para algunos de los socios, a los que tampoco menciona para evitar que se interprete como un señalamiento. “Otras economías no tuvieron un buen desempeño, como también se reflejó en la visible desaceleración de sus respectivos mercados laborales”.
La economía española creció a un ritmo del 3,1% interanual en el segundo trimestre, por encima de lo que se esperaba en un principio, y según la última EPA, la tasa de paro, del 10,29%, está en su nivel más bajo desde 2008. La mejora ha provocado que medios como el Financial Times se hagan eco del contraste entre los buenos datos macro de España y las cifras más mediocres de algunos de sus socios.
Junto a la alusión a España, las actas indican que la decisión del Banco Central Europeo de dejar los tipos de interés intactos por segunda vez consecutiva se tomó por unanimidad. Y aunque la posibilidad de un recorte sobrevoló la escena, finalmente los riesgos geopolíticos y la incertidumbre comercial decantaron la balanza hacia un movimiento más conservador, el de esperar y ver. “Si bien un nuevo recorte en los próximos meses protegería mejor la meta de inflación tanto en el escenario base como en el adverso, la materialización de riesgos al alza justificaría mantener el nivel actual de la tasa de política monetaria”.
Halcones vs. palomas
El acuerdo fue total, pero el choque de visiones sobre el futuro de la inflación entre palomas y halcones fue intenso. El sector más favorable a las bajadas de tipos incidió en que los riesgos se inclinan a la baja a medio plazo, utilizando, entre otros argumentos, la fortaleza del euro —que abarata las compras de energía en el exterior—, y que estiman podría continuar debido a la previsión de que la Reserva Federal rebaje varias veces el precio del dinero.
Además, señalaron que las tensiones comerciales son desinflacionistas, al sugerir que el desvío de mercancías chinas hacia la zona euro por las trabas comerciales de EE UU podría abaratar las exportaciones. Y sacaron a relucir una lista de amenazas que también podrían colocar los precios por debajo del objetivo del 2%, como un eventual aumento del paro en Europa desde los elevados niveles de empleo actuales, una caída de la demanda externa, una mayor desaceleración en EE UU, o una corrección abrupta de los mercados financieros —muchos de los cuales cotizan en máximos históricos entre advertencias de sobrevaloración—, como factores susceptibles de hacer caer la inflación.
Isabel Schnabel, miembro del comité ejecutivo del banco, fue la más tajante en esta agenda. Según las actas, durante la reunión puso el acento en que “las elevadas valoraciones de los activos en algunos segmentos del mercado aumentaban el riesgo de correcciones repentinas y abruptas de los precios si el actual sentimiento favorable al riesgo se deteriorara”.
Por el contrario, los miembros del lado halcón interpretan que los riesgos para la inflación están al alza. Recordaron que la disminución de la inflación se ha debido en buena parte a los precios de la energía y a la fortaleza del euro, ambos elementos muy volátiles que pueden cambiar de un día para otro. Y creen que las bajadas de precios que pueden acompañar ese euro a la baja gracias a unas importaciones más baratas pueden ser menores de las previstas, ya que los importadores estar “menos dispuestos” a trasladar la caída de costes a los consumidores, porque la demanda interna es muy fuerte y las empresas buscan recuperar los márgenes de beneficio perdidos.
Sostienen también que la resistencia de la economía, con la revisión al alza del crecimiento de la que informó la presidenta Christine Lagarde en la última reunión —del 0,9% al 1,2%— respalda la idea de que es improbable que los incrementos de precios se deslicen por debajo de la meta del 2%. Como tampoco ayudan los nuevos aranceles en vigor, por su potencial daño a las cadenas de suministro. “Más allá de los aranceles, las políticas migratorias y la expansión fiscal podrían agravar las presiones inflacionarias en Estados Unidos y, de materializarse estos riesgos, es improbable que la zona euro sea inmune a las repercusiones inflacionarias. La escalada geopolítica también podría recrudecer las presiones en la cadena de suministro y tender a ser inflacionaria”, añaden.
El debate incluyó constantes referencias a la política comercial de Estados Unidos, con cierto consenso en que “el riesgo de grandes perturbaciones de la oferta relacionadas con el comercio se ha vuelto menos grave”. Pero a la vez, con dudas sobre los detalles y cómo se va a implementar el acuerdo comercial entre la UE y EE UU, que el BCE considera clave para aumentar el crecimiento y enterrar unas posibles represalias de Bruselas que habrían impulsado la inflación.