El sector exterior y la falta de inversión lastran la economía europea tras el desafío arancelario de Trump
España, con un crecimiento del 0,7% en el segundo trimestre, multiplica por siete el dato de la zona euro
La guerra comercial drenó el crecimiento económico durante el segundo trimestre del año en Europa, que apenas creció un lánguido 0,1% en la zona euro y un 0,2% en el conjunto de la UE, según los datos confirmados por Eurostat este viernes. El desafío comercial lanzado por el presidente de EE UU, Donald Trump, al comienzo de su mandato lo estimuló, porque las empresas estadounidenses aceleraron compras. Pero una vez estallaron las hostilidades, las tarifas comerciales se convirtieron en un lastre. Y a esto hay que añadir entre abril y junio la inversión también restó fuerza a la actividad económica, lo que ha acabado devolviendo a Europa al estancamiento que arrastra desde que Rusia invadió Ucrania, un estancamiento del que pocos escapan, entre ellos España, que ha crecido un 0,7% en este último trimestre.
La inversión lastró más la actividad que el sector exterior: una restó cuatro décimas y el otro (el saldo entre importaciones y exportaciones) dos décimas. Esto demuestra que la incertidumbre desatada en todo el mundo por la caótica política económica puesta en marcha por el presidente, Donald Trump, y su confuso manejo de las negociaciones arancelarias han empeorado las expectativas, también en Europa. Al fin y al cabo, los empresarios invierten cuando ven que las expectativas de futuro son buenas, previsibles y sólidas. Y sobre todo esto último, la previsibilidad y la solidez, es algo que no se encuentra en los cambios bruscos de guion que emanan de la Casa Blanca desde enero.
Los datos que desglosa Eurostat, en su tercera lectura de la evolución económica del tercer trimestre, habrían sido peores si la inversión pública, los hogares y la reposición de stocks empresariales no hubieran arrastrado a la economía europea a ese terreno ligeramente positivo en el que se ha movido en la pasada primavera. El comportamiento de los stocks tiene cierta lógica tras dos trimestres consecutivos en terreno negativo, es decir, ha llegado el momento de reponer. En lo que respecta a la inversión pública toca, de nuevo, mirar a las transferencias que salen desde Bruselas al resto de capitales por el Fondo de Recuperación, que si bien no mantiene, ni por asomo, el ritmo necesario para gastarse totalmente, sí que está ayudando a mantener el gasto y la inversión de las administraciones.
Precisamente España es uno de esos países más beneficiados por el plan de recuperación. De hecho, el mes pasado recibió el mayor desembolso que hasta el momento se ha hecho a un Estado miembro, 23.100 millones. Estos recursos han sido claves para mantener la inversión pública, que es uno de los componentes que más contribuyen a que España sea el país grande que más crece de la UE.
La actividad española entre abril y junio ha crecido un 0,7%, multiplicando así por siete la cifra agregada de la zona euro. Ese mismo porcentaje es el que se ha medido en España para la creación de empleo y, de nuevo, multiplica por siete, el que suma tanto la UE como el área monetaria. La lectura se modera algo si, en lugar de medir el empleo en personas, se mide en horas: en este caso es el 0,3% español frente al 0,1%.
No obstante, todos estos números de España mejoran con mucho el comportamiento que está teniendo Alemania. La mayor economía de la zona euro ha restado más crecimiento del que se pensaba en las primeras lecturas del segundo trimestre de 2025. Si en julio se calculó un retroceso del 0,1%, ahora se ha rebajado esa estimación al 0,3%. España, Dinamarca, Polonia o Rumania compensan algo la anemia germana, pero no tienen el tamaño ni la capacidad de arrastre necesaria para desencallar la economía del resto del continente.