La economía española creció un 0,8% en el tercer trimestre por el tirón del consumo
La tasa de avance interanual se acelera una décima hasta el 3,3%. El crecimiento del PIB podría cerrar el año en un 3,1%, cuatro décimas superior al 2,7% del 2023
La economía española sigue exhibiendo unas tasas de crecimiento muy robustas, en un claro contraste con la atonía que predomina en algunos de los principales países de la eurozona como Alemania y Francia. Según la confirmación que ha publicado este lunes el INE, el producto interior bruto avanzó entre julio y septiembre un 0,8% trimestral. Acumula así cinco trimestres consecutivos expandiéndose a tasas del 0,7% o por encima. A este ritmo, los analistas prevén que la economía cierre el año creciendo un 3,1%, cuatro décimas por encima del 2,7% que se registró en 2023.
Los motores del crecimiento en este tercer trimestre han sido, por un lado, el consumo privado, que avanzó un 1,2% gracias a la mejora del empleo, la fuerte entrada de población inmigrante y la gradual recuperación del poder adquisitivo de los salarios en un contexto de moderación de los precios y de subidas relativamente importantes de los sueldos. Y por otro lado, el consumo público se expandió un 2,5%. Pese a representar solo un 20% de la actividad, el sector público supone un 60% del crecimiento registrado en la economía desde la pandemia.
La inversión, sin embargo, sigue ofreciendo señales preocupantes: retrocede en el trimestre un 1,3% a pesar de los fondos europeos y del inicio de las rebajas de tipos de interés. Respecto a finales de 2019, apenas recobra las cotas anteriores. Y el sector exterior arroja en el trimestre una pequeña contribución negativa, porque aunque las exportaciones suben un 0,4% trimestral, las importaciones crecen más: un 0,9% debido a que la recuperación del consumo privado doméstico está tirando de estas.
Por sectores, suben en el trimestre las actividades profesionales (1% trimestral); las financieras (1,1%); la administración, educación y sanidad (1,4%), y la agricultura (1,1%). Se disparan un 4,5% las actividades recreativas por los meses estivales. Pero se cae la construcción un 1,5% trimestral, a pesar de las necesidades del mercado de la vivienda en un momento en el que además el sector alega que le cuesta encontrar mano de obra.
En tasas interanuales, la actividad se acelera ligeramente hasta el 3,3%. Y ahí la rúbrica que más empuja es el consumo público, con un 5,1% de incremento en un año en el que todavía no se están aplicando las nuevas reglas fiscales europeas, que deberían limitar a partir de 2025 los crecimientos del gasto. En parte esta escalada se debe a las comunidades, que han elevado su presupuesto en personal y en sanidad y educación.
Por su parte, el consumo privado suma un 3% en tasa anual. En este apartado ha desempeñado un papel fundamental el aumento de la población inmigrante: del empleo creado en los tres primeros trimestres del año, el 85% han sido foráneos o personas con doble nacionalidad, según datos de la EPA. Y las exportaciones crecen un 4,3%, favorecidas por el impulso del turismo y los servicios empresariales, mientras que las importaciones aumentan un 3,2%.
La inversión apenas repunta un 1,6% interanual. Esta evolución de las inversiones sorprende cuando la economía está creciendo con tanto vigor y supone una señal problemática respecto a la calidad que podrá tener el crecimiento futuro. Pese a la crisis industrial imperante en el continente europeo, las manufacturas españolas se expanden un 4,4% interanual. La menor exposición a la crisis energética europea puede haber contribuido a este mejor desempeño. La agricultura se recupera, creciendo un 8,3% interanual tras haber sufrido mucho por la crisis de precios. Y las actividades inmobiliarias cogen todavía más tracción con un salto del 7,6%. Comercio, transporte y hostelería dibujan la misma trayectoria que el total de la economía: un 3,3% interanual.
“Los datos conocidos hoy confirman que el 2024 cerrará con toda probabilidad con un crecimiento del 3,1%, con un patrón en el que destaca la demanda interna, particularmente el consumo privado y público”, explica Rafael Doménech, economista del BBVA.
Mientras que el PIB está 6,6 puntos por encima de los niveles precovid, el producto per cápita solo se encuentra, casi cinco años más tarde, 3,1 puntos por encima. Esta diferencia se explica porque parte del crecimiento se ha debido a la llegada de inmigrantes. El aumento de la población ha hecho aumentar la actividad a base de poner más efectivos trabajando en lugar de mejorar la productividad. Aunque se aprecia una cierta mejora de los indicadores de productividad en los últimos trimestres, tanto por ocupado como por hora trabajada.
Si se mira el PIB por persona ocupada, este solo es tres décimas superior al de 2019 debido a que ha crecido más el número de ocupados sobre la población y estos trabajan menos horas. Si se analiza el consumo per cápita, este se sitúa todavía siete décimas por debajo de sus cotas previas a la crisis de la pandemia. Esta evolución representa una buena medida del bienestar económico y explica en parte la sensación que existe entre los ciudadanos de que la mejora de la economía personal es algo más lenta de lo que se infiere con los datos de PIB agregados. La inflación todavía se nota en el bolsillo de los hogares. No obstante, algunos estudios del Banco de España señalan que el aumento del ahorro ha tenido que ver con este comportamiento del consumo, sobre todo por las menores compras de vehículos y ropa y por una menor proporción de las rentas altas destinada al consumo.
Antonio Madera, economista jefe de Ethifinance, destaca la resiliencia de la economía española y que se esté produciendo un aumento de las compras de bienes duraderos, probablemente por los productos tecnológicos, en pleno proceso de control de la inflación y de normalización de los tipos. Esto a su vez tira también de las importaciones y lastra un poco el sector exterior. En cuanto a la inversión, Madera subraya que es negativa por la construcción, quizá afectada por el parón estival a pesar de que estos datos se desestacionalizan.
Para el año que viene, el consenso de analistas espera una leve y gradual moderación del crecimiento hacia tasas en torno al 2,5%, conforme pierda fuelle el consumo público, el turismo siga creciendo pero a tasas más moderadas, y las importaciones engorden al mejorar el consumo de las familias. Los soportes del crecimiento serán el consumo de los hogares, que seguirá mejorando con las rentas; un cierto despegue de la inversión aprovechando unos tipos más bajos, y una mayor ejecución prevista de los fondos europeos. Estos han tenido que jugar un papel bastante importante en el crecimiento de este año con una utilización de unos 15.000 millones, según estimaciones del Banco de España.