Sevilla busca fórmulas para hacer frente a la proliferación de procesiones fuera de la Semana Santa
El alcalde renuncia a su propuesta de imponer una tasa a las cofradías para sufragar las horas extra de la Policía Local, pero abre el debate de cómo asumir el gasto de seguridad que implican estos eventos
El visitante que acuda a Sevilla por estas fechas y no repare en el calendario podría pensar que, en lugar de otoño, es primavera, cuando se celebra la Semana Santa. Desde septiembre hasta el 8 de diciembre, en la ciudad están agendadas más de 50 procesiones, una salida de una cofradía cada dos días. El colofón llegará en el puente de la Inmaculada con la Magna, un cortejo organizado con motivo del...
El visitante que acuda a Sevilla por estas fechas y no repare en el calendario podría pensar que, en lugar de otoño, es primavera, cuando se celebra la Semana Santa. Desde septiembre hasta el 8 de diciembre, en la ciudad están agendadas más de 50 procesiones, una salida de una cofradía cada dos días. El colofón llegará en el puente de la Inmaculada con la Magna, un cortejo organizado con motivo del II Congreso Internacional de Hermandades y Cofradías que, además de imágenes llegadas de otros municipios de la provincia, sacará a la calle cuatro de las principales devociones de la capital andaluza: Gran Poder, Macarena, Esperanza de Triana y El Cachorro.
Se tratará de un auténtico frenesí cofrade que convocará a un millón de personas, desplazadas ex profeso para este acontecimiento. Lejos de generar satisfacción en el Ayuntamiento por el impacto económico que conlleva, está causando preocupación por el coste que implica para las arcas municipales el gasto en Policía Local para garantizar la seguridad, además de en servicios de limpieza y en refuerzo para garantizar la movilidad. El Ayuntamiento ha cifrado en 2,5 millones de euros el coste del despliegue de la Magna, del que el 50% se destinará al pago de las horas extra de la Policía Local.
La inquietud es tal que ha llevado al alcalde de Sevilla, José Luis Sanz, del PP, a verbalizar una propuesta impensable en una ciudad donde la Semana Santa y las hermandades tienen una influencia social y económica taxativa: la aplicación de una tasa a las cofradías para contribuir a sostener el gasto en horas extras y productividad que supone tener a varios patrulleros de una Policía Local escasa de efectivos escoltando a los pasos. “Es necesario que seamos conscientes de que hay que empezar a ordenar un poquito la cantidad de salidas extraordinarias que afronta esta ciudad”, reconoció el regidor en El Llamador, un programa de la radio pública andaluza referencia del mundo cofrade.
Las horas extra de un patrullero (dos agentes) cuestan 145 euros, de acuerdo con la ordenanza fiscal, y por cada patrullero adicional hay que sumar 60 euros. El mínimo que lleva un paso convencional son dos policías pero, en función del recorrido y del tipo de salida que se realice (ordinaria, con una duración moderada, o extraordinaria que suelen alargarse bastante respecto del tiempo de llegada al templo estipulado), hay que incrementar la dotación, que si incluye motos, aumenta el desembolso en 115 euros por hora.
El incremento del número de pasos y salidas organizadas por las hermandades ha desbordado a la Policía Local, con poco más de 1.000 efectivos. Ya se derraman por todo el calendario ―en 2023 fueron más de 400―, a lo que hay que sumar la proliferación de cruces de mayo y procesiones impulsadas por colegios y otros grandes eventos y citas culturales en los que se ha especializado la ciudad en las últimas décadas: conciertos, Grammy Latinos, desfiles de moda, carreras populares… Durante el verano, el cuerpo amagó con no participar del dispositivo de seguridad de la Vuelta Ciclista a España. Para evitar el motín, el consistorio tuvo que incrementar la partida dedicada al complemento de productividad que, por primera vez, ha superado los 20 millones de euros.
Plantilla policial insuficiente
“No tenemos plantilla para soportar la cantidad de eventos que se desarrollan en Sevilla”, constata Luis Val, presidente del Sindicato Profesional de Policías Municipales en Sevilla, el mayoritario. “Tenemos que hacer servicios extraordinarios, pero los compañeros ya están cansados de hacer horas extra y ahora mismo el absentismo los fines de semana es de entre 50 o 60 agentes, porque les compensa más estar con la familia que trabajando”, abunda.
Val estima que, para poder afrontar toda la actividad social, cultural y deportiva de Sevilla en los festivos, la plantilla debería pasar de los 1.100 efectivos actuales a 2.000, como mínimo. Esa escasez de recursos y el hecho de que la mayoría se concentren el centro, que es donde se organizan los eventos, hace que la periferia quede sin apenas cobertura: “Si estás detrás de un paso, o pendiente de la seguridad de un partido de fútbol y hay un coche en doble fila que te impide sacar tu coche en una de las barriadas o una avería ahora que hay tantas obras, podemos tardar una hora en llegar”.
La necesidad de encontrar soluciones al coste económico de las salidas extraordinarias está en el debate del mundo cofrade, donde en algunos círculos se reconoce cierto hartazgo ante la saturación. Las opciones de limitar la celebración de algunas comitivas o de apelar a los voluntarios de Protección Civil para escoltar las comitivas infantiles y poder prescindir de la Policía Local se intercambian en las conversaciones particulares, pero nunca hasta el pasado lunes por la noche las había verbalizado un político, y menos un alcalde. “La existencia de una tasa se podría plantear por ordenar o regular un poco, poner una especie de límite”, reflexionó Sanz, aunque adelantó que una hermandad no tendría capacidad para sufragar el coste total que supone sacar un paso a la calle.
La oposición en tromba del Consejo de Hermandades, un día después, ha obligado al alcalde a retractarse públicamente y a asegurar que no se plantea imponer a las cofradías ningún tipo de peaje por procesionar, aunque esta idea no es nueva. El propio cuerpo la ha planteado no solo para las hermandades, sino para conciertos o el fútbol. “Los promotores y los equipos deberían contribuir a sufragar el dispositivo de seguridad. En un partido se pueden desplegar 60 policías para controlar la venta ambulante, el tráfico… “, sostiene Val.
“Desde los setenta y ochenta, las hermandades han ocupado el protagonismo que antes tenían los toros y se ha convertido en el centro hegemónico de la ciudad, son un lobby”, explica César Rina, profesor de Historia de la UNED y experto en Semana Santa, que explica la inflación de procesiones y salidas extraordinarias que se vive en la ciudad como una consecuencia de la sociedad de consumo de masas.
“Además del concepto religioso, las procesiones ahora, no solo en Sevilla, sino en todo Andalucía, tienen una concepción de espectáculo urbano, es una fiesta popular que hay que alimentar y que obliga a que sea casi semanal, como pasa con los conciertos o los partidos de fútbol y, con las redes sociales, este fenómeno se ha sobredimensionado”, sostiene.
Un maná para el sector servicios
Este bum se retroalimenta, apunta Rina, con la proliferación de tiendas dedicadas al mundo cofrade, que antes solo abrían para la cuaresma y ahora surten de productos todo el año, o los programas especializados en la Semana Santa, que ya han ampliado su franja horaria a prácticamente toda la temporada. “Las procesiones y el mundo del comercio, se llevan bien. La propia Semana Santa se ha convertido en una tentativa para generar espacios entre la gente para fomentar el consumo”, señala.
“En Sevilla estamos acostumbrados a los grandes eventos que siempre tienen reflejo en el pequeño comercio”, indica Tomás González, presidente de la Confederación Provincial de Comercio, Servicios y Autónomos de Sevilla. González no puede precisar el impacto económico que genera la afluencia de público con motivo de una procesión extraordinaria, pero está seguro de que con la Magna los comercios del centro pueden hacer su agosto. “Cuando los acontecimientos tienen una gran repercusión masiva, viene gente del resto de la ciudad y del área metropolitana que dinamizan el consumo”, explica.
Para los hosteleros, una procesión al margen de la Semana Santa penaliza a los locales del centro porque obliga a quitar veladores, pero en un barrio “puede ser un día grande”, señala Alfonso Macías, el presidente del gremio en la capital. Para la Magna, sin embargo, ya vaticina que “se va a superar la capacidad de atención al público”. Ese fin de semana, además de la procesión histórica, hay una reunión de tunas de toda España y se celebra el Betis- FC Barcelona. Un maremágnum de citas multitudinarias que explica que el 99% de las plazas hoteleras ya estén reservadas desde septiembre, con habitaciones a un precio medio de entre 150-200 euros.
Otros regidores lo propusieron sin éxito
Para el historiador César Rina, no deja de ser una contradicción que sea precisamente Sanz, que basó buena parte de su campaña electoral en granjearse el apoyo del mundo cofrade, el que se haya planteado esa tasa a las procesiones. “Él quiso sacar partido de este espectáculo”, indica. Y reconoce que, si la propuesta la hubiera planteado un político de izquierdas, hubiera provocado “motines en la calle”.
También han sido del PP los alcaldes que en el pasado propusieron imponer una tasa a las hermandades por el uso del suelo público. El exregidor popular José Ignacio Zoido la puso encima de la mesa para sufragar la presencia de policías en las salidas de las hermandades de Gloria (pasos de Vírgenes que no procesionan bajo palio) en 2012, pero la oposición del Consejo de Hermandades hizo que no prosperara. En ese mismo año, la alcaldesa popular de Cádiz, Teófila Martínez, insinuó que las cofradías deberían abonar una tasa por ocupación de la vía pública, lo que generó tal revuelo que finalmente se adoptó un convenio por el que el consistorio asumía la mayor parte de sus gastos.
También en 2012, el equipo municipal popular de Málaga trató de imponer una tasa para gravar la presencia de la Policía Local en eventos y, ante las críticas, tuvo que matizar que solo era para los que tuvieran ánimo de lucro, dejando al margen los actos religiosos. Solo Córdoba instauró una tasa por ocupación de la vía pública en 2020 que se aplicaba también a las hermandades, gracias a los votos de PP, Vox y Cs. Solo funcionó un año, porque en 2021 quedaron exentas.