La burbuja turística amenaza al medio ambiente de Tenerife

La presión demográfica, los visitantes y las construcciones orientadas a atraer turismo tensan algunas zonas del municipio de Granadilla de Abona, cuya población ha crecido un 170,3% en lo que va de siglo

Playa de El Médano, en Tenerife, el día 6.Miguel Velasco Almendral

Hace 20 años, El Médano, al sur de Tenerife, era una localidad pesquera de poco más de 4.000 habitantes. “Aquí convivían residentes con un pequeño turismo amante del surf y el windsurf”, explica David Santos, concejal socialista en Granadilla de Abona, municipio del que depende El Médano. Aquel enclave ha mutado. La explosión del negocio turístico ha llenado sus calles de vi...

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Hace 20 años, El Médano, al sur de Tenerife, era una localidad pesquera de poco más de 4.000 habitantes. “Aquí convivían residentes con un pequeño turismo amante del surf y el windsurf”, explica David Santos, concejal socialista en Granadilla de Abona, municipio del que depende El Médano. Aquel enclave ha mutado. La explosión del negocio turístico ha llenado sus calles de visitantes, ha multiplicado por más de dos sus residentes hasta 9.040 y presiona el medio ambiente.

“Se ha construido por todas partes y de cualquier forma”, resume Toño Castellano, un barquero natural de El Médano, de 60 años. “Esto es una lucha continua”, se queja Iván Cerdeña, de 37 años, vecino y portavoz de la Asociación Tinerfeña de Amigos de la Naturaleza (ATAN), una de las organizaciones que convocaron las protestas del 20 de abril contra el turismo. “Sufrimos vertidos, ocupaciones de barrancos y de cuevas con restos guanches, excursiones de quads en zonas protegidas…”.

El turismo está detrás de buena parte de la riqueza y de los males de Canarias. En 2010, el archipiélago recibió 10,43 millones de visitantes, según el INE. En 2023, ya eran 16,21 millones, un 55,4% más. Genera el 35,5% del PIB autonómico. Ese mismo año, a Tenerife llegaron 6,4 millones de visitantes, un 64,2% más que en 2010. Esta industria en máximos ha sido incapaz de permear la suficiente riqueza a todas las capas: las islas presentan un desempleo estructural del 13,9%, según la EPA, y la segunda tasa de riesgo de pobreza más alta de España (26,1%).

“Vivimos en una enorme contradicción”, explica José León García Rodríguez, profesor de Geografía Humana de la Universidad de La Laguna: “Un negocio boyante y una bolsa de personas que no encuentra encaje o que no quiere encontrarlo porque es un sector que no es atractivo por los sueldos, o por los turnos de trabajo, entre otras causas”.

La llegada de personas en busca de una residencia al sol y de quienes buscan un trabajo en la hostelería ha hecho que la población en Canarias se haya incrementado un 28,3% desde el cambio de siglo. Tenerife ―y en menor medida Lanzarote y Fuerteventura― concentran la mayor parte de un crecimiento que ha sido desigual: se vacían los municipios rurales; explotan los turísticos, sobre los que recae toda la presión. Granadilla de Abona es un ejemplo de ello: en ese periodo, su población ha crecido un 170,3%, hasta los 54.942 habitantes.

Aquí, los colegios e institutos no dan abasto, explica David Santos. “Hemos tenido que sacrificar bibliotecas, laboratorios o zonas deportivas para reconvertirlas en aulas”. Tampoco hay vivienda accesible: “Comprar o alquilar es ya imposible”, resume Mariam Rodríguez Jaubert, de 54 años. Granadilla es el 14º municipio de España donde más crece el precio del alquiler desde 2015 (un 24%). “Hemos detectado”, admite Santos, “a personas con trabajo o ingresos que residen en caravanas o en contenedores”. A las afueras de El Médano, de hecho, hay un asentamiento de furgonetas y caravanas a escasos metros de la carretera.

Trabajos de alcantarillado en El Médano, el día 6. Miguel Velasco Almendral

La principal consecuencia de esta brutal presión demográfica la sufre, sin embargo, el medio ambiente. “Toda la costa está invadida. Se invaden ecosistemas, se han ocupado barrancos y cuevas con valiosos restos aborígenes como el de Hermano Pedro. Zonas de valor ecológico son ahora vertederos”, asegura Cerdeña.

El Ayuntamiento lamenta que la mayor presión sobre el territorio ponga en riesgo otros entornos como la Montaña Roja, “donde hay una serie de formaciones geológicas muy delicadas”, resume David Santos. “Sucede igual en Anaga o en el mismísimo Parque Nacional del Teide”, añade. “Montaña Roja es una reserva natural especial”, completa Cerdeña, “y se ha convertido en un parque periurbano donde pasear al perro o hacer excursiones ilegales en quads”. Aquí, ejemplifica, vivían especies como el chorlitejo patinegro, que ha terminado por desaparecer.

Los vertidos fecales sobre la costa también salen a relucir en cualquier conversación en el pueblo. Han obligado al cierre ocasional de las playas y provocado casos de gastroenteritis, según el portavoz de ATAN, que “pasan desapercibidos” porque no “existen estudios epidemiológicos”. “Hacemos 104 analíticas propias cada año”, responde Santos. “Más otras 24 del Gobierno de Canarias. No hay costa ni playa más controlada. Por eso, la sensación es que en El Médano hay más contaminación, pero, en realidad, lo que hay es mucho más control”.

Obras faraónicas

Las obras faraónicas están a la orden del día en este pequeño territorio. Destaca el hotel de La Tejita, una polémica mole de cemento a medio acabar a pie de playa. Su construcción fue autorizada en 2016 por Coalición Canaria, tanto desde el Gobierno regional como en el Ayuntamiento, pese a que había una disputa legal con Costas. El anterior Ejecutivo autonómico liderado por el PSOE paralizó las obras en 2021, e incluso impulsó la compra de la parcela. En febrero, las obras se reanudaron, pese a que sigue sin solucionarse el pleito. En mayo, los partidos que sustentan al Gobierno (CC y PP, sobre todo), además de Vox, rechazaron que se recuperara el solar por 25 millones.

Turistas en la playa de La Tejita, en Granadilla de Abona, con el Hotel La Tejita de fondo a medio construir.Alberto Valdés (EFE)

Apenas un par de kilómetros más hacia el oeste se halla Cuna del Alma, un resort de lujo en desarrollo que ocupará 450.000 metros cuadrados de un barranco virgen cuya construcción, según los ecologistas, amenaza tanto vegetación sensible como restos arqueológicos.

A escasos seis kilómetros de El Médano está el puerto de Granadilla, un megaproyecto culminado en 2018 tras una década de obras, polémica y una inversión pública de 300 millones de euros. El resultado: 75 hectáreas de muelles que obligaron a reubicar sebadales (acumulación de algas) y que suele estar completamente vacía de barcos. El listado sigue: el cabildo pretende movilizar ahora más de 50 millones en un circuito de alta velocidad en el municipio, un proyecto que cuenta con el rechazo de la alcaldesa, Jennifer Miranda (PSOE), y que carece de los informes preceptivos.

En mayo, el Gobierno autonómico anunció la puesta en marcha de “una estrategia para abrir el debate” en Bruselas sobre la saturación demográfica en las zonas turísticas y sus efectos sobre el medio ambiente. Pero nada parece detener a la causa misma: Canarias proyecta hasta 50 nuevas aperturas de hoteles entre este año y el que viene. El sector se defiende afirmando que solo ocupa entre el 2% y el 3% del territorio.

Las acciones contra el proyecto de la Tejita, Cuna del Alma o el puerto desembocaron en las manifestaciones del 20 de abril bajo el lema Canarias tiene un límite. Estas obras, al igual que la industria, avanzan sin inmutarse. Por eso, las marchas se repetirán después del verano. Esta vez, nada de ciudades: en otoño se tomarán los centros turísticos, a la vista de los clientes.

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