Los trabajadores europeos retoman las huelgas como arma de protesta tras la pandemia

El pasado año Europa vivió varias huelgas generales y numerosas movilizaciones que apuntan a un repunte de la conflictividad laboral, según un informe de Eurofound

Efectos de la huelga de trabajadores públicos de recogida de basuras en París, en marzo de 2023, en protesta por la reforma de pensiones en Francia. EFE/EPA/TERESA SUAREZTERESA SUAREZ (EFE)

Ni la tecnología, ni la inteligencia artificial, ni siquiera el teletrabajo han logrado terminar con las huelgas como arma de protesta contra las condiciones laborales o como vehículo para rechazar decisiones políticas y económicas. Francia vivió el pasado año un invierno y una primavera calientes por la reforma de pensiones de Emmanuel Macron, que retrasaba la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Varias huelgas generales, cortes de energía que paralizaron buena parte del país y hasta un paro general en la recogida de basuras en París hicieron revivir a los franceses los peores momentos...

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Ni la tecnología, ni la inteligencia artificial, ni siquiera el teletrabajo han logrado terminar con las huelgas como arma de protesta contra las condiciones laborales o como vehículo para rechazar decisiones políticas y económicas. Francia vivió el pasado año un invierno y una primavera calientes por la reforma de pensiones de Emmanuel Macron, que retrasaba la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. Varias huelgas generales, cortes de energía que paralizaron buena parte del país y hasta un paro general en la recogida de basuras en París hicieron revivir a los franceses los peores momentos de la conflictividad laboral del siglo pasado. Se calculó que hasta 3,5 millones de ciudadanos participaron en los paros y salieron a protestar a las calles de Francia.

Pero los trabajadores franceses no fueron los únicos en protestar. El sindicato del sector público alemán Ver.di dejó sin actividad los transportes y otros servicios durante numerosas jornadas a principios del año pasado. Es más, en el caso alemán, esta oleada de huelgas se ha alargado a todo 2024 y están teniendo su mayor intensidad desde 2010, según el medidor del alcance de los conflictos salariales del Instituto de Investigación Económica de Colonia IW. Incluso en Noruega vivió el pasado año la mayor huelga del sector privado en casi medio siglo.

Así, aunque el recurso a la huelga no es una novedad, su proliferación e intensidad si están volviendo a aumentar. En los años previos a la pandemia de covid-19 que azotó el mundo en 2020, las movilizaciones sindicales en Europa cotizaban a la baja. Las protestas laborales llevaban un tiempo descendiendo cuando irrumpió la crisis sanitaria en las economías mundiales. Sin embargo, con la recuperación de la actividad resurgieron las acciones en las empresas y en las calles. El contador de huelgas en Europa del Instituto de Sindicatos Europeos, que mide la media de días no trabajados por huelgas por cada 1.000 trabajadores, ya señaló que en 2022 este indicador repuntó hasta los 48,1 días con datos de 15 de los principales países europeos. Se trata del mayor número de días perdidos por huelga de media en la UE y Noruega desde 2010.

En esta línea, los primeros datos globales de 2023 también reflejan que el pasado año estuvo marcado por varios conflictos laborales de cierta entidad en toda Europa, según recoge el último estudio hecho por Eurofound, la Fundación Europea para la Mejora de las Condiciones de Vida y de Trabajo, una agencia tripartita (Gobierno comunitario, patronal y sindicatos) encargada de aportar información a los legisladores para el desarrollo de políticas sociales y laborales.

Los autores del informe, que han manejado las cifras facilitadas en cada Estado por la red de corresponsales de Eurofound, señalan que los datos sobre la acción sindical son en algunos países escasos y en general muy fragmentados, lo que impide determinar una tendencia unitaria sobre la conflictividad laboral en 2023 en el marco de la UE. Aun así, consideran que hay suficientes evidencias que apuntan a un aumento de las protestas durante la pandemia y en los años posteriores, con algo más de intensidad en 2023.

Transporte, manufacturas y servicios públicos, los más conflictivos

Las reclamaciones salariales fueron la causa más común detrás de estos paros y los sectores del transporte, la industria manufacturera y los servicios públicos han sido los más afectados por las huelgas el pasado año en la UE. En concreto, el hecho de que las subidas de sueldos no cubrieran por completo el aumento del coste de la vida debido a la elevada inflación en casi todo el continente, ha estado detrás de un buen número de huelgas. En todos los Estados miembros (excepto en Dinamarca) y Noruega se produjeron huelgas relacionadas con los salarios. Además de los conflictos porque las subidas retributivas no eran suficientes para seguir el ritmo de la inflación, en algunos países, precisa Eurofound, “se exigió que los costes de la inflación se repartieran a costes iguales entre empresarios y trabajadores” y apunta a algunos conflictos de la negociación colectiva en España.

En noviembre de 2023 tuvo lugar en Italia una huelga general de ámbito nacional, principalmente como respuesta a la Ley de Presupuestos, y los sindicatos aprovecharon para exigir aumentos salariales para hacer frente al impacto de la inflación, sobre todo en sectores con un elevado tiempo parcial involuntario. Además de las mencionadas en Francia por las pensiones y en Italia por las cuentas públicas, Europa vivió otras huelgas generales el pasado año como dos convocadas en Chipre, las primeras de su historia; y otra en Chequia.

Con este trasfondo de las demandas salariales para hacer frente a la inflación, el sector del transporte registró el mayor número de casos significativos de paros y protestas sindicales, con conflictos registrados en 20 países de toda la UE y Noruega, incluida España. El estudio de Eurofound pone como ejemplos más destacados, las protestas de los trabajadores ferroviarios (en Grecia tras el accidente ferroviario de Tempi, en Alemania en Deutsche Bahn y en la operadora ferroviaria pública Elron en Estonia); en el sector de la aviación, las de los empleados de Brussels Airlines y Ryanair en Bélgica y las de los pilotos empleados por Air Malta y Norsk Luftambulanse en Noruega.

El sector público de varios Estados miembros también experimentó huelgas, “con turbulentos conflictos entre los trabajadores de la sanidad (11 Estados miembros), la educación (9 Estados miembros) y la administración pública, incluidos la policía, el ejército y los servicios judiciales (11 Estados miembros)”, apuntan los autores de este informe. Nuevamente, denominador común de prácticamente todas estas protestas fueron los bajos salarios, agravados por la elevada inflación y la escasa inversión en los sectores afectados.

Las reivindicaciones relacionadas con los aumentos salariales se abordaron en la mayoría de los países mediante primas para compensar la inflación, pagos únicos, aumentos de las escalas salariales más bajas o incrementos retributivos generales. Destacan aumentos de sueldos como el conseguido del 25% en el sector de la educación en Rumanía. Sin embargo, en Bélgica, Grecia, Finlandia, Francia, Hungría, Polonia, Portugal y Eslovenia no se registraron logros claros en materia de aumentos salariales, aseguran los autores de este trabajo.

Finalmente, el estudio de Eurofound indica que las condiciones de trabajo fueron la segunda problemática más frecuente de los conflictos laborales. En esta categoría se incluyen, por ejemplo, las demandas para reducir el número de alumnos por clase en el sector educativo en Lituania y Hungría; la oposición a las franquicias, ante la posibilidad de que empeoren las condiciones de trabajo en el sector minorista en Bélgica; las de los servicios de limpieza de Eslovenia; y las protestas contra el aumento de la presión laboral debido a la escasez de personal en la industria de la aviación en Bélgica); así como las de los servicios de protección contra incendios en Irlanda. Varias protestas abordaron las reformas de las pensiones (Francia y Rumanía) y los cambios en la normativa legal (como el derecho de huelga en Finlandia).

España terminó 2023 con un fuerte repunte de la conflictividad

Raquel Pascual

España arrancó el año con un incremento notable de los conflictos laborales. En el primer trimestrehttps://elpais.com/economia/2023-06-30/las-horas-perdidas-por-huelgas-se-disparan-un-21-impulsadas-por-los-paros-en-la-administracion-y-la-sanidad.htmldebido fundamentalmente a los paros por las demandas salariales y de condiciones laborales en los sectores de las administraciones públicas, la Seguridad Social y la sanidad, entre otros. En mayo se registró el nivel más alto de conflictividad, con 322.846 horas de trabajo perdidas por huelgas y más de 112.000 participantes. En ese mes coincidieron en España varios conflictos en el sector aéreo con huelgas convocadas entre los pilotos, controladores aéreos, técnicos de mantenimiento de los aviones y personal de handling de distintas compañías, que afectaron al transporte y al turismo.

No obstante, en ese mismo mes de mayo patronal y sindicatos firmaron el V Acuerdo para el Empleo y la Negociación Colectiva, amarrando las recomendaciones para las subidas salariales en los convenios 2023, 2024 y 2025. Esto calmó las aguas y en junio, las cifras estadísticas de conflictividad laboral que registra el Ministerio de Trabajo reflejaron un desplome del las horas perdidas por huelga, algo que los sindicatos atribuyeron a la firma del pacto salarial.

Sin embargo, esta mejoría de la conflictividad no duró. Y estas misma estadística de Trabajo al cierre de 2023 refleja un claro aumento de estas protestas. El pasado año, el número de huelgas (778) se incrementó un 14,5% respecto a 2022; el número de participantes en estos paros se elevó a 294.760, el volumen más alto desde 2018, después de aumentar un fuerte 53% en comparación con el año anterior. Mientras que la cantidad de jornadas no trabajadas por estos conflictos rozó el millón, tras aumentar un 39% respecto a un año antes.

 

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