Los castillos hinchables hacen su agosto a pesar del calor extremo: “Este verano ha superado las expectativas”
El sector de hinchables y flotantes continúa aumentando su facturación a pesar de las olas de calor, su mala fama con la seguridad y su dependencia de China
La mayoría de los españoles empiezan a dejar atrás las piscinas y las playas. Y el mercado de los hinchables y flotadores de playa se prepara para cerrar la temporada que ha sido de récord. El sector navega viento en popa. Tanto, que algunas consultoras prevén que su tamaño a nivel global crecerá a una tasa anual superior al 12% en la próxima década. El sector, profundamente estacional y que abarca desde castillos hinchables hasta las donitas de plástico para la playa, afronta, sin embargo, dos grandes retos. Por un lado, cómo garantizar la seguridad cuando suben las temperaturas en verano; por el otro, cómo gestionar su dependencia de una cadena de suministro que descansa en gran medida en un único país: China.
En la base de este negocio en España, que resurge cada verano tanto en las costas como en las ferias, hay un puñado de fabricantes y operadores nacionales, pero el sector de hinchables continúa apoyándose en el sello hecho en China en un momento delicado para el comercio global. Casi siete de cada diez juguetes importados por España en 2022 procedían del gigante asiático, según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Juguetes (AEFJ), la patronal que agrupa tanto a los grandes fabricantes como a las pymes. Las importaciones desde Pekín a la Unión Europea, en cambio, solo representaron el 31% del total. En su conjunto, el mercado comunitario compró 5.800 millones de euros en juguetes a China el año pasado, una cifra que incluye a hinchables para la playa, según los últimos datos proporcionados por Eurostat.
Esta fuerte dependencia de Pekín es un punto débil para el sector de hinchables. Y es que el sur de China ha sido, desde los años 2000, la mayor potencia mundial en la fabricación de juguetes de plástico e hinchables. El corazón de esta industria se sitúa en Shantou, una ciudad costera a 301 kilómetros de Hong Kong. Esta región alberga alrededor de 12.000 fábricas de juguetes.
“Es verdad que China sigue siendo el mercado más importante para nosotros,” manifiesta Marta Salmón, presidenta de la AEFJ, por videollamada con EL PAÍS. “Aunque sí es cierto que el sector está buscando alternativas más cercanas por los problemas logísticos cómo el canal de Suez y los precios de los contenedores”, asegura. De hecho, hay otro fabricante destacado, la India, que está ganando peso como competidor. “India es un país donde hay muchas miradas puestas, nos consta que ya hay empresas que están trasladando las fábricas ahí”.
Sea como sea, el sector muestra buena salud. FunBox, que presume ser el parque hinchable más grande del mundo con más de 4.000 metros cuadrados de recorrido, es un ejemplo claro de su resiliencia. El proyecto, creación del español Antonio Nieves, ha llegado este año a España tras rodarse en Estados Unidos. Con el respaldo de Rafael González Villanueva, director de Productores de Sonrisas, el parque se ha movido por varios sitios de España: primero Madrid, luego Barcelona y Valencia, y por último, San Sebastián. La compañía —que cobra 16 euros por cada entrada de 90 minutos— ya ha recibido a más de 300.000 espectadores en apenas un año de operaciones en la península.
González Villanueva adelanta que, aunque aún es muy pronto para valorar la facturación de este año, la compañía prevé recibir unos 100.000 visitantes más. “El primer año en España ha superado las expectativas, ya activamos una segunda unidad de gira por el país”, manifiesta por teléfono. “FunBox es la versión más novedosa para plantear la idea del parque hinchable”.
Este modelo de negocio está de moda. Varios parques hinchables han aflorado a raíz de vender una ‘experiencia’ veraniega, entre ellos, los Bulky Games, un curso de obstáculos con un recorrido de 5 kilómetros, y que llega a la capital española el 28 y 29 de septiembre. Luego está Agua Park Toledo, que, a 17.000 metros cuadrados, proclama ser el parque acuático más grande del país, y el único de su tipo en España. El segundo año de operación está produciendo buenos resultados. “En Asia, y sobre todo en China, existían estos parques acuáticos hinchables, pero en España no había ninguno” comentan fuentes de la empresa a EL PAÍS. No obstante, la estacionalidad sigue suponiendo un hecho del sector: “Al final es un negocio que dura dos meses al año”.
El calor y la seguridad, el gran reto
Además de la dependencia de los productores extranjeros —y la estacionalidad del negocio—, el otro gran reto para el sector de los hinchables es el calor: varios fabricantes y operadores de hinchables entrevistados por este periódico lo citan como el mayor limitante a su actividad en el verano. También la Asociación Española de Juegos Hinchables (AEJH), que representa alrededor de veinte empresas en el país, alerta de que las instalaciones de los castillos hinchables son particularmente vulnerables al clima extremo, ya que el exceso de calor y de frío pueden estropear las instalaciones y hacerlas más inseguras.
Lo mismo opinan los directivos de FunBox, que creen que la mayor amenaza a su actividad en España son las oleadas de calor extremo que llegan a la península en la temporada estival. “El verano lo que tiene es que te limita el calor” comentan. “Los dobles enemigos del hinchable son el calor extremo y el frío extremo. Lo que hemos hecho es que nos hemos dirigido al norte de España, como San Sebastián, por ejemplo”, añade la compañía, que ha aumentado las contrataciones, con hasta 25 empleados por zona, para ofrecer mayor seguridad en las instalaciones. El éxito abrumador del parque ha llevado la empresa a programar más giras, y a planificarlas en las zonas más húmedas del país durante los meses calurosos.
La seguridad es un asunto crucial para las empresas dedicadas a los hinchables, que al igual que el sector de juguetes tienen que hacer frente a que muchos productos, sobre todo importados, muchas veces se escapan a la regulación y a la economía sumergida, que igualmente mueve productos que no cumplen con la normativa europea. “Hay muchísimo juguete de playa que se vende fuera de lo que hemos auditado, en chiringuitos”, matiza Salmón, de AEFJ. La presidenta de la asociación destaca que no hay cifras oficiales sobre cuántos juguetes de playa circulan en el mercado, de acuerdo con los datos de Circana, la empresa que realiza las auditorías del sector. “Se vende muchísimo juguete de playa fuera de lo que está regulado”. El 13% de los 3.412 productos que incumplieron con los reglamentos de seguridad eran juguetes el año pasado, según la plataforma de la Comisión Europea, SafetyGate. Más de la mitad de ellos suponían un riesgo químico.
Y es que la fabricación desregulada es otro de los grandes retos que persigue a los hinchables, un sector manchado por una serie de accidentes en los últimos años que le ha supuesto ganarse una mala fama. Un caso muy mediático fue la muerte de una niña de ocho años en una de estas atracciones en Valencia hace dos años. Algunos fabricantes sugieren que España podría imitar al Reino Unido, que ha implementado un sistema de inspección (llamado PIPA) que examina las instalaciones que operan en el país una vez al año y almacena su estado en una base de datos con un código único.
El 45% de las personas encuestadas por la consultora YouGov y Play Inspectors —el organismo británico que examina, acredita y certifica a los inspectores de juegos inflables— afirmaron que desconocen qué hay que revisar para cerciorarse de que la instalación hinchable es segura. Lars Vogt, director de política europea de la patronal Industrias Jugueteras de Europa (TIE, por sus siglas en inglés) lleva años denunciando este problema. “Cuando el vendedor no está en Europa, nadie puede hacerse responsable de los productos que no cumplen”, denuncia a este periódico. “En la Unión Europea tenemos algunas de las reglas más estrictas del mundo, claramente es una cuestión de falta de aplicación de la normativa vigente”.
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