La debilidad de la industria aboca a Europa a una recuperación anémica de la economía
La producción manufacturera en la zona euro bajó en junio a su nivel más bajo desde la pandemia, mientras que el empleo sigue aumentando
La economía europea tiene poca fuerza. Está saliendo de la crisis energética y de precios, pero con mucha lentitud. Apenas creció un 0,3% en el segundo trimestre y eso tiene dos responsables, que en el fondo es la misma: Alemania y la industria. El país más grande de la UE retrocedió un décima entre abril y junio; y la producción industrial en zona euro, en el que las manufacturas germanas tienen un peso enorme...
La economía europea tiene poca fuerza. Está saliendo de la crisis energética y de precios, pero con mucha lentitud. Apenas creció un 0,3% en el segundo trimestre y eso tiene dos responsables, que en el fondo es la misma: Alemania y la industria. El país más grande de la UE retrocedió un décima entre abril y junio; y la producción industrial en zona euro, en el que las manufacturas germanas tienen un peso enorme, sigue teniendo muchos problemas para recuperar la actividad previa a la pandemia. En junio, cayó una décima, según Eurostat, bajó a un nivel de 96,7 puntos en el índice que mide su desempeño (100 expresa el nivel medio de 2021). Hay que volver a ese mismo mes de 2020 para dar con un punto más bajo.
Entre los diferentes datos económicos que ha publicado la oficina europea de estadística antes de este largo puente en plena temporada de vacaciones, hay uno que vuelve a dar una noticia positiva: el empleo aumentó un 0,2% respecto al primer trimestre del año. El mercado laboral europeo se ha mantenido durante la crisis energética y de precios. Pese a que la economía ha estado estancada durante año y medio y ahora se despereza tímidamente, el empleo ha crecido durante todo este tiempo. El índice de desempleo en la zona euro está en el 6,5%, rozando la cifra más baja de la serie estadística.
Los precios disparados del gas cuando Rusia invadió Ucrania —incluso en los meses anteriores, cuando el país agresor estaba preparando el terreno— fueron un verdadero quebradero de cabeza para la industria. Este sector es el que más energía consume y el sistema de fijación de precios, que acaba descansando sobre la tecnología más cara en cada momento la fijación de los precios, supuso un gran incremento de costes. Eso, además, se cebó mucho más sobre aquellos países y sectores que habían apostado más por el gas ruso, un combustible barato antes de que la guerra estallara en el este de Europa.
El diagnóstico de Ángel Talavera, director del departamento de análisis de la economía europea de Oxford Economics, apunta de forma contundente y breve en esa dirección: “La economía europea sigue creciendo, pero a un ritmo débil. Está lastrada por el mal desempeño de Alemania, y del sector industrial en general”. Dos datos dan contexto a estas palabras: el PIB de este país supone el 28,5% de la zona euro y en Alemania la industria representa en torno al 27% de su economía, frente, por ejemplo, al 17,4% de España.
Y los pronósticos no mejoran, al menos para el sector industrial. “Las perspectivas ofrecen poco alivio para el sector manufacturero. Las encuestas [a empresas y actores económicos] apuntan a un debilitamiento de la entrada de pedidos a principios del tercer trimestre y, por tanto, a una mayor contracción de la producción. Y las existencias almacenadas se mantienen en niveles elevados, lo que indica que el margen para una recuperación inminente de la producción industrial es muy limitado”, apunta Bert Colijn, responsable de analizar la economía de la zona euro para el banco holandés ING. Este economista añade que “el problema para la industria es que a la constante debilidad de la demanda se une una creciente presión de los costes”. “Con una demanda débil, es mucho más difícil que en 2021 y 2022 [cuando explotó la crisis de inflación] repercutir estos costes más elevados en el consumidor. Esto significa que es probable que la presión sobre los márgenes siga siendo un tema para los fabricantes en la segunda mitad de 2024″, concluye.
Una de esas encuestas a las que alude Colijn es el indicador de sentimiento económico en Alemania del instituto de análisis de la economía europea ZEW, situado en Leibniz. El último dato, publicado este mismo martes, mostraba una caída importante. “Las perspectivas económicas de Alemania se desmoronan. En la encuesta actual se observa el mayor descenso de las expectativas económicas de los dos últimos años”, señala Achim Wambach, presidente del instituto.
Menos catastrofistas fueron los indicadores de la Comisión Europea, divulgados a finales de julio. En ellos, el resultado de sentimiento económico en la zona euro y en el conjunto de la UE era estable, si bien, con un signo negativo al situarse en ambos casos el indicador por debajo de 100. Que este índice sintético se sitúe por debajo de la centena supone una señal negativa; si está por encima, en cambio, es positiva.
Con todos estos datos, más los de inflación que van saliendo, la balanza parece inclinarse por una nueva rebaja de tipos de interés en la reunión del consejo de gobierno del Banco Central Europeo (BCE) en septiembre. “Las expectativas de crecimiento de PIB para el resto del año se han debilitado”, vaticinan en ING. Y esa atonía pone presión sobre la autoridad monetaria para abaratar el precio oficial del dinero y así estimular el crédito. Además, las últimas cifras de inflación conocidas están en línea con las previsiones que mantenía la autoridad monetaria, con lo que si no hay sorpresas negativas en el lado de los precios en las semanas que faltan, los analistas parecen inclinarse porque en unas semanas llegará la segunda reducción de tipos.
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