Carlos Cuerpo, un perfil técnico para negociar con Bruselas
El nuevo ministro de Economía tendrá el reto de ser el hombre del Gobierno ante la Comisión Europea y de defender las posiciones más ortodoxas ante sus socios del Gabinete
Carlos Cuerpo (Badajoz, 43 años) tomará las riendas del Ministerio de Economía tras la marcha de Nadia Calviño al Banco Europeo de Inversiones (BEI). Tendrá que reemplazar a la cara más solvente del Ejecutivo. Conocimientos técnicos y experiencia tiene. Y acumula una larga trayectoria en puestos de la Administración: es técnico comercial y economista del Estado, doctor en Economía, trabajó en la Comisión Europea y en la Autoridad Fiscal (Airef) cuando la presidía José Luis Escrivá. En la actualidad era el secretario general del Tesoro, a cargo de las emisiones de deuda y de la regulación finan...
Carlos Cuerpo (Badajoz, 43 años) tomará las riendas del Ministerio de Economía tras la marcha de Nadia Calviño al Banco Europeo de Inversiones (BEI). Tendrá que reemplazar a la cara más solvente del Ejecutivo. Conocimientos técnicos y experiencia tiene. Y acumula una larga trayectoria en puestos de la Administración: es técnico comercial y economista del Estado, doctor en Economía, trabajó en la Comisión Europea y en la Autoridad Fiscal (Airef) cuando la presidía José Luis Escrivá. En la actualidad era el secretario general del Tesoro, a cargo de las emisiones de deuda y de la regulación financiera. De talante moderado, es un hombre de confianza de Calviño, ha sido propuesto por ella y aportará un perfil más técnico a un Gobierno muy político. Será además un apoyo fundamental para la nueva vicepresidenta primera, María Jesús Montero, y presidirá la comisión delegada de Asuntos Económicos, el órgano donde se discuten las políticas económicas del Ejecutivo.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha dicho al anunciar el nombramiento que Cuerpo es “un europeísta convencido y profesional honesto, sin más agenda que la de ser útil”. Ha destacado su “solvencia” y ha añadido que su predecesora ha dejado el listón muy alto, pero que está convencido de que el nuevo ministro estará a la altura.
Fiel escudero de Calviño y trabajador incansable, ha estado acudiendo con la vicepresidenta a los Ecofin, las reuniones regulares de los ministros de Economía y Finanzas europeos. También a los principales foros internacionales como el G-20 o las asambleas del FMI. Posee, por tanto, un profundo conocimiento de los organismos internacionales, en los que ha sido la mano derecha de Calviño. De hecho, ha liderado el acuerdo de reglas fiscales alcanzado durante la presidencia española de la UE. De modo que conoce a la perfección los entresijos de Bruselas y de las nuevas reglas que habrá que aplicar. Trabajó, además, para José Luis Escrivá en la Autoridad Fiscal, donde por ejemplo fue uno de los autores del informe sobre las pensiones del organismo. Su designación se interpreta como el continuismo en el ministerio. Y al igual que sucedió con Calviño, tendrá que ir ganando perfil político conforme se afiance en el puesto. Aunque se barajaron nombres como los de Manuel Campa o David Vegara, ninguno quiso volver a la política activa.
En la comisión delegada de Asuntos Económicos ya se ha tratado el que será el mayor reto del nuevo ministro: enfrentarse a un periodo de ralentización económica en el que volverá a aplicarse la disciplina presupuestaria que imponen las reglas fiscales europeas. Ya no habrá una barra libre para el gasto financiada por el Banco Central Europeo. Hasta ahora, el Gobierno ha podido tirar del endeudamiento para atravesar un periodo plagado de shocks tan acusados como la pandemia, la guerra de Ucrania o la crisis de precios. Así se ha conseguido que tire la actividad y el empleo y, en consecuencia, que impere la paz social en la calle. En principio, la economía debería seguir creciendo. Pero en plena atonía europea, lo hará de una forma mucho más moderada, y la capacidad para tener alegrías con el gasto será bastante más reducida, máxime si se tiene en cuenta la necesidad de dedicar más recursos al envejecimiento de la población y las inversiones verdes, digitales y de Defensa. El margen será estrecho. Y habrá todavía más complicaciones porque el Ejecutivo tendrá que orquestar negociaciones a múltiples bandas para tramitar cualquier legislación.
En este contexto, Carlos Cuerpo tendrá dos misiones fundamentales: una, alinearse con la vicepresidenta primera y titular de Hacienda, María Jesús Montero, para ejercer de faro de la ortodoxia y frenar las pulsiones más heterodoxas que puedan tener algunos de sus socios en el terreno económico. Sobre todo porque la coyuntura puede no ser tan propicia. Los enfrentamientos que ya mantenían Calviño y Montero con la vicepresidenta segunda y líder de Sumar, Yolanda Díaz, se seguirán replicando. Quizás por ello, Calviño y Montero mantenían una buena relación. Y Cuerpo tendrá que tratar de repetir esa sintonía. Aunque pierdan alguna batalla, será importante que hagan de contrapeso y gradúen cualquier medida que apruebe el Ejecutivo.
Y dos: la labor más importante quizás sea obtener en Bruselas la mayor relajación posible de la senda fiscal. El ministro tendrá la ventaja de que Francia e Italia presentan ahora mismo unas cuentas públicas peores. Y siempre podrá alinearse con estos países para pedir un camino de ajustes más suaves y que no afecte a la marcha de la economía. Buscar la gradualidad en la corrección de las cuentas será esencial.
También será fundamental la gestión de los fondos europeos. Estas inversiones podrán dar un cierto impulso a la actividad justo cuando haya que ser más austero con otras partidas. Ha sido bastante difícil poner en marcha el despliegue de estos recursos. Se acumulan demasiados retrasos y será una tarea ingente cumplir con los objetivos del plan en tiempo y forma. Carlos Cuerpo podría incluso acabar teniendo que pedir una extensión de los plazos, algo que tampoco se antoja una tarea fácil en Europa.
El nuevo ministro debería fomentar reformas que impulsen la innovación y la productividad para evitar que las restricciones presupuestarias perjudiquen al crecimiento. Estas son las grandes asignaturas pendientes de la economía española: aunque el crecimiento económico ha sido robusto, no lo ha sido tanto en términos per cápita.
Otro objeto de preocupación serán las consecuencias que puedan tener la desaceleración económica y los coletazos de las subidas de precios. El Ejecutivo tendrá que seguir estudiando medidas que ayuden a los colectivos más vulnerables. La posible ralentización del empleo en un contexto de desaceleración europea; la falta de trabajadores en muchos sectores; la persistencia de la elevada rotación del empleo; el seguimiento de la reforma del subsidio de paro; la gestión de las emisiones del Tesoro con tipos más altos; las relaciones con los inversores; la vigilancia de la solvencia de los bancos; el relanzamiento del ICO o cuidar las relaciones con las empresas y entidades financieras, estigmatizadas a veces en el discurso político del Ejecutivo, serán otros hitos en el camino.
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