Un debate futurista alejado de la opinión pública
La clase política necesita bajar a tierra el debate sobre la importancia de las inversiones en digitalización y su utilidad práctica para la ciudadanía
Tal vez forme parte del álgebra de la naturaleza humana. En una mesa redonda de cuatro personas donde solo una es un alto cargo —del Gobierno que corresponda— reconocerlo resulta fácil. Papel, bolígrafo, gesto atento, notas incesantes, respuestas al segundo. Una ceremonia de la escritura y la palabra que practica Juan Jesús Torres, secretario general en funciones de Administración Digital del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Hasta el cargo lleva tiempo escribirlo, porque pesa el olvido. La digitalización no ha formado parte de la campaña política ni sus derivadas. La ...
Tal vez forme parte del álgebra de la naturaleza humana. En una mesa redonda de cuatro personas donde solo una es un alto cargo —del Gobierno que corresponda— reconocerlo resulta fácil. Papel, bolígrafo, gesto atento, notas incesantes, respuestas al segundo. Una ceremonia de la escritura y la palabra que practica Juan Jesús Torres, secretario general en funciones de Administración Digital del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital. Hasta el cargo lleva tiempo escribirlo, porque pesa el olvido. La digitalización no ha formado parte de la campaña política ni sus derivadas. La periodista y politóloga, Estefanía Molina, cree que “si falta confrontación” entonces no atrae. “Resulta un debate muy técnico, futurista y excede a la opinión pública”, resume. “Y pese a su importancia —hablamos de cientos de millones de euros que mueven los proyectos estratégicos para la recuperación y transformación económica, PERTE, o los fondos de Nueva Generación— no se han sabido traer a la cotidianeidad. Para que el futuro, sea el que sea, no de miedo”.
Turno de réplica en la otra bancada. El político socialista ya lleva los papeles cargados de líneas. Se defiende con ideas claras. La importancia que se le da es de tal nivel que está recogida en la vicepresidencia primera que lleva por apellido “Transformación digital”. “Resulta estratégica para este Gobierno. La brecha es un objetivo sí o sí”, enfatiza. “Supone una lucha por la capacitación de los ciudadanos”. Esas mismas frases las podría emplear sobre la inteligencia artificial.
Ocurre algo paradójico porque todos ponen en el centro al ciudadano. Ninguna Administración plantea iniciativas sin demanda de la gente. “Socios imprescindibles”, los califica Juan Jesús Torres. “La clave pasa por definir objetivos comunes y alcanzarlos por fases y en eso estamos centrados. Creemos que la agilidad en la tramitación es una prioridad”. Sin embargo, ya sean las tecnologías o ya sean las personas, parecen, a veces, ajenas a esta narrativa.
Más apoyo financiero
A Mi carpeta ciudadana, una aplicación del Gobierno que lleva tres actualizaciones oficiales, y que permite acceder desde al historial clínico hasta la vida laboral, aún le falta cierto aterrizaje. Y el número 060 detecta incluso estados de ánimos, como la ansiedad o la angustia, y quien atiende a esa persona en un momento vulnerable es otro ser humano en vez de una máquina. Se leen bien. Buenas ideas. Pero la inteligencia artificial, la robotización, la nube parecen quedar suspendidas en los cielos. O pensadas para las empresas. “¿Qué sucederá cuando ya no lleguen los fondos de Europa?” ¿De qué forma se mantendrán todas estas herramientas que se han puesto en manos de la ciudadanía?”, cuestiona Javier Leal, socio de Sector Público de la consultora tecnológica NTT Data. Estefanía Molina percibe cierto miedo en las compañías públicas a ir de la mano del sector privado en algunos temas, por ejemplo la sostenibilidad. “Al mundo de la Administración le resulta difícil permear en la innovación”. La periodista incluso acuña su particular concepto: “Capitalismo con responsabilidad social”. En esta era, pronunciado en voz alta, tiene un timbre de oxímoron.
Formación de expertos
De todas formas, la Administración continúa electrificando la catenaria privada. NTT Data suma unos 400 millones de euros de esa relación y percibe el impulso de los fondos europeos. Ahora, más que su falta, la preocupación resulta distinta. “La carencia de talento TIC en España y Europa; no encontramos suficiente”, reflexiona Javier Leal. Vuelta a las personas, la escuela de negocios IESE lleva 20 años formando directivos y “la Administración Pública tiene unos profesionales muy cualificados”, incide Cristina Sádaba, directora ejecutiva del Centro de Liderazgo Público y Gobierno de esas aulas. “Hay una gran demanda de lo que son soft skills [empatía, paciencia, comunicación] y también de personas que lideren la gestión del cambio”. Hoy en una tecnológica encuentras filósofos, filólogos, lingüistas. Formaciones antes inimaginables.
Por ahora, la búsqueda de talento continúa siendo una conversación interrumpida por sorpresa entre el mundo público y el privado. Los dos persiguen lo mismo, aunque pueden ofrecer diferentes beneficios. La Administración convoca muchas presentaciones en los centros universitarios. Un ingeniero de datos es algo así como el santo grial de estos días. “Estamos tan preparados y somos tan competitivos como una empresa grande. El mercado resulta complejo. El modelo es distinto. La retribución está fijada. Pero por la clase de proyectos que ponemos en marcha puedes trabajar con firmas punteras y construir una carrera sólida”, recomienda.
La res publica es un arcano difícil de descifrar con 150.000 empleados y un sistema de ingreso en ella que debe respetar el principio de igualdad de oportunidades. Además, este entorno de todos, aporta una sensación de refugio ético. Y en un mundo más y más hostil, la necesidad humana de valores trata de extenderse por encima de esta inmensidad tecnológica.
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