La industria española pierde impulso y se estanca lastrada por la economía internacional
Las empresas continúan con altas existencias por un consumo que está prefiriendo el sector servicios como destino de su gasto
La industria había recuperado el equilibrio tras el golpe de la covid. Poco a poco se sobrepuso al parón del comercio mundial, de la posterior falta de suministros y del encarecimiento de las materias primas y la energía, agravado después por la guerra en Ucrania. Pero la carrera de obstáculos no ha concluido y ahora muestra nuevos síntomas de avance trastabillado. Acusa la recesión alemana que ha enfriado la economía europea, principal destino de sus exportaciones, y...
La industria había recuperado el equilibrio tras el golpe de la covid. Poco a poco se sobrepuso al parón del comercio mundial, de la posterior falta de suministros y del encarecimiento de las materias primas y la energía, agravado después por la guerra en Ucrania. Pero la carrera de obstáculos no ha concluido y ahora muestra nuevos síntomas de avance trastabillado. Acusa la recesión alemana que ha enfriado la economía europea, principal destino de sus exportaciones, y además aguanta los mismos males que afectan a la industria global: los servicios le están ganando la partida como preferencia de gasto y sus elevados inventarios desincentivan incluso la producción. En el segundo trimestre marcó un crecimiento cero, su peor resultado 27 meses, y fue la actividad con menor vigor de un PIB que creció un 1,8%.
“Es un momento muy extraño para la industria, porque llevamos tiempo sin concursos de acreedores y se están pagando los ICO —los créditos que ofreció el Gobierno español para dar aire a las tesorerías de las empresa en pleno parón pandémico—, pero los empresarios te dicen que la cosa se está desacelerando e igualmente están invirtiendo y buscando a gente para contratar y no la encuentran”. Joan Tristany, director general de AMEC, la organización que reúne a las industrias exportadoras españolas, resume de ese modo el complejo momento en el que, en su opinión, se encuentra el sector. Cecot, una pequeña patronal del Vallès, la comarca más industrial de Cataluña, advertía hace solo un mes que la actividad no había recuperado los niveles prepandémicos y que sus empresarios vislumbraban más desaceleración para el segundo semestre del año.
Al estancamiento del segundo trimestre se le sumó en junio una caída interanual del 3% del índice de producción industrial (IPI, en sus datos corregidos de estacionalidad) y una pérdida de 64.500 ocupados en el segundo trimestre. Los economistas de CaixaBank Research no son, con todo, del todo pesimistas. En un reciente informe señalaban que la situación ha mejorado respecto a meses atrás: los inventarios recuperan normalidad, la crisis sanitaria ha dejado de ser un problema y los fondos que la Unión Europea puso en marcha justamente para salir de la crisis económica vinculada a la covid y los estímulos por la guerra en Ucrania tienen que surtir efecto tarde o temprano.
“De todos los grandes sectores, es el más debilitado, el que crece menos, e incluso en tiempos recientes hemos visto una caída del IPI y eso se debe al impacto del comercio internacional”, explica Raymond Torres, director de Coyuntura Económica de Funcas. Se refiere al efecto arrastre del enfriamiento de la Unión Europea, con Alemania a la cabeza, pero también de China y el caos que se ha originado por la desorganización de la cadena productiva en la industria a causa del incremento de los costes de las materias primas y la energía.
La industria, y especialmente la actividad manufacturera, es especialmente sensible a los aumentos de precios, puesto que tres cuartas partes de su facturación se la acaban comiendo los costes de los insumos para producir. Y ahí ha jugado un papel clave otro de los índices que ayudan a explicar la evolución del sector secundario, el índice de precios de importación de productos industriales. Desde marzo el IPRIM (índices de precios de e importación) se ha situado en tasas negativas, con reducciones cada vez más abruptas que recogen la normalización en los precios pero también la ralentización de la actividad. Es cierto que esa contracción en los precios que se pagan para bienes intermedios llega después de una tónica alcista que, en tasas interanuales, marcó alzas superiores al 30% en cinco meses de 2022.
Según los datos de CaixaBank Research, la industria de los bienes de equipo ha padecido desde 2019 un repunte del IPRIM del 9%, mientras que la de los bienes intermedios se habría aupado en esos tres años hasta el 28% y la de la energía se ha duplicado. Pese a la corrección de los últimos meses, la digestión se está haciendo muy pesada y se ha tenido que trasladar a los clientes con la cura necesaria para no romper la cadena de suministro.
La cifra de ingresos cae en junio
Y eso lleva a otra serie estadística del INE: el índice de la cifra de negocios de la industria, basada en una encuesta a 12.000 empresas. En junio, último dato disponible, caía un 7% en términos interanuales (también corregido por efectos estacionales y de calendario). La contracción en los ingresos, que se produce por tercer mes consecutivo, esconde otro dato derivado del aumento de los precios: se está vendiendo menos volumen de producción y los márgenes se han deteriorado. “El impacto del fuerte incremento de costes se ha repartido entre compradores, a través del sustancial aumento de los precios de venta; empleados, a través de la caída de los salarios reales pagados en la industria; y accionistas, a través de la caída de los resultados de las empresas medidos en términos reales”, firmaban en un análisis de CaixaBank los economistas Pedro Álvarez y Javier Ibáñez de Aldecoa.
Raymond Torres explica que el enfriamiento de la economía no es el único motivo de esa caída, sino de una tónica que se está generalizando desde la pandemia. La gente no quiere tantos bienes materiales y está gastando sus recursos en experiencias: viajes o la restauración. “Ha sorprendido a muchos analistas, pero es así: Después de la pandemia —abunda el economista de Funcas— los hogares han consumido más en viajes y en restauración y no tanto en bienes y eso se ve en la evolución del consumo textil”. Los últimos datos de la patronal Acotex avisaban que las ventas habían crecido un 20% en el primer semestre de este año, pero todavía siguen lejos de las facturaciones prepandemia, que no creen que se recuperarán en 2023 y tampoco existe certeza de que pueda conseguirse en 2024. Los productos alimentarios, además, han tomado mayor protagonismo en una cesta de la compra marcada por la inflación y la subida de los tipos de interés.
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