El viaje turbulento de la vieja Alitalia
El Estado italiano vende el 41% de Ita Airways a Lufthansa tras décadas de pérdidas millonarias y el fracaso de todos los Gobiernos para encontrar una solución a la aerolínea de bandera
La historia es larga y penosa. Y cada uno de los Gobiernos que han pasado en la última década por el Palacio Chigi le ha echado la culpa al anterior. Algunos, como el actual, lo han hecho incluso haciendo luego exactamente lo mismo que le reprocharon a sus predecesores. De este modo, el Ejecutivo italiano ha puesto fin al culebrón sobre la quiebra y venta de la vieja Alitalia —convertida en Ita Airways en 2021— vendiendo el 41% de la aerolínea y convirtiéndola en ...
La historia es larga y penosa. Y cada uno de los Gobiernos que han pasado en la última década por el Palacio Chigi le ha echado la culpa al anterior. Algunos, como el actual, lo han hecho incluso haciendo luego exactamente lo mismo que le reprocharon a sus predecesores. De este modo, el Ejecutivo italiano ha puesto fin al culebrón sobre la quiebra y venta de la vieja Alitalia —convertida en Ita Airways en 2021— vendiendo el 41% de la aerolínea y convirtiéndola en socia de la compañía alemana Lufthansa. “Hoy se cierra un camino que ha marcado la historia de la compañía aérea nacional con una perspectiva de integración en una importante aerolínea europea”, celebró la semana pasada el ministro de Economía, Giancarlo Giorgetti. Un camino de casi tres décadas.
Lufthansa anunció también en un comunicado que adquirirá el 41% de la aerolínea italiana a través de una inyección de capital de 325 millones de euros, con la opción de hacerse con el resto de acciones en una fecha posterior. Algo que parecería bastante probable. Giorgetti habló de “una perspectiva de integración” en la nota del ministerio.
En este sentido, presumió que con el Gobierno de Giorgia Meloni, en el poder desde el pasado octubre, se “ha desatado un nudo que desde hace 30 años condiciona el mercado del transporte aéreo en Italia”. “Estamos convencidos de que esta decisión permitirá desarrollarse al mercado aéreo en el interés de Italia”, terminó. Además, indicó que para garantizar un crecimiento sostenible, el grupo alemán pretende expandir además su cooperación con la compañía de ferrocarriles italiana, Ferrovie dello Stato, con la que ya firmó un acuerdo el pasado mes de febrero.
El acuerdo, que deberá ser sometido a la valoración del Tribunal de Cuentas italiano y de la dirección general para la competencia de la Comisión Europea, marca una estrategia “compartida” de Ita por sus dos accionistas, el Estado italiano y Lufthansa. Hace solo dos años, sin embargo, la propia Meloni acusaba a Draghi de estar malvendiendo la compañía de bandera italiana “a los alemanes”.
Andrea Giuricin, profesor de Economía del Transporte de la Universidad Bicocca de Milán y experto en transporte aéreo, cree que “la venta es una buena noticia para Italia”. “Sobre todo porque sola en el mercado no habría logrado salir adelante y siendo parte de un gran grupo como Lufthansa le permitirá beneficiarse de su fuerza. El plan de Lufthansa es potenciar el hub de conexiones de larga distancia en Fiumicino, así que también es conveniente para ese tipo de recorridos. Pero el acuerdo es un primer paso. Sabemos que no será fácil ni siquiera para Lufthansa y que la fase crítica será en los próximos dos años, cuando el otro 50% será comprado por el mismo grupo”, insiste. La cuestión es si este será el movimiento definitivo y la vieja compañía pondrá fin a su naturaleza pública. “Lufthansa tiene las competencias para hacer todo esto: ya incorporaron otras aerolíneas. Así que esta vez se espera que la compañía vaya hacia una real y completa privatización”, apunta Giuricin.
ITA Airways fue fundada en octubre de 2021 como una aerolínea independiente de su predecesora, Alitalia, que fue desmantelada después de años intentando evitar su quiebra. La empresa había intentado antes de llegar a ese extremo varias fusiones —la más sonada con KLM, que terminó en un fracaso y una multa millonaria a la compañía holandesa—, pero nunca logró formar un gran grupo, como sus competidores. Mantuvo el personal, fue perdiendo vuelos y pasajeros —en 2020 tuvo 6,6 millones, respecto a los 52,2 de Ryanair o los 36,4 del grupo Lufthansa— y cuota de mercado. Hoy, ni siquiera es capaz de competir en los vuelos internos italianos o que salen desde Italia: Ryanair tiene 23,2% de cuota, Easyjet el 12,3%, Lufthansa el 9,2% y Alitalia el 7,8%.
En 2017, Lufthansa hizo una oferta, pero los trabajadores no se pusieron de acuerdo. La empresa comenzó a tener un administrador público y el Estado tuvo que inyectar desde entonces unos 500 millones cada año. El nuevo plan comportaba una nueva inversión de 1.350 millones para la transformación de la compañía que, fundamentalmente, pasó de tener más de 100 aviones a 52 y redujo su plantilla a unas 2.800 personas. La idea, obviamente, era aligerarla para poder venderla.
El entonces primer ministro, Mario Draghi, la puso de este modo en el mercado. Y fue muy criticado por la propia Meloni, que consideraba que aquello suponía el desmantelamiento patrimonial de Italia. El problema principal entonces es que todos los grandes grupos venían de un momento financiero crítico debido al impacto que la covid-19 tuvo en el turismo y las aerolíneas. La operación no pudo llevarse a cabo. Meloni y su Gobierno ultranacionalista lo han ejecutado ahora.
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