Semana negra para la banca europea: las grandes entidades se dejan 50.000 millones en Bolsa

Las mayores instituciones del continente pierden más de un 13% de valor desde el estallido de la crisis bancaria en EE UU

Fachada de Euronext, la Bolsa paneuropea, en el distrito financiero de París.TERESA SUAREZ (EFE)

La salud del sector bancario depende en buena parte de la confianza. Y cuando esta flaquea, comienza la estampida en los mercados. Los 10 principales bancos europeos han perdido esta semana más de 50.000 millones de euros en capitalización bursátil, el equivalente del valor en Bolsa de todo el Banco Santander. Zarandeada por la quiebra del Silicon Valley Bank y la posterior crisis del Credit Suisse, la gran banca del Viejo C...

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La salud del sector bancario depende en buena parte de la confianza. Y cuando esta flaquea, comienza la estampida en los mercados. Los 10 principales bancos europeos han perdido esta semana más de 50.000 millones de euros en capitalización bursátil, el equivalente del valor en Bolsa de todo el Banco Santander. Zarandeada por la quiebra del Silicon Valley Bank y la posterior crisis del Credit Suisse, la gran banca del Viejo Continente se ha dejado en los últimos días todo el avance que había conseguido desde el comienzo del año: el índice Eurostoxx Banks, que reúne a las entidades financieras de mayor peso de la eurozona, se depreció más de un 2,7% este viernes. Esta semana se ha dejado un 13,4%.

Los números rojos son generalizados en el sector: la acción del Santander se ha depreciado en una semana más del 10%, generándole una pérdida de capitalización bursátil de más de 7.000 millones, mientras que para el BBVA el golpe es de en torno a 6.000 millones. Y la lista sigue por toda Europa: la acción del BNP francés ha pasado de valer 60 euros el viernes pasado a menos de 52 al cierre de esta semana. Esto significa que su capitalización ha sufrido un bocado de 10.000 millones. La de ING se ha depreciado casi un 20% —se pagaba al cierre de las Bolsas europeas a 10,47 euros—, por lo que el banco holandés vale 6.000 millones menos este viernes de lo que valía la semana pasada.

Crisis de confianza

La semana ha sido una montaña rusa de emociones para la banca: el viernes pasado cayó el Silicon Valley Bank, un banco hasta entonces desconocido, disparando todas las alarmas financieras y arrastrando a los bancos en Bolsa. El domingo, Washington le insufló aire al sector cuando anunció que cubriría todos los depósitos de la entidad defenestrada, pero los mercados tardaron en asimilar el mensaje, y el lunes sufrieron la resaca de la quiebra con pérdidas. El miércoles, cuando parecía que las aguas se calmaban, otro banco —europeo y, sobre todo, sistémico— decidió agitar la semana de los analistas: el Saudi National Bank, primer accionista del Credit Suisse, anunció que no iba a poner un franco más sobre la mesa para crecer en su capital; las acciones del segundo banco suizo se desplomaron más de un 24% y todo el sector se hundió.

El jueves, ya flaqueando, la entidad anunció un préstamo milmillonario del Banco Nacional de Suiza para insuflarle liquidez. Además, el Banco Central Europeo (BCE) decidió continuar con su senda de subida de tipos, e intentó trasladar un mensaje de seguridad a los mercados a través de su presidenta: “El BCE cuenta con todos los instrumentos de política monetaria necesarios para suministrar apoyo de liquidez al sistema financiero de la zona del euro si fuera necesario”. El banco suizo subió un 18,8% en Bolsa y transmitió una cierta tranquilidad a un Eurostoxx Banks, que solo se dejó un 1%.

La semana, sin embargo, aún tenía mucho que ofrecer: aunque desde el miércoles todos los agentes económicos se han movido para intentar trasladar confianza en la banca europea, el ánimo del sector ha sido inestable. El problema es que la confianza no se compra. O, al menos, no es barata. Las señales han sido mixtas, apuntan fuentes financieras. Mientras que Lagarde intentaba por su lado calmar los ánimos, la agencia Reuters publicó que el vicepresidente de la entidad, el español Luis de Guindos, había avisado a los ministros de la zona euro de que varias entidades de sus países podían estar en riesgo y, apuntan los analistas, los inversores no se lo han tomado bien.

Este viernes, una nueva señal de desconfianza para unos mercados miedosos: la reunión sorpresiva del BCE para tratar el terremoto financiero se percibió como otra señal de inestabilidad, a pesar de que lanzó un nuevo mensaje de tranquilidad. El Credit Suisse, mientras tanto, a lo suyo: su cotización se volvió a hundir el viernes (-8%).

“Credit Suisse ha generado una crisis de confianza importante en el sector financiero europeo, y salir de ahí es muy difícil”, cuenta la analista de inversión del banco Renta 4 Nuria Álvarez. “Puedes ser un banco muy solvente, puedes tener hechos los deberes en términos de riesgo y de gestión de capital, pero si al mercado le da por desconfiar, es difícil convencerlo de que no eres el que tiene un problema”. Además, señala la analista, ningún banco tiene capacidad para soportar una salida de depósitos masiva: “Si un banco tuviese que tener en una hucha el equivalente de depósitos que tenga, no sería eficiente”. Al final, su negocio es tomar ese dinero y prestarlo, pero si el mercado desconfía y los clientes se lanzan a sacarlo, el juego se acaba.

Con un banco sistémico —aquellos que se consideran esenciales para mantener la estabilidad del sector financiero— al borde del desastre, el mercado va a seguir de cerca la senda que tome a partir de ahora el Banco Central Europeo: “Su trabajo se ha complicado mucho”, defiende Álvarez. “Si siguen subiendo tipos, el mercado puede interpretar que va a deteriorar la crisis; si no los sube, la inflación puede seguir fuerte y eso perjudicará además a los bancos, que se benefician de las alzas en sus márgenes”.


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