Europa se aleja de una gran recesión por la caída en el precio de la energía
Las previsiones de los economistas mejoran, aunque siguen viendo estancada la actividad durante 2023
Europa respira con alivio. El precio del gas ha bajado en los últimos meses y el clima, hasta ahora, ha dado tregua. Y como gran parte de lo que pasa en la economía en los últimos meses se explica por lo que sucede en los mercados de combustible, las lúgubres previsiones económicas de hace unos meses empiezan a mejorar en las últimas semanas. También el tono de las declaraciones de algunos políticos y resp...
Europa respira con alivio. El precio del gas ha bajado en los últimos meses y el clima, hasta ahora, ha dado tregua. Y como gran parte de lo que pasa en la economía en los últimos meses se explica por lo que sucede en los mercados de combustible, las lúgubres previsiones económicas de hace unos meses empiezan a mejorar en las últimas semanas. También el tono de las declaraciones de algunos políticos y responsables económicos. Hasta los más cautos lo hacen. “Estoy absolutamente convencido de que Alemania no va a caer en recesión”, declaró el martes su canciller, Olaf Scholz. “Esperamos una contracción a finales de año [2022] menos profunda de lo previsto en principio”, se sumó el miércoles el vicepresidente económico de la UE, Valdis Dombrovskis.
Cuando comenzó el último cuarto del año, pocos dudaban de que la Unión Europea iba a sufrir una recesión este invierno. La invasión de Ucrania por Rusia había disparado los precios de la energía y, por tanto, también la inflación. El destino parecía claro a los ojos de casas de análisis e instituciones: el optimismo volvió a dejar el campo libre al pesimismo. Los pronósticos marcaban, como poco, dos trimestres consecutivos de contracción: una recesión técnica. Entonces, el megavatio hora (MWh) de gas en el mercado holandés TTF, el referente en Europa, se pagaba en torno a 200 euros. Se temía, además, que las bajas temperaturas obligaran a poner a funcionar las calefacciones al máximo y que, en consonancia, las reservas de esta materia prima bajaran rápido. Podía pensarse, incluso, en el temido fantasma del racionamiento. Todo esto se había tenido en cuenta a la hora de elaborar las previsiones, y el resultado no era bueno.
Sin embargo, conforme pasaban los días, el precio del gas bajaba. El lunes, el MWh llegó a pagarse a 55 euros. Y el invierno, al menos hasta esta última semana, no ha sido severo. De hecho, los tanques de almacenamiento de este combustible están casi llenos, al 81% de su capacidad en el conjunto de la UE. Alemania roza el 90%, quizá eso ayude a explicar las palabras de Scholz, ya que en este país el gas tiene una gran importancia para la industria, su motor económico.
“El suave clima invernal ha tenido un impacto muy importante en la economía. Los niveles de llenado de los depósitos se mantienen por encima de lo previsto, lo que ha provocado una notable caída del precio del gas natural. Eso ayuda a que la producción para la industria funcione mejor, pero también disminuye las presiones inflacionistas por el momento. [...] Parece una tontería, pero en estos momentos los efectos del clima son muy importantes para la economía de la eurozona”, explica por correo electrónico Bert Colijn, economista del servicio de estudios del banco holandés ING especializado en la zona euro.
“El componente energético es el principal. La recesión severa podía llegar en escenarios de racionamiento”, apunta Ángel Talavera, de Oxford Economics. Este experto anuncia que sus pronósticos van a mejorar en los próximos días y que no estará solo. “Vamos a ver una mejora de previsiones en las próximas revisiones”, aventura. Ni Talavera ni Colijn hablan, sin embargo, de fuertes crecimientos para 2023: el español piensa que la zona euro crecerá un 0,5%, es decir, una economía estancada.
Los datos que van conociéndose todavía son muy preliminares, pero ya apuntan en esa dirección. Los indicadores de sentimiento económico que elabora la dirección de Economía y Finanzas de la Comisión Europea han repuntado casi tres puntos de octubre a diciembre, hasta 94,2, pese a seguir por debajo de 100, lo que sigue siendo un síntoma de debilidad. Otro dato que sorprendió positivamente fue el ligero repunte de la actividad industria en noviembre, tanto en la UE como en la zona euro. La inflación lleva dos meses perdiendo fuerza. Y, de nuevo, el mercado laboral ha mostrado una capacidad de resistencia que pocos esperaban: el 6,5% de desempleo calculado para el área monetaria en noviembre y el 6% en el conjunto de la UE están en zona de mínimos históricos.
A todos estos indicadores adelantados y parciales hay que sumar la primera estimación sobre el comportamiento de la economía alemana durante 2022. La semana pasada, la oficina de estadística germana, Destatis, calculó que el país había crecido un 1,9% el año pasado. La cifra se refiere al conjunto del año, pero mejora las previsiones hechas para 2022 en la primera economía de la UE.
Para el banco de inversión Goldman Sachs, lo determinante en este cambio han sido la energía y el fin de la política de covid cero en China. “Hemos elevado nuestros cálculos de una caída del 0,1% en 2023 a un crecimiento del 0,6%”, explica en un informe divulgado el día 10, en el que, no obstante, advierte de que “la economía de la zona euro estará débil en los meses de invierno por la crisis energética aunque ya no se contempla el escenario de la recesión técnica”.
“Creo que podría haber una recesión técnica muy leve, pero en este punto estamos hablando de semántica”, señala Coljin, de ING. “No esperamos un aumento significativo del desempleo, ya que la escasez de mano de obra hará que las empresas acaparen trabajadores a medida que la economía se debilita. Así que es probable que, si la economía se contrae durante dos trimestres seguidos, no se perciba como un periodo dramático para la economía”.
Si hay recesión o no, es algo que se dirimirá por una décima más o menos. Pero llegados a este punto, para los economistas ya no es algo sustancial. “Igual para los titulares de prensa...”, apunta Talavera, quien sí señala a un elemento de incertidumbre: “Me preocupa el efecto rezagado de la subida de los tipos de interés. Hay que verlo”.