Compartir beneficios en el capitalismo
La solidaridad es el cemento que trata de sostener el edificio europeo
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha sorprendido la semana pasada a muchos ciudadanos, especialmente a los políticos conservadores, con la propuesta de obligar a las compañías energéticas a “compartir los beneficios”. En su discurso...
Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha sorprendido la semana pasada a muchos ciudadanos, especialmente a los políticos conservadores, con la propuesta de obligar a las compañías energéticas a “compartir los beneficios”. En su discurso del Estado de la Unión 2022, afirmó que “en estos tiempos, está mal recibir beneficios extraordinarios récord aprovechándose de la guerra y a costa de los consumidores”. “Estos beneficios deben ser canalizados hacia quienes más lo necesitan”, apostilló.
La idea de compartir las ganancias empresariales suena a sacrilegio en el capitalismo, aunque se trate de una economía social de mercado como se define la Unión Europea. No han sido palabras improvisadas. La iniciativa está incluida en una propuesta de reglamento que prevé recaudar 140.000 millones de euros por los rendimientos extraordinarios generados por las energéticas en 2022. La Comisión Europea espera obtener estos recursos por dos vías. Por una parte, limitando los ingresos de las energías con bajos costes como renovables y nucleares y destinando el excedente, estimado en 117.000 millones de euros, a los consumidores. Por otra, mediante una “contribución temporal de solidaridad” del 33% a los beneficios extra de las empresas de petróleo, gas, carbón y refinadoras, que superen en un 20% los ordinarios, por la que se espera recaudar unos 25.000 millones.
La iniciativa de Von der Leyen, una política conservadora alemana, refleja una doble motivación: la toma de conciencia de la profundidad del malestar ciudadano por la escalada de precios y el astronómico volumen de beneficios de las energéticas que indigna a los consumidores. Las compañías Total y Shell se están forrando, más que duplicando sus beneficios. En el segundo trimestre han ganado 9.800 y 11.470 millones de euros, respectivamente.
La decisión ha sido muy bien recibida por el Grupo de los Verdes en el Parlamento Europeo. Su vicepresidente y eurodiputado por En Comú Podem, Ernest Urtasun, ha celebrado el uso de la previsión del Tratado (distorsión del mercado interior) como base del nuevo impuesto y considerado urgente “que el Consejo adopte rápido las dos medidas para un reparto más justo del coste de la inflación”.
La capacidad de respuesta de Europa ante las sucesivas crisis no deja de sorprender a pesar de sus constatados errores. Nicolas Levrat y Jenaro Talens, catedráticos de Derecho y Estudios Europeos de la Universidad de Ginebra, abordan el futuro de la Unión en el muy instructivo libro Quo Vadis, Europa? (Cátedra + media). Recuerdan que “el proyecto europeo es interesante precisamente porque no se inscribe en esta lógica de poder militar o económico”. “Es un proyecto de transformación de la sociedad”. Y citan la advertencia de Robert Schuman en 1950: “Europa no se hará de golpe, ni en una construcción de conjunto: se hará a través de realizaciones concretas, que crearán ante todo una solidaridad de hecho”. A pesar de las numerosas deficiencias, 72 años después, “las solidaridades de hecho”, siguen siendo el cemento que trata de sostener el edificio europeo.