El euro y la inflación

El mayor riesgo de la depreciación de la moneda es el aumento de la deuda pública

Michael Probst (AP)

En una entrevista de televisión una periodista le pregunto a Rudi Dornsbusch, el economista que más y mejor ha estudiado las dinámicas de los tipos de cambio, que pensaba que haría el dólar. La respuesta fue que preguntar por la evolución del dólar es de mala educación. Ahora que el euro ha vuelto a su paridad con el dólar veinte años después es momento de volver a hablar de tipos de cambio. La mayor parte de las transacciones diarias en el mercado de divisas corresponde...

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En una entrevista de televisión una periodista le pregunto a Rudi Dornsbusch, el economista que más y mejor ha estudiado las dinámicas de los tipos de cambio, que pensaba que haría el dólar. La respuesta fue que preguntar por la evolución del dólar es de mala educación. Ahora que el euro ha vuelto a su paridad con el dólar veinte años después es momento de volver a hablar de tipos de cambio. La mayor parte de las transacciones diarias en el mercado de divisas corresponden a flujos financieros y la relación entre tipos de interés y tipos de cambio es total.

Los bancos centrales usan los tipos de interés a corto plazo para implementar su política monetaria y el tipo de cambio se ajusta para que haya equilibrio monetario en el mundo en cada instante, las 24 horas del día y los 365 días del año. Los bancos centrales solo son independientes de las decisiones políticas para financiar los déficits públicos y no provocar hiperinflaciones, como ha sucedido en Venezuela. Pero solo tienen el monopolio de prestar dinero a muy corto plazo. Los tipos de interés de largo plazo y los tipos de cambio se fijan libremente en los mercados financieros con millones de transacciones cada día.

Una depreciación del tipo de cambio abarata tus exportaciones, encarece tus importaciones, mejora tu saldo exterior y aumentan tu PIB y el empleo. Pero también aumenta la inflación, especialmente en una crisis de materias primas energéticas que cotizan en dólares en los mercados internacionales. Si la Fed sigue subiendo los tipos de interés para contener la inflación, el BCE se verá obligado a subirlos, o el euro seguirá depreciándose y aumentará más la inflación.

Hace un año, cuando comenzó la crisis del gas, el euro cotizaba por encima de 1,2 con el dólar. Hoy está probando la paridad y, si la rompe, puede seguir cayendo hasta 0,9. El mayor riesgo del mayor aumento previsto de los tipos de interés sería el impacto sobre la deuda pública, especialmente sobre las primas de riesgo de los países más endeudados. Por eso el BCE se ha visto forzado a anunciar un mecanismo de intervención que les permita minimizar la volatilidad en las primas de riesgo, con el menor aumento del dinero en circulación para no generar más inflación.

Otro riesgo de la intensa depreciación del euro son quiebras empresariales en el sector energético. Alemania ya ha tenido que nacionalizar Uniper para evitar el colapso de su sistema de gas. El único escenario que podría frenar esta dinámica de inflación e inestabilidad cambiaria y financiera sería un alto el fuego en Ucrania y normalizar la llegada de gas ruso a Europa, especialmente a Alemania.

Si la guerra continúa, el escenario es susceptible de empeorar. Normalizar las expectativas de inflación llevará tiempo, pero la prioridad ahora es evitar otra crisis financiera global como en 2008.

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