Hungría veta ahora el impuesto mínimo del 15% en sociedades

El Ecofin fracasa por tercera vez en su intento de trasponer el acuerdo alcanzado en la OCDE el pasado otoño

El ministro francés de Finanzas, Bruno Le Maire, habla con su homóloga polaca, Magdalena Rzeczkowska.Julien Warnand (EFE)

Nuevo obstáculo para aplicar el tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades. Este viernes ha sido Hungría el país que ha vetado en el Ecofin, el órgano que agrupa a los ministros de Finanzas de la UE, la directiva que traspone el acuerdo alcanzado en la OCDE el pasado otoño, un pacto de casi 140 países, para fijar ese suelo en todo el mundo. ...

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Nuevo obstáculo para aplicar el tipo mínimo del 15% en el impuesto de sociedades. Este viernes ha sido Hungría el país que ha vetado en el Ecofin, el órgano que agrupa a los ministros de Finanzas de la UE, la directiva que traspone el acuerdo alcanzado en la OCDE el pasado otoño, un pacto de casi 140 países, para fijar ese suelo en todo el mundo. En la ocasión anterior fue Polonia quien impidió la aprobación.

La posición húngara ha frustrado las esperanzas de Francia, que ha puesto toda la carne en el asador durante este semestre en que le tocaba presidir el Consejo de la UE para aprobar este paso adelante hacia una armonización fiscal en Europa y en todo el mundo. Tanto es el empeño francés, que su ministro de Finanzas, Bruno Le Maire, ha declarado en el debate que ha mantenido en el Ecofin que no se daba por vencido y que haría un nuevo intento para sacar adelante la directiva en los pocos días que le quedan al país de presidencia.

Para justificar el rechazo, el ministro húngaro de Finanzas, Mihály Vargas, ha utilizado la guerra de Ucrania como excusa. “La Unión Europea debería prestar atención a las consecuencias de la crisis”, ha explicado. Otro argumento ha sido que con la inflación disparada, no es el momento de subir impuestos. Por último, ha utilizado la justificación de que no se debería trasponer el suelo mínimo en el impuesto de sociedades del 15% sin llegar a un acuerdo, también en el seno de la OCDE, para que las grandes tecnológicas paguen más impuestos donde generan sus ingresos. Este fue el elemento en que apoyó Polonia su rechazo de abril, en cambio, los húngaros no los habían utilizado hasta ahora.

“En tipo de crisis, lo que no entienden los ciudadanos es el dumping fiscal y el fraude”, ha contestado Le Maire, antes de explicar que no se resigna y que piensa volver rápido a la carga para sacar adelante la directiva.

La vicepresidenta primera española y ministra de Economía, Nadia Calviño, por su parte, ha mostrado su sorpresa por la posición de Hungría y ha reiterado la posición expresada en ocasiones anteriores: “Apoyamos la postura de la presidencia francesa”. La española incluso se ha preguntado en voz alta al acabar la reunión si “tiene sentido que se requiera la unanimidad” de todos los estados de la UE, un argumento que también ha reiterado el responsable de finanzas francés.

Otro que respaldado la posición gala ha sido el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, al despejar las dudas sobre cuándo llegará la fórmula para buscar que las grandes tecnológicas tributen más allí donde reciban ingresos: “La OCDE ha aclarado que están trabajando en los modelos técnicos, que presentarán al comienzo de 2023″.

En la última ocasión que el Ecofin fracasó en el intento de aprobar esta reforma impositiva fue Polonia quien jugó el papel de malo. La primera vez, además, se opusieron Estonia, Suecia y Malta. Esta vez, con su plan de recuperación aprobado por la Comisión Europea, algo bendecido precisamente por este Ecofin, Varsovia había anunciado su visto bueno. La alegría duró poco, porque después comenzó a saberse que era Budapest quien iba a oponerse. Al tratarse de una asunto fiscal, requiere que haya unanimidad entre los Estados miembros. Hungría había mantenido hasta ahora una posición discreta que el resto interpretaba como una aprobación tácita, admiten fuentes comunitarias. Pero una vez despejado el obstáculo polaco, después de la aprobación de su plan de recuperación, ha sido el Gobierno de Viktor Orban el que ha puesto problemas.

Hungría es el único país que ha presentado el plan de recuperación con su aprobación pendiente. Holanda, el otro país con su plan pendiente, ni siquiera lo ha presentado. El caso húngaro es muy distinto al holandés porque, aunque su Ejecutivo sí que ha presentado sus planes, no recibe la luz verde por sus incumplimientos sobre el Estado de derecho y su negativa a comprometerse con reformas que solucionen la situación. Algo similar sucedía con Polonia, aunque la distancia entre el Ejecutivo de Ursula von der Leyen y el de Varsovia era menor.

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