El centro de Amazon en Barcelona: 3.000 empleados y 6.000 robots para servir un millón de paquetes
Solo una quincena de los 40 almacenes cuenta con comités de empresa, pero la firma afirma que negocia con los sindicatos
Un operario de Amazon aguarda a que llegue rodando una estantería para coger los productos que un cliente cualquiera del área de Barcelona acaba de adquirir al gigante del comercio electrónico. Cuando esta aparece, toma unos cuantos artículos de un par de estantes y los deposita en una de las seis cajas de plástico negro que ha de rellenar. Y espera a que llegue la sigui...
Un operario de Amazon aguarda a que llegue rodando una estantería para coger los productos que un cliente cualquiera del área de Barcelona acaba de adquirir al gigante del comercio electrónico. Cuando esta aparece, toma unos cuantos artículos de un par de estantes y los deposita en una de las seis cajas de plástico negro que ha de rellenar. Y espera a que llegue la siguiente. El joven, como otros tantos compañeros distribuidos en la misma planta del centro, está solo en su lugar de trabajo. Su actividad depende del aprovisionamiento a través de esas estanterías y, sobre todo, de los pequeños robots que las mueven arrastrándose por el suelo.
Por cada trabajador que Amazon tiene en su centro BCN1 —el de mayor capacidad de España—, hay dos de esas máquinas, denominadas drive. Son 3.000 trabajadores contra 6.000 de esas roombas naranja de grandes dimensiones que inicialmente fabricaba una marca especializada y que acabó haciendo suyas Amazon Robotics. Aguantan 24 horas sin descanso gracias a sus baterías, soportan pesos de 1.500 kilos y apenas tienen que pasar una revisión menor cada 26 semanas.
El trasiego de los drive ha dejado huella después de tres años y medio de actividad que acumula el gran centro de distribución situado al lado del aeropuerto de El Prat: el suelo parece grabado por un dibujo geométrico repleto de líneas rectísimas y circunferencias perfectas que podrían ser una versión tecnológica de las líneas de Nazca. Cada cierta distancia aparece un código QR pegado al pavimento. Lo utilizan las cámaras incorporadas a los robots para geolocalizarse y encontrar el camino hacia su nueva parada.
Esa pista de baile está vetada a los humanos (salvo cuando hay problemas, como la caída de algún producto o una avería). Es un caos organizado, sin choques. Y un lugar clave del negocio del gigante del comercio electrónico: permite que el pedido pueda salir del centro de distribución en un margen de dos horas y que se puedan expedir en los días de más trasiego (la campaña de Navidad) hasta 60.000 paquetes por hora, un millón anuales. El miércoles, cuando Amazon invitó a EL PAÍS y a otros medios de comunicación, la actividad era de unos 25.000 por hora.
Movimientos repetitivos
El frenesí de las estanterías amarillas moviéndose choca con la supuesta tranquilidad con la que trabajan los empleados que las cargan y descargan con los productos más comunes e inverosímiles que aparecen en el infinito catálogo de Amazon. Sin embargo, Victoriano Mouriño, representante de CC OO en el comité de empresa del centro, remarca que no es oro todo lo que reluce: “Lo peor es el machaque de la gente con los movimientos repetitivos”, dice en referencia a los dolores de rodilla o de muñeca que acaban apareciendo con el tiempo, de agacharse y levantarse, de cargar cajas de hasta 15 kilos... Los próximos meses serán duros, con la campaña de los libros de texto: “Tienen que ponerse en la parte inferior de las estanterías, porque es donde caben, y eso supone que te tengas que agachar cada vez para poder cogerlos”. La empresa evita hablar de porcentajes de absentismo vinculados a enfermedades profesionales; él sospecha que está por encima del 20%.
Las polémicas laborales, sobre todo al albur de las surgidas por las dificultades para sindicarse en Estados Unidos, son constantes para el grupo fundado por Jeff Bezos. La directora de Relaciones Laborales en España, Alejandra Rodríguez del Castillo, niega la mayor. Señala que en todos los centros de trabajo se paga por encima del convenio provincial del sector, lo que permite que en ciudades como Madrid y Barcelona los salarios de partida se sitúen en los 1.700 euros brutos mensuales.
En España, el grupo cuenta con 18.000 trabajadores y 195 representantes sindicales. De los más de 40 centros de trabajo distribuidos por la geografía española, tan solo una quincena cuenta con comités de empresa, aunque la legislación abriga su creación como un derecho laboral. “En el último año, se han celebrado 12 elecciones sindicales en la compañía, lo que engloba sobre todo nuevos comités de empresas, pero también nuevos delegados sindicales. En un centro no se pueden producir elecciones hasta que tenga un periodo mínimo de seis meses”, señala Rodríguez del Castillo, quien reconoce que en los almacenes más pequeños acostumbra a haber menos comités de empresa.
La ejecutiva incide en la colaboración con los sindicatos. La última prueba de esa entente, en su opinión, se produjo hace dos semanas, cuando los trabajadores del centro de Barcelona participaron en una votación para renovar un acuerdo firmado hace tres años que permitía la actividad los fines de semana. En esta ocasión se ha ratificado con el compromiso de que Amazon pague 45 euros por cada sábado o domingo trabajado, además de otorgar un día festivo entre semana. El cambio es que, por primera vez, habrá un turno de trabajo por las noches en fin de semana. La compañía, en una campaña de marketing laboral, destaca las virtudes del acuerdo en un puñado de carteles que aún cuelgan en el exterior del centro. “Se crearían nuevos turnos de lunes a viernes para hasta 750 personas”, señala uno. Los drive todavía necesitan humanos para su trabajo.