La inflación en la zona euro supera el 8% por primera vez desde la creación de la moneda única

La energía impulsa los precios y el IPC ya es superior al 10% en seis países

El mercado de Maravillas, en Madrid.Manu Fernandez (AP)

La presión de la inflación aumenta mes a mes. En mayo los precios han aumentado un 8,1% en la zona euro, superando por primera vez un incremento anual de ocho puntos porcentuales desde que hay registro de datos en Eurostat, la oficina europea de estadísticas. La cotización de la energía vuelve a aparecer como la principal responsable de est...

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La presión de la inflación aumenta mes a mes. En mayo los precios han aumentado un 8,1% en la zona euro, superando por primera vez un incremento anual de ocho puntos porcentuales desde que hay registro de datos en Eurostat, la oficina europea de estadísticas. La cotización de la energía vuelve a aparecer como la principal responsable de este incremento. Pero cada vez con mayor fuerza se suman otros productos, de tal forma que la inflación subyacente, la que elimina del cálculo los componentes con precios más volátiles (energía y alimentos frescos) aumentó un 3,8%.

Un cóctel de altas cotizaciones de la energía agravadas por la invasión de Ucrania por Rusia, más el tirón de la demanda que ha traído la recuperación de la crisis provocada por la pandemia, los problemas en las cadenas de suministro y los coletazos que todavía da el coronavirus (confinamientos en China) han acabado con el mito -o la costumbre- de que con el euro la inflación había dejado de ser un problema. Desde que se puso en marcha, hace casi 24 años, los países que se integran en el área monetaria única han sufrido los niveles de inflación actuales.

Este comportamiento de los precios reduce el margen de maniobra del Banco Central Europeo en su giro a la política monetaria. Le lleva, con cada dato mensual, a tener que plantearse acelerar su vuelta a la normalización monetaria, es decir, dejar de comprar bonos (algo que sucederá en junio) y aumentar los tipos de interés por encima de cero, lo que es probable qué pase en julio. Pero ese plan parece quedarse corto mes a mes o al menos añade leña a la caldera, algo que los máximos responsables del BCE buscan conjurar: este lunes, sin ir más lejos, el economista jefe del BCE y miembro del Consejo de Gobierno, Philip Lane, vino a descartar que los tipos de interés suban en julio un 0,5% de golpe y se inclinó por el plan esbozado ya de un cuarto de punto en julio y otro cuarto en septiembre.

Se trata de lanzar una señal, como dijo el gobernador del Banco de Finlandia, Olli Rehn, en EL PAÍS, para que no se consolide en los actores económicos unas expectativas de inflación muy altas a largo plazo. El objetivo sería evitar efectos de segunda y tercera ronda en la inflación, o lo que es lo mismo, incrementos de salarios y precios que buscan compensar los incrementos iniciales de la inflación y acaban por hipertrofiarse.

El golpe de los precios en mayo se ha notado especialmente a los tres países bálticos. Uno de ellos, Estonia, ya supera el 20% en su IPC anual y Lituania y Letonia han alcanzado el 18,5% y el 16,4%, respectivamente. Junto a ellos también Eslovaquia, Grecia y los Países Bajos superan los dos puntos de inflación. Entre los grandes, Alemania llega al 8,7%, tres décimas más que España. Francia, en cambio, sigue con uno de los incrementos más bajo de la zona euro, 5,8%.

Al analizar por separado los diferentes grupos de componentes del IPC, vuelve a verse con claridad la responsabilidad de la energía en la situación actual, algo que siempre que pueden destacan las autoridades comunitarias para tratar de restar importancia al problema, aunque cada vez lo hacen con menos fe. El dato es claro: un salto del 39,2% en un solo año. Los demás grupos de productos también se encarecen, aunque su evolución en los últimos 12 meses se queda muy lejos de lo sucedido con el gas, el petróleo o el carbón.



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