Putin enturbia las reuniones de primavera del FMI
“La llamada a parar la guerra ha sido abrumadora”, afirma la vicepresidenta española Nadia Calviño, que se estrena como presidenta de turno del Comité Financiero del Fondo. La delegación rusa bloquea el comunicado de condena del Fondo a la agresión contra Ucrania.
La ofensiva de Moscú contra Ucrania ha enturbiado las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), una de las dos grandes citas que el organismo con sede en Washington celebra cada año y reúne a los popes de la economía de todo el mundo. La sangrienta invasión no solo ha hecho cambiar de arriba abajo todas las previsiones económicas, sino que también ha alterado el devenir de las sesiones. La tensión cristalizó este jueves, cuando la delegación del Kremlin bloqueó una declaración de condena.
“Desgraciadamente, la discrepancia de unos de los miembros ha roto la unidad....
La ofensiva de Moscú contra Ucrania ha enturbiado las reuniones de primavera del Fondo Monetario Internacional (FMI), una de las dos grandes citas que el organismo con sede en Washington celebra cada año y reúne a los popes de la economía de todo el mundo. La sangrienta invasión no solo ha hecho cambiar de arriba abajo todas las previsiones económicas, sino que también ha alterado el devenir de las sesiones. La tensión cristalizó este jueves, cuando la delegación del Kremlin bloqueó una declaración de condena.
“Desgraciadamente, la discrepancia de unos de los miembros ha roto la unidad. La guerra de Rusia contra Ucrania ha hecho imposible alcanzar un consenso sobre el comunicado”, afirmó en rueda de prensa la vicepresidenta española Nadia Calviño, que se ha estrenado como presidenta de turno del Comité financiero del Fondo, que es el organismo consultivo y rector de sus políticas.
Cuando uno de los países miembros de la institución es el invasor ―y causante de una crisis mayúscula no esperada― las discusiones sobre cómo responder se antojan complicadas. La situación estos días en el FMI no ha alcanzado el punto estrambótico de las Organizaciones de Naciones Unidas (ONU), donde Rusia es el país que ocupa la presidencia rotatoria del Consejo de Seguridad. Horas antes de comenzar la guerra, el representante permanente de Rusia ante la ONU, el embajador Vasily Nebenzya, presidía una reunión del máximo órgano ejecutivo, pero no sobre Ucrania, sino sobre Oriente Próximo. Y esa noche, en plena segunda reunión del Consejo en apenas 48 horas, el Kremlin anunció la ofensiva con las palabras de “una acción militar especial”.
Esta vez, Rusia no está al frente, pero sí tiene capacidad para vetar las declaraciones conjuntas, si bien, tal y como ha planteado Calviño, “los miembros han realizado una llamada abrumadora a detener la guerra y se han expresado preocupaciones por el impacto negativo del conflicto”. Tampoco la reunión del G-20 celebrada el miércoles pudo arrojar una posición conjunta por los mismos motivos. En lugar de emitir un comunicado conjunto, la presidenta del Comité del FMI leyó un comunicado en los que abordó los principales puntos de la reunión y alude a la factura humana y económica que la guerra impulsada por Rusia supone en el mundo, tanto por las consecuencias directas como por las indirectas.
En concreto, el organismo reclama una “resolución rápida a través de canales diplomáticos”, apela al “diálogo político” y defiende el multilaterialismo. El FMI no solo calcula que el conflicto lastrará en ocho décimas el crecimiento económico que había previsto para el mundo este año, hasta situarlo en el 3,6%, sino que advierte de que prolongará la escalada de precios y los problemas en las cadenas de suministro, lo que retroalimenta la crisis. Además, esta sacudida a la economía llega cuando el mundo se había acabado aún de recuperar del azote de la peor pandemia en un siglo y eleva el riesgo de retorno a una economía de bloques geopolíticos.
En este sentido, Calviño ha recalcado: “Si hay un momento para el multilateralismo es este”. Preguntada sobre si los Gobiernos deben priorizar solventar los problemas urgentes o seguir apostando por las metas de medio y largo plazo, como la sostenibilidad fiscal, la vicepresidenta española ha apuntado: “No es cuestión de tener que apostar por una cosa o la otra. Debemos ser muy efectivos respondiendo de una manera coordinada y firme a cualquier riesgo y crisis, sin perder de vista los objetivos a largo plazo de estabilidad financiera y fiscal”.