Huelga de camioneros: una protesta nacida en las redes que no llega a la mesa de negociación
Manuel Hernández inició en redes sociales un movimiento de transportistas indignados que ha quedado fuera de su control
Todo ha sido muy rápido. Hace solo nueve meses, el camionero albaceteño Manuel Hernández subía un vídeo a YouTube haciendo un monólogo sobre los males que aquejan a su gremio mientras manejaba el volante de un camión: “Cuando tengamos fuerza hay que plantarle cara a quien haga falta”. En ese momento a Hernández le faltaba músculo. La grabación solo tenía este lunes 89 visualizaciones, pero después de aquel mensaje del 9 de junio de 2021 vinieron muchos más vídeos ...
Todo ha sido muy rápido. Hace solo nueve meses, el camionero albaceteño Manuel Hernández subía un vídeo a YouTube haciendo un monólogo sobre los males que aquejan a su gremio mientras manejaba el volante de un camión: “Cuando tengamos fuerza hay que plantarle cara a quien haga falta”. En ese momento a Hernández le faltaba músculo. La grabación solo tenía este lunes 89 visualizaciones, pero después de aquel mensaje del 9 de junio de 2021 vinieron muchos más vídeos en otras redes sociales, reuniones por toda España y la firme determinación de parar un país.
Hernández es la cara visible de Plataforma Nacional para la Defensa del Transporte, la asociación que ha organizado la huelga nacional que desde hace ocho días ha frenado la producción de fábricas y el suministro a muchas tiendas, un movimiento que ha tenido episodios de violencia desautorizados por él mismo y otros portavoces. Su movimiento ha prendido por la mecha de la subida desbocada del precio de los combustibles y ha crecido gracias en parte al poder de las redes sociales, donde circulan mensajes de todo tipo, algunos apelando a la violencia. También les ha ayudado el aliento de los partidos de la derecha. Aunque el Gobierno ha señalado a Vox como instigador de los paros, no ha presentado pruebas de que ese partido ultra esté en el origen de las protestas o participe en ellas.
Hernández es un transportista de Hellín (Albacete) que en el vídeo, la primera aparición en las redes de esa asociación patronal, se define como un camionero “de teta”, que empezó en el sector de la mano de su padre en un tiempo pasado, cuando “había un respeto y unos precios con los que se podía vivir”. Hernández presenta en ese vídeo su nueva asociación para defender a los transportistas. Contaban con abogados y dirigentes, decía, pero aún no tenían socios. Él lamentaba en esa grabación que muchos camioneros se quejaban pero no se unían a la lucha: “Estoy ya hasta las narices de cobardes, de acomodaos, de borregos”.
La nueva asociación patronal se declaraba heredera de otra del mismo nombre nacida en 2007, que el año siguiente organizó con otros grupos del sector un paro nacional motivado también por la subida de los combustibles. Hernández, que no ha contestado a varias solicitudes de entrevista, fue cabecilla en ese movimiento, según dos camioneros participantes en aquella lucha que causó importantes perturbaciones a la economía española. Tras 11 días de paro, que incluyeron camiones en llamas y dos muertos, la Plataforma fue la última organización en desconvocar el paro.
Como pasó en aquella ocasión, la Plataforma de Hernández ha renacido al margen del sistema. El órgano que representa a los empresarios camioneros ante el Ministerio de Transportes es el Comité Nacional de Transporte por Carretera (CNTC), pero Plataforma considera que es “el mayor enemigo del pequeño transportista” porque a su entender sobrerrepresenta a las grandes empresas y silencia a los camioneros autónomos. “Son los que nos contratan”, decía Hernández en redes. “Los votos los tienen los señores que nos coaccionan”. Hernández buscaba aglutinar fuerza para convocar un paro nacional y con ese fin inició una serie de reuniones a nivel provincial para reclutar afines: “No se puede pedir que se gane una guerra si antes no se forma un ejército”.
Precarización del sector
Hernández reactivó la Plataforma en la primavera del año pasado, justo cuando la CNTC iniciaba su proceso de renovación, como cada cuatro años. La CNTC abrió un plazo para que las patronales demuestren su representatividad, pero en lugar de postularse a Plataforma, él decidió hacer la guerra desde fuera. Tres grupos resultaron dominantes de ese órgano: Confederación Española de Transporte de Mercancías (CETM), con el 64% de los votos; Fenadismer, con el 21%; y Astic, con el 10,5%.
El malestar con el CNTC es extendido entre los camioneros autónomos, según Juan José Gil, secretario general de Fenadismer, otra asociación que da voz a ese tipo de camioneros. “Llevamos denunciándolo desde hace muchos años. Ese órgano da preponderancia a las empresas transportistas en función de la flota de vehículos que poseen”. Esto ocurre en un sector donde el 72% de las empresas tiene uno o dos vehículos, según datos del Ministerio de Transporte.
El mensaje de Hernández resonó porque la precarización del trabajo de camionero es real. Casi nadie quiere ser camionero, un trabajo muy sufrido y cada vez peor pagado. A finales del siglo pasado la mayoría trabajaban para grandes empresas con flota propia, pero estas han adelgazado sus plantillas y muchas han sustituido a los asalariados por falsos autónomos propietarios del camión, según el secretario de Transporte por Carreteras de UGT, Diego Buenestado. Muchos otros autónomos trabajan para intermediarios que imponen condiciones injustas, que provocan que a veces los camioneros cobren por el porte un precio menor a su coste. “Hay un problema estructural de un sector que ha ido hacia el trabajo autónomo y precario que no va a solucionar una intervención en los precios del gasoil. Eso será solo un parche”, pronostica Buenestado.
A finales del año pasado, el CNTC amagó con un paro que fue desactivado cuando el Ministerio accedió a recoger en un decreto reivindicaciones históricas, como la actualización trimestral del precio del gasóleo en los contratos y la prohibición de participación del conductor en las operaciones de carga y descarga. Hernández no reconoció el acuerdo de la CNTC y continuó con su viaje para armar su “ejército”. Según la Plataforma, los intermediarios no están aplicando ese acuerdo y siguen imponiendo precios apelando a la libre oferta y demanda.
Ataviados con chalecos amarillos
Con la guerra de Ucrania ya empezada y los precios del gasóleo al alza, la Plataforma de Hernández convocó una asamblea en Madrid para votar un paro nacional, que fue aprobado a mano alzada casi por unanimidad de las más de 500 personas presentes, ataviadas con chalecos amarillos, el símbolo de la protesta que desestabilizó Francia en 2018. La reunión que aprobó la movilización fue el sábado 5 de marzo en el Palacio Vistalegre Arena, un recinto que, según dijo Hernández al micrófono, quedaba fuera de las posibilidades económicas de Plataforma, que cobra 15 euros al mes a sus afiliados. Él explicó que los dueños de Vistalegre redujeron a la mitad la tarifa usual de alquiler de 30.000 euros. Hernández pidió a los asistentes un esfuerzo: “A la salida se van a poner unas cajas donde de forma voluntaria cada uno de vosotros echéis lo que os dé la gana”, dijo.
No está claro cuánto apoyo tiene Plataforma. Fuentes de las asociaciones integradas en la CNTC reconocen que el seguimiento del paro que comenzó el lunes de la semana pasada les ha cogido por sorpresa. A la movilización se han sumado muchos camioneros autónomos que no estaban dentro de Plataforma. Convencerlos ha sido fácil porque padecen las subidas del combustible cada vez que paran en un surtidor. ¿El objetivo? Hernández asegura en los mensajes a sus afines que no pararán hasta que les reciba el Gobierno central. “Aquí si no hay soluciones firmadas que nos garanticen trabajar como personas y vivir como personas, pues más vale que se lleven los camiones a la chatarra y nos vamos de pastores, que por lo menos viviremos tranquilos”, dice en un audio compartido en sus grupos. Además de reivindicar mejoras laborales, exigen que el Gobierno democratice el proceso de elección del CNTC.
Tampoco está claro cuánto control tienen Hernández y los dirigentes provinciales. En la nueva era de las redes sociales es relativamente fácil iniciar un movimiento, pero es más difícil mantener las riendas. Mensajes verificados por este periódico ponen su objetivo en cadenas de supermercados: “Hay que ir y prender fuego a Mercadona”. Fuentes policiales han detenido a 45 personas por delitos de lesiones y daños, pero añaden que los incidentes violentos son responsabilidad de personas y no hay pruebas de que la Plataforma los organice.
Según fuentes de Plataforma, se organizan en un grupo de WhatsApp de 40 personas llamado “Administradores Plataform”, creado el domingo previo al inicio del paro. Ahí participan representantes provinciales que luego distribuyen los mensajes a otros grupos más amplios de esa red social integrados por miembros en sus territorios. El coordinador de Plataforma en Asturias, José Hernández, alias Pepín asegura que si en sus grupos se cuela un agitador, lo expulsan, pero hay grupos de WhatsApp y Telegram fuera de su dominio. “Esto es muy difícil de controlar, pero nosotros no solo no alentamos la violencia, sino que la condenamos”, dice este cabecilla territorial.
“¡No somos ultraderecha!”
Los representantes de la Plataforma dicen que el paro es un clamor de la clase trabajadora: “¡No somos de ultraderecha! Es una manera de desprestigiarnos”, lamenta Manuel Amuedo, portavoz en Sevilla.
Para explicar las protestas, Pilar Díaz pone su ejemplo. Dirige con su marido Transportes Zambrano, con una veintena de empleados y otra de camiones, y se sumó a la plataforma porque no le salen las cuentas: “La situación límite nos causa más pérdidas que beneficios. La subida del combustible nos ha hecho explotar y tenemos que parar porque es lo único que nos queda. Prefiero apoyar la huelga porque tenemos derecho a que nos escuche el Gobierno”, expone con desánimo.
Díaz explica sus gastos fijos: cada empleado le cuesta al mes unos 2.500 euros, la amortización media del préstamo de cada camión —cabeza tractora y remolque— supone 2.300 euros, las averías y el cambio de ruedas se traducen en 4.800 euros y el seguro de cada vehículo 2.100 euros. Cada camión consume a la semana 7.900 euros de combustible. “Este último mes no hemos sumado ni los ingresos ante la desmoralización. El gasoil lo pago a 1,81 euros el litro y hace un año a 1,07 euros, no puede ser y no tenemos nada que perder, porque las agencias de transporte no han subido ni bajado, están pagando el mismo precio”, se queja.
Rodrigo Juárez, representante en León de la plataforma, explica: “No quiero hacerme millonario, solo queremos vivir y que si los gastos suben o bajan, que los portes suban o bajen. La última semana me salió a pagar y puse dinero”. Juárez asegura que en su grupo de WhatsApp ha tenido “sindicalistas y guardias civiles” que ya se han ido o han sido expulsados después de una semana.