El ex consejero delegado de McDonald’s devuelve 105 millones de dólares por ocultar que mantuvo relaciones con empleadas
El antiguo ejecutivo llega a un acuerdo con la compañía, que lo despidió en 2019 por una relación consentida y luego lo demandó por mentir acerca de otros casos
Violar el código de conducta sobre relaciones sentimentales en el trabajo sale caro en Estados Unidos. El británico Steve Easterbrook, consejero delegado de McDonald’s que fue despedido en noviembre de 2019 por mantener relaciones con una subordinada, devolverá a la compañía 105 millones de dólares en efectivo y acciones. El acuerdo, que ha sido aprobado por el Consejo de Administración del gigante de la comida rápida, resuelve la demanda que McDonald’s había presentado contra Easterbrook por “su mala conducta, mentiras y esf...
Violar el código de conducta sobre relaciones sentimentales en el trabajo sale caro en Estados Unidos. El británico Steve Easterbrook, consejero delegado de McDonald’s que fue despedido en noviembre de 2019 por mantener relaciones con una subordinada, devolverá a la compañía 105 millones de dólares en efectivo y acciones. El acuerdo, que ha sido aprobado por el Consejo de Administración del gigante de la comida rápida, resuelve la demanda que McDonald’s había presentado contra Easterbrook por “su mala conducta, mentiras y esfuerzos por impedir la investigación de sus acciones”.
El ejecutivo británico ha pedido también disculpas “a la compañía y a la comunidad de McDonald’s en general” por no defender los valores de la cadena y por incumplir su responsabilidad como primer ejecutivo de la misma. Mediante el acuerdo, McDonald’s desestima la acción legal en curso en contra del defenestrado Easterbrook.
El Consejo de Administración de la cadena consideró en su día que Easterbrook “demostró un mal juicio”, pese a que la relación con la empleada era “consentida”, y que su actuación representaba una violación del código de conducta interna que rige para los empleados. Por ello, rescindió su contrato “sin motivo”, lo que permitió al ejecutivo recibir una indemnización de cerca de 40 millones de dólares por despido improcedente. En agosto de 2020, sin embargo, la empresa abrió otra investigación tras recibir información sobre una nueva relación sentimental que Easterbrook había ocultado cuando fue despedido. Las pesquisas concluyeron que el británico había mantenido otras tres “relaciones sexuales” con sendas subordinadas, además de la que admitió, y que en uno de los casos benefició a la mujer facilitándole acciones por valor de cientos de miles de dólares.
“Este acuerdo hace responsable a Steve Easterbrook de su evidente mala conducta, incluida la forma en que se aprovechó de su puesto como director ejecutivo” de la firma, ha explicado Enrique Hernández, presidente del Consejo de Administración, en alusión al abuso de poder durante la primera investigación de lo sucedido. “La resolución evita un proceso judicial prolongado y nos permite seguir adelante. Con este acuerdo, los empleados, la gerencia y la dirección de la compañía pueden continuar enfocando su atención en el crecimiento del negocio”.
Easterbrook se puso al frente de McDonald’s en marzo de 2015 con el reto de sacarla del declive, por la disminución de clientes en sus locales. Durante los cuatro años al frente de la firma, sometió a los restaurantes a una intensa renovación y apostó por la digitalización de los menús para acelerar las ventas. La valoración bursátil de la compañía se duplicó durante su gestión.
El mismo año en el que Easterbrook fue despedido, en plena resaca del movimiento #MeToo contra el acoso sexual, y en un intento de lavar su imagen, el gigante de las hamburguesas amplió los canales para que los empleados pudieran reportar casos de mala conducta en el lugar de trabajo. Fue a raíz de que un grupo de empleadas demandara a la dirección tras ser acosadas sexualmente mientras trabajaban. El despido fulminante de Easterbrook no es el único que ha sacudido el mundo empresarial en EE UU por casos de relaciones sentimentales entre jefes y empleados. Pero la delgadísima línea existente entre la atribución de responsabilidades y el escrutinio de la vida privada quedó nuevamente de manifiesto.
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