La lira turca se hunde tras la decisión de Erdogan de ahondar en los recortes de intereses
La moneda de Turquía se da el mayor batacazo en dos décadas con pérdidas intradía de hasta el 13 %
Martes negro para la lira turca. La cotización de la moneda turca volvió a tocar mínimos históricos con caídas de hasta el 13% de su valor frente a euro y dólar ―el mayor batacazo intradía en dos décadas― víctima de la falta de confianza en la gestión económica del presidente Recep Tayyip Erdogan. La lira lleva tres semanas depreciándose, cada día a una velocidad mayor, y desde el pasado febrero acumula una bajada del 43%.
La razón principal de la caída de la divisa turca se halla en ...
Martes negro para la lira turca. La cotización de la moneda turca volvió a tocar mínimos históricos con caídas de hasta el 13% de su valor frente a euro y dólar ―el mayor batacazo intradía en dos décadas― víctima de la falta de confianza en la gestión económica del presidente Recep Tayyip Erdogan. La lira lleva tres semanas depreciándose, cada día a una velocidad mayor, y desde el pasado febrero acumula una bajada del 43%.
La razón principal de la caída de la divisa turca se halla en la presión del Ejecutivo para que el Banco Central baje los tipos de interés a fin de impulsar la economía, pese a la alta inflación que afecta al país. En marzo, el entonces gobernador Naci Agbal, partidario de una política restrictiva de los créditos para mantener el valor de la lira, fue fulminantemente despedido por Erdogan y, en su lugar, se colocó a un economista y columnista de un diario progubernamental, Sahap Kavcioglu, el cuarto gobernador en ocupar el cargo en dos años. También han sido despedidos en los últimos meses los integrantes del comité de política monetaria del Banco Central contrarios a reducir el precio del dinero por debajo de la inflación.
En septiembre, la institución emisora inició la política de recorte de tipos (entonces en el 19%) con progresivas bajadas hasta la decretada la semana pasada de 100 puntos básicos, que dejó el tipo de referencia en el 15 %. Los precios en octubre, sin embargo, aumentaron un 19,89% respecto al mismo mes de 2020, según las cifras del instituto oficial de estadística (TÜIK), cuya fiabilidad está en entredicho por las continuas purgas que ha sufrido (por ejemplo, este año se ha negado a publicar estadísticas de mortalidad para evitar revelar el alcance total en muertes de la Covid-19). No en vano, el grupo independiente ENAG, formado por académicos y economistas, sostiene que la inflación en octubre alcanzó el 46%. En pleno temporal, BBVA ha lanzado una opa por el 50,15% restante de su filial turca, lo cual le ha supuesto un duro castigo de los inversores. En lo que va de mes, la entidad pierde un 16% de su valor en Bolsa.
Pero el brusco hundimiento de este martes se produjo a raíz del discurso de Erdogan tras el Consejo de Ministros del lunes, en el que volvió a defender contra viento y marea la política de rebaja de intereses y cargó contra todos aquellos que defienden una política de intereses altos para luchar contra la inflación (el presidente turco afirma que son los tipos de interés altos los que aumentan la inflación y los bajos la reducen, al contrario de lo que postulan la mayoría de economistas). Por un lado, el presidente turco aseguró que la “competitividad” de la divisa es una buena noticia de cara a las exportaciones y a la inversión, sin embargo, a la vez, atribuyó su caída a “juegos” de fuerzas extranjeras. “De todas las batallas hemos salido de forma honorable tomando una postura fuerte. Con ayuda de Dios y el apoyo de nuestra nación, emergeremos victoriosos de esta Guerra de la Independencia económica”, dijo Erdogan en referencia a la guerra librada hace un siglo por los nacionalistas turcos contra las potencias invasoras que permitió surgir a la República de Turquía de entre las cenizas de un derrotado Imperio otomano.
Lo que parece claro es que, esta vez, ni el Banco Central ni los bancos públicos tienen la directiva del Gobierno de tratar de frenar la caída de la lira mediante la venta de moneda extranjera como ocurrió el pasado año, lo que llevó a la institución emisora a quemar la práctica totalidad de sus reservas en divisa. Algunos analistas locales opinan que se trata de una política consciente para abaratar la divisa y espolear las exportaciones, si bien el ministro de Finanzas, Lütfi Elvan, afirmó a inicios de mes que el Gobierno no persigue este objetivo, lo cual ha dejado a muchos pensando si existe un plan detrás de la actual política económica o es fruto de la improvisación.
De cualquier modo, las exportaciones se han incrementado un tercio y las previsiones auguran un incremento del 10% en el PIB tras un 2020 en que la economía turca no llegó a contraerse. El déficit por cuenta corriente, uno de los problemas que arrastra tradicionalmente el país, está en mínimos históricos.
Pero a pie de calle, los números de la macroeconomía no consuelan a nadie y el ambiente es de crisis. El hundimiento de la lira ha encarecido la importación de insumos esenciales para el funcionamiento de la industria y de la agricultura, lo que aleja la perspectiva de una moderación en el alza de precios. La respuesta del Gobierno ha sido enviar a policías y técnicos del Ministerio a investigar a cadenas de supermercados y mercados callejeros de verduras y multarles en caso de que suban los precios demasiado. En las redes sociales han aparecido fotografías de algunos supermercados en los que se limita la compra de productos no perecederos ―para evitar el acaparamiento de productos―, si bien la mayoría de cadenas no ha tomado estas medidas. Algunas empresas que se dedican a la venta de fertilizantes y medicinas -en su mayoría importados- sí que han parado temporalmente sus ventas debido a la fluctuación del cambio, según informa la prensa local.