La recuperación empieza a suturar parte de la brecha de género en el empleo

Por octavo mes consecutivo sube el número de trabajadoras ocupadas mientras el total de desempleadas va a la baja desde febrero, cuando se alcanzó el pico más elevado

Dos adolescentes se vacunan contra la covid-19 en el hospital Enfermera Isabel Zendal de Madrid, el 29 de septiembre.Chema Moya (EFE)

La pandemia aprieta, pero cada vez ahoga menos al mercado laboral. Cercado el impacto del virus gracias al cortafuegos de las vacunas, el regreso de la actividad permite que empresarios y trabajadores respiren más holgadamente aunque sea todavía a través de la mascarilla. ...

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La pandemia aprieta, pero cada vez ahoga menos al mercado laboral. Cercado el impacto del virus gracias al cortafuegos de las vacunas, el regreso de la actividad permite que empresarios y trabajadores respiren más holgadamente aunque sea todavía a través de la mascarilla. Los datos de paro registrado de septiembre, dados a conocer este lunes por los Ministerios de Trabajo y Seguridad Social, evidencian que la recuperación no ha perdido su empuje, sino más bien todo lo contrario. Hasta tal punto que algunas de las heridas abiertas por el virus empiezan a cicatrizar. Es el caso del desempleo femenino, agigantado durante gran parte de la pandemia, y que en 2021 acumula siete meses a la baja y se encuentra ya en cifras prácticamente similares a las de la época precoronavírica.

Septiembre terminó con 3.257.802 trabajadores desempleados, de los cuales 1.932.239 eran mujeres (59,3%). Sin embargo, esta cifra es el resultado de siete meses consecutivos de mordiscos al montante con el que comenzaba el año (2.273.375). Si bien entre los meses de enero y febrero el número de trabajadoras desempleadas creció hasta situarse en 2.304.779 (+31.404), el pico más elevado durante la pandemia, desde entonces la cifra se ha reducido considerablemente: hoy hay 372.540 paradas menos (-16,16%).

Gracias a esta cadencia, replicada tanto a nivel general como poniendo la lupa en la distinción de sexos, los datos de paro están cada vez más cerca de sintonizarse con los anteriores a la pandemia. Aunque actualmente ya hay menos hombres en paro que en febrero de 2019, la última mensualidad sin rastro del virus, (1.325.563 a 1.360.225), las mujeres también están cerca de empatar con esos registros (+3.424).

Empiezan a quedar cada vez más lejos los guarismos de 2020, los que más castigaron al colectivo de mujeres trabajadoras: entre enero y diciembre el paro femenino pasó de 1.896.873 desempleadas a 2.225.121 (+328.248). Y más todavía cuando el paro alcanzó su máximo en la pandemia. Ocurrió en el pasado febrero y se superaron por primera vez los cuatro millones de desempleados (4.008.789). Entonces las mujeres representaban el 57,4% del total, y se acercaban peligrosamente a la barrera de los dos millones y medio de desempleadas.

Diversificación

Sin embargo, los números reflejan tendencias, pero lo hacen desde una frialdad estadística que en ocasiones esconde realidades opuestas. Al menos esa es la opinión de Lola Santillana, secretaria de Empleo y cualificación profesional de CC OO. “Que aparentemente la brecha de género que ha agudizado la pandemia se esté cerrando no quiere decir que la situación entre hombres y mujeres se haya equiparado”, reconoce. “Durante la pandemia se ha visto cómo las mujeres han podido mantener su empleo en sectores como la enseñanza o la sanidad, tradicionalmente feminizados, pero eso no significa que las condiciones de trabajo respecto a los hombres sean hoy las mismas”, añade.

Santillana se centra, por ejemplo, en otra remesa de datos que evidencian la existencia todavía de esta diferenciación entre sexos: la contratación temporal. Según los últimos registros, en septiembre se firmaron 1.923.846 contratos, de los cuales 1.707.158 fueron temporales (88,7%) y tan solo 216.688 (11,3%) indefinidos. Entrando en las tripas de estas contrataciones, de los 894.925 acuerdos que protagonizaron las mujeres, 788.970 (88,1%) fueron eventuales. “Hay que ponerle freno a la temporalidad, y mejorar las condiciones de trabajo de hombres y mujeres”, reclama Santillana. Para ello, propone una “diversificación de las ocupaciones” que no arrincone a las mujeres en sectores muy determinados.

Disgregadas por edades, esta caída del paro femenino que se registra en 2021 encuentra un mayor reflejo entre las mujeres mayores de 25 años: de las 2.100.682 con las que comenzó el año tan solo quedan 1.807.807 (-318.989). Del mismo modo, en la franja de menores de 25, la caída es igualmente significativa, aunque los números son algo menos opulentos: de 172.693 a 124.432 (-48.261).

En el reverso de la moneda laboral se colocan por norma general las afiliaciones a la Seguridad Social, y ahí las mujeres también han ganado peso. Los datos del ministerio son reveladores. En primer lugar, porque el número de ocupadas no ha dejado de crecer a lo largo de 2021: de las 8.779.888 con las que comenzó enero se ha pasado en septiembre hasta las 9.087.731 (+307.843). Bien es cierto que porcentualmente la cifra apenas ha variado: del 46,63% al 46,53%.

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