La inflación acelera en la zona euro hasta el 2,2%, el máximo en casi tres años
La subida de los precios sobrepasa ligeramente el objetivo del Banco Central Europeo
La inflación en la zona euro se situó en julio en el 2,2%, su nivel más alto desde octubre de 2018 y tres décimas por encima del dato de junio. Según informó Eurostat este miércoles, la energía, que está encareciendo hasta cotas históricas la factura de la luz de millones de ciudadanos de todo el continente y haciendo que tengan que rascarse el bolsillo para llenar el depósito de sus vehículos ...
La inflación en la zona euro se situó en julio en el 2,2%, su nivel más alto desde octubre de 2018 y tres décimas por encima del dato de junio. Según informó Eurostat este miércoles, la energía, que está encareciendo hasta cotas históricas la factura de la luz de millones de ciudadanos de todo el continente y haciendo que tengan que rascarse el bolsillo para llenar el depósito de sus vehículos —la gasolina vive el agosto más caro desde 2013—, es la principal culpable del incremento de los precios en los Diecinueve, seguida de alimentación, alcohol y tabaco, servicios y bienes no industriales.
Por primera vez desde que fijara su nuevo objetivo de inflación en el 2%, el Banco Central Europeo ve así cómo los precios rebasan ese umbral, aunque tras ese giro hacia una mayor flexibilidad no parece que eso vaya a cambiar mucho. La entidad ya anunció que tolerará subidas temporales de los precios superiores al 2% sin mover ficha en sus programas de estímulos. Y Fráncfort sigue creyendo a pies juntillas que las subidas son un fenómeno transitorio.
La cifra de la agencia estadística europea recoge la inflación conjunta, pero como suele suceder en la desigual Europa, los ritmos de los miembros de la moneda única son muy distintos. Cinco países del Este —Estonia, Hungría, Polonia, Rumanía y Lituania— tienen las tasas más elevadas, de entre el 3,8% y el 4,9%. Y cuatro del Sur —Malta, Grecia, Italia y Portugal— mantienen los precios contenidos entre el 0,3% y el 1,1%. A diferencia de sus socios meridionales, la inflación en España, uno de los países con la electricidad más cara, supera con holgura la media de la eurozona, con los precios en el 2,9%. Y la batería de récords que ha seguido batiendo en agosto el importe de la luz deja entrever que España difícilmente reducirá ese indicador cuando se publique el próximo dato.
Los números siguen, sin embargo, muy influidos por la comparación con el año 2020, cuando las restricciones por la pandemia eran mayores y afectaron con más fuerza a los precios. La zona euro llegó a encadenar cinco meses de inflación negativa en la última parte de dicho ejercicio, pero en lo que va de 2021 esta ha permanecido siempre en positivo. Factores como la escalada del precio del petróleo y de la electricidad, la continuidad de los estímulos fiscales y monetarios, el encarecimiento del transporte marítimo por los atascos en puertos y fábricas y los problemas de las cadenas de suministro debidos a la combinación de rebrotes de la variante delta y la elevada demanda mundial por el desembalse del ahorro acumulado durante la pandemia están empujando los precios al alza. Sin embargo, buena parte de los expertos creen que el margen para que la inflación se acentúe en 2022 es reducido.
Pese al avance, la inflación en la zona euro sigue muy lejos de la de EE UU (5,4%). Con los niveles de PIB previos a la pandemia ya recuperados, y el desempleo contenido, la Reserva Federal sopesa empezar a combatir la subida de precios con una retirada de estímulos monetarios que podría empezar este mismo año. Este mismo miércoles la Oficina de Estadísticas Nacionales británica también ha comunicado que la inflación en el Reino Unido desaceleró del 2,5% al 2%. La ralentización, aun cuando los coches de segunda mano siguen encareciéndose en plena crisis de falta de chips, ha sido mayor a la esperada debido a la caída del precio de la ropa, el calzado y los artículos de ocio, pero se espera que sea solo una tregua antes de nuevas subidas. James Smith, economista de ING, augura que se trata de “la calma antes de la tormenta” y la pausa puede estar relacionada con la comparativa con julio del año pasado, cuando el Gobierno de Boris Johnson suavizó las restricciones.