¿Está seguro de que es un inversor a largo plazo? Estas preguntas le pondrán a prueba

Un ahorrador que no se deje llevar por la volatilidad inmediata tiene más opciones de lograr rentabilidades que aquellos con miras más cortas

Patio de operaciones de la Bolsa de Madrid.Alberto Ortega (Europa Press via Getty Images)

Invertir a largo plazo suele ser casi siempre una estrategia que ofrece rentabilidades. La empresa de servicios financieros Morningstar analiza, entre otros activos financieros, cerca de 46.600 fondos de inversión. En el plazo de 10 años, más de 45.800 de ellos han generado rendimientos anuales positivos; de hecho tan solo 780 arrojan pérdidas en este periodo. Aunque estos últimos representan en torno al 1,7% del total es probable que tal circunstancia importe poco a sus desaf...

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Invertir a largo plazo suele ser casi siempre una estrategia que ofrece rentabilidades. La empresa de servicios financieros Morningstar analiza, entre otros activos financieros, cerca de 46.600 fondos de inversión. En el plazo de 10 años, más de 45.800 de ellos han generado rendimientos anuales positivos; de hecho tan solo 780 arrojan pérdidas en este periodo. Aunque estos últimos representan en torno al 1,7% del total es probable que tal circunstancia importe poco a sus desafortunados partícipes. Si el criterio de selección pasa a ser tener rendimientos reales positivos, es decir, descontando la inflación media del periodo, ya se reducen a algunos menos de 45.000 los fondos que pasan el filtro. Quedan unos 1.800 (el 3,7% del total) que no lo hacen.

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En los mercados de valores, los datos apuntan en la misma dirección. David Azcona, responsable de inversiones de Beka Values Private Banking, explica que si se hubiera invertido en el MSCI World desde el año 2000 y hasta junio de este año, “sin hacer nada, la rentabilidad anual promedio que se hubiera logrado sería del 5,18%”. Sin embargo, continúa, “bastaría con haberse perdido las cinco mejores sesiones de estos 20,5 años para que ese rendimiento anual medio bajara al 3,06% y hasta el 0,56% si fueran 10 las jornadas de mayores alzas no disfrutadas”. Y es que, tal y como corrobora Borja Durán, consejero delegado de Wealth Solutions, cuando los inversores, “en su intento de obtener una rentabilidad superior a la del mercado, realizan muchas operaciones, con el correspondiente impacto drenador de los costes, lo que hacen es aumentar la probabilidad de obtener pérdidas en el largo plazo”.

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Durán recurre igualmente a los datos: en los últimos 20 años, seis de los mejores 10 días bursátiles ocurrieron dentro de las dos semanas donde también se registraron los 10 peores días de esas dos décadas. A su juicio, esto deja claro que “la probabilidad de obtener rentabilidades positivas es directamente proporcional al tiempo que estamos invertidos. A 15 y 20 años, el porcentaje de éxito, entendido este como rendimiento positivo, sube hasta el 96,3%”.

Visto que la inversión a largo plazo cumple la máxima de ser rentable en la mayor parte de los casos, la primera cuestión que se plantea es si esta se adapta o no a todos los perfiles. Para Ana Guzmán, directora de inversiones de Portocolom, “hay que desmitificar los absolutismos en este sentido: inversión a largo plazo sí y también, no”. A su juicio no es lo mismo tener 25 que 80 años, básicamente porque la relación en el binomio gasto/ahorro es completamente distinta. Guzmán cree que “no debe invertir a largo plazo quien con una caída del 5-10-15% en un día no va a dormir tranquilo”. Hay que estar dispuesto a asumir vaivenes, recortes dramáticos y alzas significativas, puntualiza.

Comparte opinión Gonzalo García Valero, responsable de asesoramiento de Caser, para quien “el largo plazo sí es para todo el mundo, pero solo si de verdad se tiene ese horizonte temporal”. A su entender, hay que saber sostener las pasiones del día a día y para ello cree imprescindible recurrir a un experto, que actuará “como su médico, en busca de su salud financiera y emocional”.

La cuestión que surge después, aún aceptando que el inversor tiene verdaderamente un perfil largoplacista, es si el largo plazo del pasado (del que los datos dicen que fue rentable) será el mismo largo plazo del futuro. Tal vez las respuestas de los expertos consultados no sean las esperadas. Todos ellos creen que será bien diferente.

Ana Guzmán, de Portocolom, tiene claro que hay sectores que si bien en el pasado fueron rentables puede que no lo sean en el futuro. A su juicio, hay que “ver mundo” y decidir hacia dónde va. En su opinión, las necesidades del mañana se centran en salud, energía, infraestructuras o ciberseguridad… No se trata, según explica, de sectores o áreas geográficas, sino de tendencias.

David Azcona, de Beka Values, vuelve a recurrir a los datos para justificar su respuesta. Según sus análisis, la rentabilidad esperada para los próximos 10 años de los activos financieros en términos reales, es decir descontada la inflación, no llegará al 4% anual para las acciones estadounidenses. Será algo superior en el caso de las acciones no estadounidenses y llegará al 5% para las de los países emergentes. Los bonos del Tesoro, americanos o no, darán rendimientos reales negativos a medio plazo, lo mismo que la liquidez. “Las rentabilidades del futuro están muy comprimidas por lo que hay que abandonar los viejos modelos de gestión con porcentajes establecidos de renta fija/variable y en áreas geográficas por otros patrones de diversificación ligados a la economía real”. En este sentido, también apuesta por las tendencias vinculadas a las infraestructuras, logística, energía y sostenibilidad con la particularidad de que incluye el oro como activo refugio.

Pandemia y cambios

Gonzalo García Valero, de Caser Asesores Financieros, tiene igualmente claro que el futuro será diferente. “La pandemia ha acelerado los cambios estructurales en lo relativo a comercio y digitalización; las mayores empresas de antaño ya no son las de ahora”, explica. Incide también en la casi obligatoriedad de romper el enfoque tradicional entre activos (renta fija y variable) y áreas geográficas (mercados desarrollados y emergentes). “Hay que utilizar un enfoque actual centrándose en la inversión temática; que no es lo mismo que un sector o un área: es una tendencia y, entre ellas están la digitalización, la sostenibilidad o la robótica”.

La visión de ese futuro por parte de Borja Durán, de Wealth Solutions, es algo diferente. Para empezar puntualiza que “al igual que no invertimos en negocios o inmuebles a corto plazo, pues entendemos que son proyectos con periodos de maduración elevados, cuando invertimos en activos financieros tenemos que aplicar el mismo criterio”. Dicho esto, considera que los retornos esperados para los activos financieros en los próximos años son, “incluso intuitivamente” más bajos de los obtenidos en las últimas décadas. “Queda entonces la alternativa de asumir riesgos, pero no en temáticas o en tendencias que, además de incorporar altas comisiones no permiten la adecuada diversificación, sino en compañías con buenas valoraciones por el siempre tradicional método del descuento de flujos de caja”.


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