Un impuesto mínimo global del 15% duplicaría la carga fiscal de las mayores multinacionales
Un informe de Morgan Stanley concluye que los grupos ubicados en EE UU, las Islas Caimán, Canadá, Bermudas, Taiwan y Japón serán los más afectados
Las mayores multinacionales del mundo verían casi duplicar la carga fiscal que soportan en su conjunto si se aplicara un impuesto mínimo de sociedades del 15%. Esta es una de las conclusiones de un informe del banco de inversión Morgan Stanley, que analiza el potencial impacto del acuerdo recientemente alcanzado por los países del G-7 para gravar más a las grandes corporaciones. El co...
Las mayores multinacionales del mundo verían casi duplicar la carga fiscal que soportan en su conjunto si se aplicara un impuesto mínimo de sociedades del 15%. Esta es una de las conclusiones de un informe del banco de inversión Morgan Stanley, que analiza el potencial impacto del acuerdo recientemente alcanzado por los países del G-7 para gravar más a las grandes corporaciones. El consenso alcanzado por los Siete ―EE UU, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia y Japón― pasa por fijar un impuesto mínimo de “al menos el 15%” y un sistema para que los mayores grupos tributen allí donde generan beneficio aunque no tengan presencia física en el territorio.
El informe del banco de inversión estima que unas 400 compañías que actualmente abonan un tipo medio efectivo en el impuesto de sociedades del 8% podrían estar sujetas al nuevo suelo del 15%, que tiene el objetivo de frenar la carrera fiscal a la baja que desde hace tres décadas afecta a este tributo y que merma la recaudación de los Estados. Las multinacionales más afectadas serán las que operan en los sectores de internet, marketing directo y hardware. “En teoría, un tipo mínimo del 15% casi duplicaría la carga fiscal agregada de este grupo, sin considerar otras variables, exenciones, etcétera”, señala el estudio. Desde un punto de vista territorial, los grupos más expuestos serán los ubicados en EE UU, las Islas Caimán, Canadá, Bermudas, Taiwan y Japón.
La entidad, sin embargo, matiza que aún faltan por conocer muchos detalles técnicos del nuevo marco internacional así como su alcance. “Hay un número de factores que podrían determinar el resultado final”, señala el informe, que intenta calcular el impacto potencial de una futura reforma a raíz de la información disponible. “Si bien la mayor parte de la atención de la prensa se centra en el tipo, la forma en que se determina la base imponible [cantidad sobre la que se tributa] es posiblemente el componente más importante de la ecuación”, añade.
A principios de julio, los países del G-20 se reunirán en Venecia en una cita que se considera clave para lograr un consenso más amplio. Por lo menos político. En octubre habrá otra cumbre del bloque, una fecha que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) considera más realista para conseguir el pacto. Este organismo, que junto al G-20 acordó hace años trabajar en la reforma del orden tributario internacional ante el reto de la digitalización y la globalización, lleva tiempo intentando poner de acuerdo a más de 130 países sobre unas nuevas reglas fiscales.
Dos pilares
El acuerdo del G-7, en línea con los dos pilares del marco inclusivo de la OCDE y el G-20 sobre BEPS (erosión de la base imponible y el traslado de beneficios), también prevé un esquema para que las multinacionales tributen ahí donde generan beneficios aunque no tengan presencia física en el territorio, el elemento en torno al cual gira el actual sistema fiscal internacional y que se ha dado de bruces con un mundo cada vez más digitalizado y globalizado. Los siete han propuesto que los países podrán gravar a los grupos que operen en su territorio y tengan un margen de beneficio superior al 10%, para que paguen al menos el 20% de la parte que exceda ese margen. EE UU había propuesto anteriormente que bajo este paraguas entraran las 100 multinacionales más grandes del mundo.
Según el informe de Morgan Stanley, una fórmula de este tipo abarcará a un espectro más amplio de sectores, y afectaría sobre todo a las empresas que operan en países de baja tributación. Las actividades tecnológicas y sanitario-farmacéuticas sufrirán el mayor incremento en el tipo efectivo que pagan. Desde un punto de vista de recaudación, los mayores impactos los tendrían Estados Unidos (48%), Francia (8%), Alemania (7%) y Japón (7%).
La OCDE calculó ―en este caso considerando un tipo mínimo del 12,5%― que ambos pilares podrían aumentar los ingresos del impuesto de sociedades a nivel mundial entre 50.000 y 80.000 millones de dólares al año. Los países con tipos impositivos nominales bajos serían los más afectados. Entre ellos se incluyen Estados como Irlanda, que se ha convertido en la puerta trasera de las grandes multinacionales para trasladar beneficios a jurisdicciones de baja tributación y tiene una tasa legal del 12,5%, inferior al suelo del 15% propuesto por el G-7. Según un reciente informe del EU Tax Observatory, tan solo la UE recaudaría 48.000 millones adicionales en 2021 con un tipo del 15%.
“Si bien la voluntad política de lograr un acuerdo para julio parece clara, se trata de problemas complejos y un acuerdo retrasado (posiblemente en octubre o más tarde) parece más realista”, señala el informe del banco de inversión. Y apunta a varios desafíos: desde los detalles técnicos sobre la definición de la base imponible del impuesto hasta el alcance de las medidas, así como el apoyo político y la pérdida potencial de recaudación de determinados países. El tiempo lo dirá.