Biden, la utopía útil de Piketty
El presidente de EE UU ha decidido reducir las brutales desigualdades a pesar de la resistencia de Wall Street
La decidida propuesta fiscal del presidente Joe Biden de doblar el impuesto sobre las ganancias de capital marca un punto de inflexión en la lucha contra las desigualdades en Estados Unidos. Si la idea prospera puede imprimir un cambio radical en el debate global sobre el papel de los impuestos. La historia ha mostrado que las desigualdades generadas por el capitalismo a rienda suelta pueden ser corregidas mediante un sistema fi...
La decidida propuesta fiscal del presidente Joe Biden de doblar el impuesto sobre las ganancias de capital marca un punto de inflexión en la lucha contra las desigualdades en Estados Unidos. Si la idea prospera puede imprimir un cambio radical en el debate global sobre el papel de los impuestos. La historia ha mostrado que las desigualdades generadas por el capitalismo a rienda suelta pueden ser corregidas mediante un sistema fiscal adecuado que asegure una igualdad real de derechos y servicios públicos.
La apuesta del líder estadounidense está en sintonía con la propuesta de crear “un impuesto mundial progresivo sobre el capital” que viene defendiendo el economista Thomas Piketty desde 2013 en su libro El Capital del siglo XXI. El autor francés no ocultó las dificultades de aplicar esta medida a nivel global. Por esto reconoció que “el impuesto mundial sobre el capital es una utopía”. Aunque precisó acto seguido que era una “utopía útil” que puede instituirse de forma gradual y progresista.
La tesis de Piketty es que el capitalismo genera una desigualdad fundamental debido a que la tasa del rendimiento del capital (beneficios, dividendos, intereses) es varias veces mayor que la evolución de la producción y los ingresos de la economía. En otras palabras, las ganancias del capital crecen mucho más deprisa que el conjunto de la economía. Cree que el proceso de acumulación y de distribución de la riqueza contiene en sí mismo poderosas fuerzas que empujan hacia la desigualdad. Y que esta lógica implacable puede contrarrestarse mediante un impuesto mundial al capital.
La realidad es que la desigualdad no ha cesado de crecer. En Europa, los rendimientos del capital han pasado de representar del (15% - 25%) del ingreso nacional en 1975, al (25% - 35%) en 2010. Piketty advierte que la desigualdad fundamental del capitalismo nada tiene que ver con una imperfección del mercado; muy por el contrario, cuanto más “perfecto” sea el mercado del capital más posibilidades tiene de cumplirse la desigualdad.
La utopía de Piketty parece tomar forma en la otra orilla del Atlántico impulsada por el proverbial espíritu práctico estadounidense. Biden ha decidido reducir las brutales desigualdades a pesar de la resistencia de Wall Street. Su intención es elevar los impuestos sobre las ganancias de capital del 20% actual, hasta el 39,6%, que con los tributos a los beneficios de Obama, alcanzaría el 43,4%. Precisa dinero para la educación preescolar y ayudar más a los parados. La medida afectaría solamente al 0,35% más rico. En 2019, el 1% más rico obtuvo el 75% de las ganancias de capital, según el Center on Budget and Policy Priorities.
La decisión de los demócratas estadounidenses supone un gran apoyo para Europa. Francia y Alemania ya han dado su apoyo a otra iniciativa fiscal de Biden que propugna elevar hasta el 21% el mínimo del impuesto de sociedades. La UE tiene que vencer la resistencia de Holanda, Luxemburgo, Irlanda, Chipre, Hungría y Malta, que mantienen intolerables privilegios a las grandes multinacionales.