Opinión

Economía de la desigualdad y el estrés

Los trabajadores de bajos ingresos corren un mayor riesgo de verse expuestos a la covid-19 al trabajar en sectores con mucho más contacto humano

Una cuidadora ayuda a una mujer en una residencia de ancianos. Carlos Rosillo

A medida que se alargan los efectos de la pandemia y se retrasa la recuperación económica van aflorando aspectos más inquietantes de la crisis. Junto a los cientos de miles de pequeñas empresas, autónomos y trabajadores anónimos expulsados del sistema aparecen nombres de compañías emblemáticas alcanzadas directa o indirectamente por la debacle: El Corte Inglés, Abengoa, BBVA o Bosch, que se va a Polonia.

La preocupación de fondo va mucho más allá de los aspectos económicos. Crece la incertidumbre sobre las condiciones de vida en la sociedad post Covid. Joan Benach, catedrático de Sociol...

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A medida que se alargan los efectos de la pandemia y se retrasa la recuperación económica van aflorando aspectos más inquietantes de la crisis. Junto a los cientos de miles de pequeñas empresas, autónomos y trabajadores anónimos expulsados del sistema aparecen nombres de compañías emblemáticas alcanzadas directa o indirectamente por la debacle: El Corte Inglés, Abengoa, BBVA o Bosch, que se va a Polonia.

La preocupación de fondo va mucho más allá de los aspectos económicos. Crece la incertidumbre sobre las condiciones de vida en la sociedad post Covid. Joan Benach, catedrático de Sociología en la UPF, señala en un reciente libro La salud es política, (Icaria) como “las determinantes sociales de la salud y la desigualdad” explican el distinto impacto del coronavirus en la población. Un capítulo, en colaboración con el médico Juan M. Pericàs, apunta que durante la actual pandemia, la clase social, la raza o la etnicidad, la situación migratoria y el lugar donde se vive son los determinantes de salud fundamentales que explican “las acusadas diferencias observadas en la incidencia y en la mortalidad producida por el coronavirus”. Recuerdan las desigualdades en la esperanza de vida en Pedralbes (Barcelona) o barrio de Salamanca (Madrid), que superan en más de una década las del distrito barcelonés Trinitat Nova o el madrileño Puente de Vallecas, respectivamente.

Una resolución del Parlamento Europeo del pasado 10 de febrero destaca que los trabajadores de bajos ingresos corren un mayor riesgo de verse expuestos a la covid-19 al trabajar en sectores con mucho más contacto humano, como los sectores de los cuidados y el transporte o al aceptar trabajos a través de plataformas digitales sin ninguna posibilidad de teletrabajo.

La resolución subraya el aumento del estrés laboral en el sector de bajos ingresos. Estima que el estrés laboral debe ser una prioridad fundamental en la legislación europea. Pide a la Comisión que elabore una directiva sobre el estrés laboral con directrices para que las empresas aborden los factores que desencadenan este daño a la salud. La Organización Mundial de la Salud ha advertido que el deterioro de la salud mental se ha convertido en “una pandemia paralela a la COVID -19”.

La pandemia está acelerando las desigualdades que sufren sobre todo mujeres y jóvenes. Un estudio del Banco Central Europeo de marzo de 2020 certificaba que mientras el 20% de hogares más pobres afrontaban una deuda media de 4.500 euros, el 10% de familias más ricas tenía un patrimonio neto medio de 1,1 millones de euros.

La UE cuyos orígenes han estado marcados por acuerdos sobre los mercados trata de afianzar un modelo social con éxitos limitados, ante unos poderes económicos cada vez más hegemónicos. La Confederación Sindical Internacional, ha advertido del aumento de países que restringen los derechos laborales. Un 40% de países europeos no permite que los trabajadores se afilien a sindicatos. La esperanza en una Europa de derechos ciudadanos está ahora en la próxima cumbre social de mayo en Oporto. Un nuevo retraso podría tener efectos irreversibles.

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