Opinión

La era post Trump

El republicano deja la Casa Blanca con una deuda estructural del 6,5%, frente al 4% de 2016

El expresidente de EE UU, Donald Trump, a su llegada a Florida, este miércoles, tras abandonar la Casa Blanca.ALEX EDELMAN (AFP)

Joe Biden ya es presidente de EE UU y recibe una herencia económica desastrosa. En diciembre de 2016 había tres millones más de estadounidenses trabajando que hoy. La causa es la pandemia, que no se puede culpar a Trump, pero si de su falta de gestión. Los americanos han sufrido en sus carnes el populismo y han comprobado que es más fácil usar Twitter que gobernar.

La situación fiscal es aún peor. El déficit público en 2016 fue del 4% y en 2019 del 6,5% y según el FMI todo era estructural. La causa principal fue su bajada de impuestos, que redujo la recaudación dos puntos de PIB antes d...

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Joe Biden ya es presidente de EE UU y recibe una herencia económica desastrosa. En diciembre de 2016 había tres millones más de estadounidenses trabajando que hoy. La causa es la pandemia, que no se puede culpar a Trump, pero si de su falta de gestión. Los americanos han sufrido en sus carnes el populismo y han comprobado que es más fácil usar Twitter que gobernar.

La situación fiscal es aún peor. El déficit público en 2016 fue del 4% y en 2019 del 6,5% y según el FMI todo era estructural. La causa principal fue su bajada de impuestos, que redujo la recaudación dos puntos de PIB antes de la pandemia, pero también aumentó el gasto público sobre el PIB. Los republicanos, desde Reagan, prometen en las campañas que sus bajadas de impuestos aumentarán el crecimiento y la recaudación, pero, cuarenta años después, la realidad demuestra sistemáticamente que mienten a sus votantes. Y les venden la milonga de que mejorarán la eficiencia del gasto público, pero siempre lo aumentan.

Más dramática es la deuda pública que tendrán que pagar los niños que nacieron durante la pandemia y los que están por venir. Trump se va con la deuda pública próxima al 130% del PIB. La primera de decisión de Biden y de su equipo económico, liderado por Janet Yellen, ha sido retomar el plan de estímulo de dos billones de dólares que Trump vetó. Pero, con buen criterio, han condicionado su aprobación a que el Congreso aumente también el límite de emisión de deuda pública y que los costes políticos de la desastrosa gestión de la pandemia los asuman los republicanos.

Biden ya ha anunciado su plan de vacunación antes de tomar posesión. También, que vuelve al acuerdo de París de reducción de emisiones y que recuperará el liderazgo de EE UU en las Naciones Unidas. Trump triplicó los aranceles a los productos chinos, pero la balanza externa empeoró durante su mandato. Y lo habría hecho más si el sector privado estadounidense no hubiera reducido sus necesidades de financiación. Biden intentará recomponer las relaciones comerciales con los chinos, pero ya forzó a que varias empresas tecnológicas del país asiático fueran excluidas de cotizar en EE UU, y la guerra tecnológica continuará. Los demócratas volverán a exigir al gobierno chino mantener la libertad en Hong Kong y apoyarán la independencia de Taiwán. La gobernanza mundial mejorará con Biden, pero el mundo seguirá siendo bipolar y Europa estará entre dos aguas con intereses en oriente y occidente.

Trump ignoró el gran problema de desigualdad y la pandemia ha dejado en evidencia los problemas de cobertura sanitaria del 20% de la población de EE UU y el elevado precio que paga por ella el 80% restante. Con mayoría en el Congreso y el Senado y con la Reserva Federal comprando masivamente deuda pública, seguramente es el momento de avanzar en ambas agendas. Para que ambos planes sean sostenibles sería necesaria una reforma fiscal que aumente la recaudación, pero eso permitiría resucitar a los republicanos en 2022. Veremos.

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