2021: una inyección de esperanza económica

Los expertos creen que 2021 será el año en el que el mundo deje atrás la pesadilla de la covid gracias a la vacunación y a los estímulos fiscales y monetarios

Luis Tinoco
Madrid -

Vacuna. Una palabra, solo tres sílabas. Todas las esperanzas económicas destiladas y resumidas en una inyección. Si se logra inmunizar a buena parte de la población contra la covid-19 se abren grandes claros tras un año negro. La recesión mundial de 2020 quedaría superada. Pero vivimos en un tiempo donde las semanas parecen meses y los cambios bruscos de guión se suceden a una velocidad vertiginosa. Por eso los informes con las previsiones económicas para 2021 de organismos internacionales, bancos y gestoras de fondos están lle...

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Vacuna. Una palabra, solo tres sílabas. Todas las esperanzas económicas destiladas y resumidas en una inyección. Si se logra inmunizar a buena parte de la población contra la covid-19 se abren grandes claros tras un año negro. La recesión mundial de 2020 quedaría superada. Pero vivimos en un tiempo donde las semanas parecen meses y los cambios bruscos de guión se suceden a una velocidad vertiginosa. Por eso los informes con las previsiones económicas para 2021 de organismos internacionales, bancos y gestoras de fondos están llenos de condicionales. Y corren el riesgo de quedarse antiguos nada más salir de la imprenta. La mayoría, por ejemplo, no recoge el impacto de la nueva cepa del virus detectada en Reino Unido.

En cualquier caso, y con toda la letra pequeña y las salvedades que se quieran incluir, el punto de partida de los expertos es de moderado optimismo. La crisis económica generada por el coronavirus tiene poco que ver con otros periodos recesivos anteriores. Responde a un factor exógeno provocado por los confinamientos y las medidas de distanciamiento social decretadas para frenar los contagios y no a desequilibrios del sistema financiero. Esta característica diferencia a la situación actual de cualquier otra crisis sufrida tras las grandes guerras del siglo XX. Además, golpeó al corazón mismo de las economías modernas, es decir, al sector servicios, con grandes consecuencias particularmente para el empleo, que se vio mucho más afectado que la producción en general. Por lo tanto, y a medida que la vacunación vaya despejando las incógnitas sanitarias, la maquinaría debería reactivarse. El FMI, en sus últimas previsiones de otoño, calcula un crecimiento del 5,2% para el PIB mundial en 2021 frente a una caída del 4,4% en 2020.

“Ante las positivas noticias sobre la eficacia de las vacunas, ya podemos ver la luz al final del túnel. Llegar a la salida podría ser cuestión de meses, según la rapidez con la que se puedan producir y distribuir los tratamientos”, señala Karen Ward, estratega jefe de JP Morgan AM. La gestora estadounidense cree que la falta de crecimiento seguirá siendo la tónica en el primer trimestre del año y, posiblemente, en el segundo. “A partir del verano, podría registrarse un repunte importante de la actividad, después de que se hayan facilitado las vacunas, se libere la demanda acumulada y la vida comience a recuperar la normalidad”, añade Ward en una nota a clientes.

Pero esa hoja de ruta idílica se enfrenta a múltiples riesgos en el camino. Por eso, los economistas aprovechan cualquier oportunidad para cubrirse las espaldas en sus proyecciones. “Si no se controla la pandemia, las economías podrían tardar años en recuperarse”, recuerdan desde Allianz Global Investors. “Las previsiones son ahora tales que el margen de decepción ha aumentado sustancialmente. La posibilidad de un estancamiento duradero no ha desaparecido. 2021 nos puede deparar un golpe de realidad”, dice Didier Saint-George, del comité estratégico de Carmignac.

Dos pilares

Para los que prefieren ver el vaso medio lleno, la vacunación no es el único elemento sobre el que pivota la ansiada recuperación económica. En los próximos meses se mantendrán desplegadas las dos grandes redes que han suavizado el impacto de la covid-19: los bancos centrales y los Gobiernos. En el primer caso, tanto la Reserva Federal como el Banco Central Europeo han confirmado que mantendrán los tipos de interés en niveles ultrabajos y que seguirán comprando activos en el mercado. “La política monetaria llevada a cabo hasta ahora se mantendrá en términos ultraexpansivos y respaldará una provisión de liquidez que garantice que los recursos financieros sean suficientes para satisfacer las necesidades de la actividad productiva y del endeudamiento público, minimizando a su vez el riesgo de insolvencia”, destacan en el Instituto de Estudios Económicos.

En el lado de las ayudas públicas, si hace apenas una década los políticos (y muchos economistas) se mostraron reacios a abrir el grifo fiscal y se apresuraban en hacer llamamientos a apretarse el cinturón, ahora la actitud es totalmente distinta. Con el recuerdo aún fresco del austericio, que hizo aún más profunda la recesión tras la crisis financiera, desde que estalló la pandemia los Gobiernos no solo promueven el gasto fiscal de forma generalizada para frenar los efectos de la crisis, sino que lo hacen de forma más coordinada con los bancos centrales. Prueba de ello es que la deuda pública de los países avanzados se incrementará en 20 puntos porcentuales hasta llegar a representar de media el 125% del PIB a finales de 2021, según el FMI, y nadie ha declarado el fin del mundo.

Los tipos de interés negativos compran tiempo para que llegue el crecimiento con el que diluir la montaña de deuda que se ha generado. “En Europa, por ejemplo, la respuesta política fue crucial en 2020 y seguirá desempeñando un papel fundamental el año próximo. Con las normas fiscales de la UE suspendidas tanto para 2020 como para 2021, los Gobiernos han sido capaces de manejar un déficit presupuestario tan grande como lo exigen sus circunstancias”, subraya Lombard Odier en un reciente informe.

Precisamente, la alta dependencia de las políticas monetarias y fiscales llevan a muchos expertos a pronosticar que, mientras la entrada en recesión fue generalizada porque el mundo se cerró durante varios meses, la recuperación no será al unísono, o por lo menos habrá diferentes velocidades. “Las divergencias se deben al hecho de que cada país tiene una distinta capacidad de gasto a la hora de hacer frente de sus mercados laborales. Dicho de otro modo, no todas las economías tienen la misma cantidad de dinero para frenar las consecuencias económicas del virus”, destacan los analistas de Julius Baer. “Por lo tanto, hasta que la crisis sanitaria se resuelva por completo en todo el mundo, algo difícil de imaginar antes de 2022, lo más probable es que se recuperen antes los países ricos del mundo occidental, además de China y Japón”, añaden en el banco suizo.

Parece evidente que, más tarde o más temprano, se vencerá al virus, pero la lacra de la inequidad no solo pervivirá, sino que hay muchas probabilidades de que el reparto del bienestar sea mucho más desigual que antes de la pandemia.

De acuerdo con los planteamientos de los expertos, hay dos características sobre las que hay consenso: la recuperación será de menos a más a media que avance el año; y la salida de la crisis será desigual en función de la capacidad que cada país tenga para aprobar estímulos. Quedan en cambio dos grandes cuestiones por dilucidar. La primera es si un shock tan intenso como el provocado por el coronavirus dejará alguna cicatriz en el sistema más allá de los efectos ya conocidos. “El pronóstico de crecimiento mundial está sujeto a una extrema incertidumbre. Las secuelas económicas dependen de factores cuyas interacciones son difíciles de predecir, como la evolución de la pandemia, la intensidad y la eficacia de las medidas de contención, el grado de las perturbaciones en la oferta, cambios de comportamiento de los consumidores, un endurecimiento drástico en los mercados financieros o efectos en la confianza y volatilidad de los precios de las materias primas”, apunta Aurelio García Barrio, del IEB.

La otra gran incógnita por despejar, muy relacionada con la anterior, es cómo será la economía postcovid. Si se analiza solo el aspecto cuantitativo, el FMI pronostica que, tras el fuerte rebote esperado para 2021, el crecimiento mundial se desacelere en los años siguientes hasta un ritmo medio del 3,5%, por debajo de la creación de riqueza prevista antes del estallido del coronavirus. “La salida de la crisis de la covid-19 debería desencadenar un potencial nuevo ciclo económico, muy parecido al anterior y caracterizado por crecimientos económicos moderados, tipos de interés bajos y reducidas tasas de inflación”, opina Raphael Thuin, director de estrategias de mercado en Tikehau Capital.

Si además de los grandes números se escarba en aquellos cambios cualitativos que dejará la pandemia en el largo plazo, el más enumerado por los expertos es que nos adentramos en una era en la que el Estado tendrá un mayor protagonismo en la economía. La etapa neoliberal, que comenzó hace 40 años bajo las administraciones de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, podría haber llegado a su fin. Las consecuencias directas de los grandes desafíos de la globalización, la liberalización extrema y en creciente poder de los mercados financieros son una mayor desigualdad, menores ingresos reales y el estancamiento del ascensor social. Este caldo de cultivo, unido a las necesidades surgidas por la pandemia, es el que refuerza a los poderes públicos en la economía. “En este nuevo mundo, los Estados ganarán protagonismo a través de las ayudas al desempleo y la recuperación económica, así como mediante la asistencia sanitaria”, explica Rosa Duce, economista jefe de Deutsche Bank en España.

Los economistas advierten de que sería hacerse trampas al solitario si esperásemos un simple regreso a la vida precovid. Los múltiples impactos de la pandemia para individuos, empresas y Gobiernos no desaparecerán de la noche a la mañana. “El activismo fiscal será la tónica dominante. Los estímulos gubernamentales están dando forma a la economía global posterior al coronavirus”, recalca Patrice Gautry, economista jefe de UBP.

Un mundo digital

Además de crear nuevos problemas, la crisis sanitaria ha acelerado o exacerbado muchas tendencias económicas preexistentes. “Cuanto más tiempo vivamos en un entorno en el que debemos tener cuidado con nuestra salud, más persistente será el cambio de comportamiento”, explica Martin Romo, gestor de Capital Group. “Hemos pulsado el botón de avance rápido hacia el futuro y no creo que haya marcha atrás”, agrega. En menos de un año se ha avanzado lo que estaba previsto hacer en un lustro en temas como la digitalización de la economía. Si antes se hablaba de la existencia de una brecha digital, ahora lo que hay es un Gran Cañón digital. Un claro ejemplo de esta aceleración ha sido el último Black Friday, que marca el inicio de la temporada de compras navideñas. En EE UU, el número de consumidores que visitaron las tiendas físicas fue la mitad que un año antes, según datos de The Wall Street Journal. “El cambio hacia una economía digital ha sido una característica de la pandemia, pero continuará después de ella. Las empresas que no tenían una estrategia online para llegar a los clientes sufrieron de inmediato cuando se decretaron los confinamientos”, subraya Luke Biermann, de Schroders. Junto a la supremacía de Internet, otro cambio que echará raíces es el mayor uso del teletrabajo, con las derivadas que ello supone para el transporte y el medio ambiente.

En el plano geopolítico, China sale muy reforzada de la crisis sanitaria. En la ciudad de Wuhan tuvieron lugar los primeros zarpazos del virus, sin embargo, Pekín reaccionó de una forma drástica (y efectiva) para contener su propagación. El resultado es una salida más rápida de la crisis económica. El gigante asiático crecerá este año un 1,8%, siendo la única entre las grandes economías, que deje atrás la recesión, y un 8,2% en 2021, según las previsiones del FMI. En JPMorgan AM creen que podemos estar asistiendo al inicio de la década marcada por la supremacía de Asia. “Las economías de Asia septentrional (China, Corea, Taiwán) han logrado contener la pandemia con mayor acierto que el resto del mundo. Mientras Europa y EE UU siguen enfrentándose a importantes restricciones para frenar la propagación del virus, China ya ha recuperado los niveles de actividad previos a la covid”, recuerdan en esta gestora.

China, en plena reorganización de su modelo económico para enfocarse más en el consumo interno y no depender tanto de las exportaciones, primero sufrió la guerra comercial con EE UU y luego el parón de la actividad con el resto de socios. Sin embargo, los expertos creen que, a medida que la actividad mundial se recupere, Pekín despegará. “El crecimiento interanual del PIB podría ser extraordinario en el primer semestre de 2021 para luego ralentizarse en cierta medida durante el resto del año. Por otra parte, China continúa maniobrando para ganar a largo plazo alimentándose de sus propias industrias de alta tecnología, en particular en el ámbito de la robótica, la aviación y otras áreas de manufacturas avanzadas”, según Allianz Global Investors. El Gobierno chino, cuya economía ahora representa el 16% del PIB mundial, según el Banco Mundial, se ha propuesto duplicar su tamaño en un plazo de 15 años. Un poco antes, en solo una década, está previsto que se convierta en la primera economía del planeta, arrebatando el cetro a EE UU.

Fecha clave

Precisamente, su gran rival estrenará presidente en 2021. El miércoles 20 de enero está prevista la toma de posesión de Joe Biden, dando carpetazo al mandado de Donald Trump. Aunque el nuevo inquilino de la Casa Blanca tiene un programa (y unas formas) muy distintas a las de su antecesor, su margen de maniobra podría verse limitado. La capacidad de autonomía que tenga Biden dependerá en buena parte de lo que ocurra el próximo 5 de enero en Georgia. El Estado sureño celebra la segunda vuelta de sus elecciones al Senado, con sus dos escaños en juego. La gran decepción para los demócratas de las elecciones de noviembre fue no haber capturado la mayoría en la cámara alta, después de haber conservado la Cámara de Representantes y de ganar la presidencia. Pero tendrán una última oportunidad en Georgia: si ganan los dos escaños, empatarían con los republicanos en senadores (50) y el voto decisivo sería el de la vicepresidenta electa, Kamala Harris.

“Incluso si la representación en el Senado se distribuye a partes iguales entre demócratas y republicanos, lo cual es mucho suponer, el Gobierno de Biden lo tendrá difícil para sacar adelante importantes avances legislativos el próximo año. Esperamos que el nuevo presidente se centre en aprobar un programa de estímulo presupuestario, reducir las tensiones comerciales e impulsar la reforma migratoria”, señalan desde Barclays.

En el caso de la tercera área económica en discordia, Europa, 2020 aún debe despejar la incógnita del Brexit, pero es un año que deja un buen sabor de boca por los acuerdos alcanzados en el seno de la UE para hacer frente al virus. Si el proceso de vacunación es efectivo, las previsiones apuntan también a un fuerte repunte económico en el continente. “Los fondos para la recuperación llegarán en 2021, con especial atención al programa Next Generation, dotado con 750.000 millones de euros. Está diseñado para construir una Europa más verde, más digital y más resistente. Además hay un importante estímulo fiscal de los Gobiernos y la política monetaria flexible del BCE también debe contribuir a la recuperación”, dicen en Schroders.

La doble cara de la economía española

España es uno de los países más damnificados por el coronavirus. El confinamiento y las medidas de distancia social han hecho gran mella en una economía más cíclica que las de su entorno, en la que el sector servicios (turismo y ocio) tienen un importante peso. Este año, la caída del PIB español rondará el 12,8% del PIB frente al -8,3% en la zona euro, según los últimos cálculos del FMI. Sin embargo, los pronósticos apuntan a que el rebote de la actividad en España en 2021, en el caso de que la vacunación sea un éxito, también será mayor que la media. En concreto, este organismo multilateral habla de un crecimiento del 7,2%. “La economía española volverá a crecer en 2021, aunque no alcanzaremos los niveles de riqueza previos a la crisis probablemente hasta 2023”, pronostica Rosa Duce, de Deutsche Bank.

España, además del viento de cola por los avances sanitarios en la lucha contra la covid-19, contará con otros dos factores a su favor. Por un lado, la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado. La pandemia llegó con un Gobierno recién formado y con muchas dudas en torno a la fortaleza de la coalición entre el PSOE y Podemos. A pesar de los tiras y aflojas entre ambas formaciones, lo cierto es que se ha despejado el panorama con la suma de apoyos necesaria para sacar adelante las cuentas públicas. El otro revulsivo en 2021 llegará de Europa. “Los principales retos de la economía española en 2021 serán, por un lado, que los niveles de deuda y déficit no se incrementen con la misma intensidad que en 2020 y que se lleve a cabo un adecuado aprovechamiento de los fondos provenientes de la Unión Europea”, según explican en el IEE en un reciente informe.

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