Angulas Aguinaga: un doble error muy rentable

La compañía, que ni vende el preciado pescado ni está asentada en la localidad vasca, confía en que la entrada de Pai Partners en el capital la permita convertirse en multinacional y lanzar nuevos productos al mercado

Una trabajadora en la fábrica de Angulas Aguinaga, en Gipuzkoa.javier hernandez juantegui

No había Navidad en España sin saber a cuánto cotizaban las angulas, esas pequeñas y exquisitas crías de la anguila. En las pasadas fiestas su precio osciló entre 650 y 1.000 euros por kilo. La empresa más importante en comercializar las angulas se creó en 1974 bajo el nombre de Angulas Aguinaga; cuatro productores y comercializadores vascos se juntaron para vender este manjar. Transcurridos solo seis años, la escasez del producto les reducía las ventas un 90%.

El negocio se iba a pique y estos empresarios decidieron viaja...

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No había Navidad en España sin saber a cuánto cotizaban las angulas, esas pequeñas y exquisitas crías de la anguila. En las pasadas fiestas su precio osciló entre 650 y 1.000 euros por kilo. La empresa más importante en comercializar las angulas se creó en 1974 bajo el nombre de Angulas Aguinaga; cuatro productores y comercializadores vascos se juntaron para vender este manjar. Transcurridos solo seis años, la escasez del producto les reducía las ventas un 90%.

El negocio se iba a pique y estos empresarios decidieron viajar a Japón para conocer el surimi (palabra japonesa que significa literalmente carne picada) e invirtieron 1.500 millones de las antiguas pesetas (nueve millones de euros) en la tecnología necesaria para transformar el producto. Y con el surimi —pescado picado, principalmente de abadejo y merlán— lanzaron al mercado español La Gula del Norte en 1991, a imitación de esas pequeñas crías, y en donde continúan como líderes del mercado. Un surimi que ellos no producen, lo adquieren principalmente a compañías ubicadas en Alaska.

Como explica el consejero delegado de Angulas Aguinaga, Ignacio Muñoz, el nombre de la compañía contiene dos errores: “Ni vendemos angulas ni estamos en Aginaga (Gipuzkoa)”. Pero esta locura empresarial tuvo éxito desde el principio y, 20 años después, la empresa factura 220 millones de euros y cuenta con más de 500 empleados. Además, elabora sus productos en cuatro fábricas, ubicadas en Gipuzkoa (Gula del Norte y Krissia), Galicia (mejillones), Palencia (pulpo) y Burgos (Aguinamar, platos preparados, untables).

Tras una andadura en solitario, en 2006 desembarcó en el capital el fondo de capital riesgo Portobello Capital con una participación mayoritaria. Y a principios de este mes de noviembre, su homólogo francés Pai Partners adquiría el 51% de la compañía, quedando el 49% restante en manos de Portobello y de la familia Azpiroz, una de las fundadoras. Una transacción estimada en torno a los 500 millones de euros. Ignacio Muñoz ve muy positiva la entrada de Pai Partners porque “es un fondo más grande y con más músculo financiero y, además, tiene una mayor presencia internacional”. Considera que este tipo de inversor ha sido muy beneficioso para Angulas Aguinaga porque “aumenta la profesionalización de la empresa y pone a disposición más recursos y diversificación”, explica.

Los años anteriores han sido claves en el aumento del tamaño de la compañía. Así, a su crecimiento orgánico con la implantación de nuevas marcas —Krissia, King Artik, Aguinamar— se añade la adquisición de otras empresas. En julio de 2018 compró la palentina Viveros Miramar, especializada en la producción y distribución de pulpo. Este mismo año han dado un salto internacional con la adquisición de la italiana Riunione, dedicada a la comercialización de salmón, otros pescados y conservas. Con esta última compra, sus ventas en el extranjero ya suponen el 36% de la facturación total. Sus principales mercados exteriores son Francia e Italia por la similitud de gustos y por la mayor facilidad para vender productos refrigerados con una fecha de caducidad más próxima. Un producto, el refrigerado, más exitoso entre los consumidores que el congelado.

“Vendemos en México, Australia, Marruecos o Estados Unidos, y no vamos a dejar de hacerlo, pero no estamos obsesionados en vender a muchos países. Queremos poner el foco en Italia y Francia, replicando nuestro modelo de negocio de España. Vendemos salmón, mejillones y pulpo Riunione con nuestra forma de hacer, no necesariamente con nuestras marcas de España”. Y añade: “Vamos a crecer de forma orgánica e inorgánica, apoyados en los socios, pero creando una estructura sostenible a largo plazo”, explica el consejero delegado.

Plan estratégico

Angulas Aguinaga cuenta con un ambicioso plan estratégico que va desde este complicado 2020 hasta 2025. Después de facturar 220 millones en 2019, en este ejercicio la pandemia de la covid-19 va a reducir ligeramente esa cantidad. Pese a ello, se mantienen las previsiones de facturar 450 millones en 2025, lo que sería más que duplicar las cifras actuales.

Este objetivo empresarial de seis años se ha bautizado como “Nos salimos” y seguirán usando la deuda bancaria y los recursos que aporten los socios. “Queremos convertirnos en una multinacional de la alimentación con dos ideas claras: salirnos de la pescadería y salir hacia Europa”, explica Ignacio Muñoz. “Queremos elaborar platos preparados de carne, pasta, verduras, además de toda la alimentación que viene del mundo del pescado. Tenemos el conocimiento de cómo se trabaja con proteínas y queremos adaptarnos a las necesidades de los consumidores. Nuestro segundo eje es crecer en los mercados europeos y esperamos que nuestras ventas en el exterior representen en este horizonte de 2025 el 43% de nuestra facturación total”, concluye.

Una de las claves para lograr estos objetivos es la apuesta por la I+D. De sus 500 trabajadores, 40 están dedicados a la investigación y desarrollo tanto en los productos comercializados como en los que verán la luz en los próximos años. Aunque el ejecutivo de la compañía no desvela cifras exactas destinadas a este apartado, sí asegura que supera con creces la media del sector de alimentación y bebidas. “Contamos además con un equipo de innovación a cinco años vista que trabaja en la creación de nuevas soluciones de alimentación, muchas de las cuales no verán nunca la luz. Creo que, pese a la crisis que atravesamos, las empresas no deben recortar en investigación: la investigación te ayuda a ver la luz”, sostiene.

Sabor y comodidad

La profecía de que en el siglo XXI la población se alimentaría con pastillas como los astronautas, afortunadamente no se ha cumplido. Pero sí se van experimentando cambios importantes en la forma de alimentarse, con mayor presencia de platos preparados, comida rápida, etcétera, que ahora se ofrecen como una solución a la falta de tiempo o de ganas para pasar por la cocina.



Ignacio Muñoz apunta que los tres ejes fundamentales de la alimentación en estos tiempos son: sabor, nutrición y comodidad. “Un buen sabor que satisfaga los gustos del consumidor, un producto con buenas condiciones de nutrición para sortear enfermedades como el colesterol o la diabetes y la comodidad de tener ya el plato preparado, listo para disfrutar”, explica. Incluso no descarta que en el futuro desaparezcan las cocinas de las casas. Tampoco le preocupan las numerosas críticas que reciben los llamados productos procesados: “Muchas veces es solo una cuestión de número de ingredientes y lo realmente importante es la calidad que pongas en estos productos elaborados. Nosotros buscamos la más elevada calidad en el surimi que compramos. Los de peor calidad tienen productos añadidos, como féculas, que no mejoran el producto final”, concluye.


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