Las vacunas acercan al Ibex al mejor mes de su historia
El selectivo se anotará en noviembre la mayor subida desde su creación, en 1992, gracias al tirón de los valores cíclicos y la rotación de carteras hacia los sectores más castigados por la pandemia
Del peor mes de la historia al mejor, en poco más de medio año y casi sin solución de continuidad. La expectativa sobre las vacunas llamadas a acabar de cuajo con la crisis sanitaria en 2021 ha dado alas a las Bolsas en noviembre: el Ibex, uno de los índices mundiales más castigados durante la pandemia, va camino de anotarse el mejor mes de su historia, con un rebote cercano al 27%. Aunque el selectivo sigue arrojando números rojos en lo que va de año, también deja atrás las peores cifras cosechadas durante el confinamiento: en marzo, cuando se decretó el primer estado de alarma, el termómetro...
Del peor mes de la historia al mejor, en poco más de medio año y casi sin solución de continuidad. La expectativa sobre las vacunas llamadas a acabar de cuajo con la crisis sanitaria en 2021 ha dado alas a las Bolsas en noviembre: el Ibex, uno de los índices mundiales más castigados durante la pandemia, va camino de anotarse el mejor mes de su historia, con un rebote cercano al 27%. Aunque el selectivo sigue arrojando números rojos en lo que va de año, también deja atrás las peores cifras cosechadas durante el confinamiento: en marzo, cuando se decretó el primer estado de alarma, el termómetro de las 35 mayores cotizadas de España se dejó más de un 22%.
Desde su creación, el 14 de enero de 1992, cuando los olímpicos aún se preparaban para los Juegos de Barcelona y los pabellones de la Expo de Sevilla todavía estaban en parihuelas, el selectivo español ha vivido más meses buenos que malos: ahí está junio de 2012 —paradójicamente, con España viéndose abocada al rescate para hacer frente al colosal agujero en el sistema financiero—, cuando tras cinco meses consecutivos en negativo el selectivo se anotó un 16,6%. O abril de 2009, cuando recuperó más de un 16% de una tacada tras una malísima racha originada por la crisis financiera global. Pero —salvo descalabro inesperado el lunes— ninguno sobresale tanto como este noviembre en el que la vacuna ha inyectado una dosis de desaforado optimismo sobre el futuro económico y la victoria de Joe Biden ha arrojado algo de luz sobre los planes de futuro de la primera potencia mundial.
De ese chute de moral se han beneficiado sobremanera los valores más expuestos al ciclo: aquellos que dependen de un regreso a la normalidad lo más rápido posible para que sus negocios puedan carburar de nuevo. Meliá es el más destacado del Ibex: sube más de un 70% en noviembre. Le sigue de cerca el grupo de aerolíneas IAG, al que pertenecen British Airways, Iberia y Vueling, que pese a mantenerse como farolillo rojo del índice en 2020 con un retroceso acumulado superior al 60%, repunta un 68% en el mes. BBVA, en el ojo del huracán por su fusión fallida con el Sabadell sube un 60%, y Repsol —impulsada por el siempre cíclico del precio del petróleo— completa el cuarteto con un alza mensual de más del 58%.
Muestras de fatiga
“La reacción inmediata a las noticias sobre la vacuna tienen sentido. Todo el mundo tenía entre sus expectativas una vacuna en algún punto, pero aún había una probabilidad, quizá pequeña, pero que estaba ahí, de que no hubiera. Al haber no solo una, sino varias, se eliminan completamente los escenarios más negativos para la economía”, valora por teléfono Gilles Moëc, economista jefe de AXA Investment Managers. “Lo que hacen las Bolsas es pensar en el panorama soleado que se espera para la segunda mitad de 2021, pero me preocupan los accidentes que se puedan producir de ahora a entonces”.
La rotación de carteras, el tecnicismo con el que los analistas se refieren al tránsito en las preferencias de los inversores de los valores que más han resistido la sacudida de la pandemia —como las tecnológicas o las energéticas— hacia las empresas que en los últimos meses habían visto caer en picado sus expectativas de futuro, no es ni mucho menos un fenómeno únicamente español. Así se explica, por ejemplo, que el Nasdaq —el índice que reúne a las firmas tecnológicas en Estados Unidos, convertidas en auténticos valores refugio— empiece a dar muestras de fatiga en comparación con los valores industriales y de consumo. Tras subir, eso sí, un 36% en lo que va de año. También que en las tres últimas semanas tanto las Bolsas de todo el mundo como la renta fija y variable de los países emergentes —siempre los más volátiles ante las buenas y, sobre todo, las malas noticias— hayan vivido la mejor racha de entradas de fondos desde enero de 2018, según los bancos del Bank of America.
El buen noviembre del Ibex, sin embargo, no debe nublar la vista. Primero, porque la racha de la renta variable contrasta con una realidad, la más inmediata, en la que las cifras de contagios no dejan de crecer: las curvas epidemiológicas han proseguido su escalada, en fin, en paralelo a las bursátiles. La mayoría de países europeos ha superado o está cerca de su pico en la segunda ola, pero las muertes —una variable siempre retrasada, por la propia dinámica de la enfermedad— siguen marcando nuevos récord en varios países europeos, España incluida. Alemania y Francia ya han anunciado que solo empezarán a relajar las restricciones sobre la movilidad y la actividad comercial bien entrado enero. Y, como se ha dicho una y mil veces, la crisis económica no se podrá dar por finiquitada hasta que el flanco sanitario esté completamente resuelto.
Segundo porque —al margen del subidón de este mes—, con una caída acumulada del 14% el Ibex sigue viviendo en lo que va de 2020 su año más aciago desde 2009, en los peores días de la Gran Recesión. Y, lo que es peor, continúa descolgado del resto de grandes parqués del Viejo Continente: el Cac 40 francés se deja apenas un 6% en el año, el FTSE Mib italiano retrocede menos de un 5% y el Dax alemán cotiza incluso ligeramente en positivo (+0,9% desde el 1 de enero), recuperando todo el terreno perdido en primavera. Al otro lado del Atlántico, y haciendo oídos sordos a la pandemia, Wall Street sigue cabalgando en zona de máximos históricos gracias a la inundación global de liquidez. Con la vacuna —y siempre en el supuesto de que su efectividad esté finalmente en el entorno de cifras que se manejan hoy—, el sol vuelve a salir, en fin, en unos mercados que anticipan el fin del letargo forzoso de la economía.
Aunque el suelo sobre el que pisan los inversores sigue siendo muy resbaladizo, el camino parece despejado para más números verdes en los próximos meses. Pocas veces hubo tanta unanimidad entre los analistas: si de verdad el año que viene es aquel en el que la economía mundial puede pasar definitivamente página de la pandemia, el camino alcista está lejos de terminar, sobre todo en Europa. El último gran nombre en subirse al tren de las recomendaciones ha sido Credit Suisse, que ve en la Bolsa la única alternativa posible para los inversores mientras los tipos de interés sigan en cero y vecinos —y nada parece indicar que vayan a abandonar esa zona pronto—, el ladrillo y los parqués parecen las únicas alternativas válidas para tratar de exprimir algo de rentabilidad a los ahorros. Al fin y al cabo, tras un 2020 aciago, los resultados empresariales —el verdadero compás bursátil— solo pueden ir a mejor en un 2021 que, se espera, sea el año en el que la economía recupere el resuello. También los parqués europeos.