El rebote del empleo en verano es insuficiente para evitar la subida del paro al 16,3%

El mercado laboral aumentó en casi 600.000 empleos en el verano

Una mujer pasa ante una oficina de empleo en Madrid.JuanJo Martín (EFE)

El mercado laboral rebotó en el tercer trimestre de este año. Se había hundido en el segundo, cuando el confinamiento primaveral más duro se llevó por delante más de un millón de empleos en tres meses. En el verano ha recuperado parte de ellos, 569.600. Pero es una cantidad insuficiente para volver al nivel previo a la pandemia y para evitar que el paro aumentara en 355.000 personas, dejando la tasa de desempleo en el 16,3%, según la encuesta de población activa (EPA). Además, este rebote que refleja el INE no indica que lo peor haya quedado atrás, al contrario, en el tercer trimestre el coron...

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El mercado laboral rebotó en el tercer trimestre de este año. Se había hundido en el segundo, cuando el confinamiento primaveral más duro se llevó por delante más de un millón de empleos en tres meses. En el verano ha recuperado parte de ellos, 569.600. Pero es una cantidad insuficiente para volver al nivel previo a la pandemia y para evitar que el paro aumentara en 355.000 personas, dejando la tasa de desempleo en el 16,3%, según la encuesta de población activa (EPA). Además, este rebote que refleja el INE no indica que lo peor haya quedado atrás, al contrario, en el tercer trimestre el coronavirus estuvo más contenido y las restricciones a la actividad fueron –pese a la atención mediática– mucho más puntuales de lo que están siendo a final de año.

El resumen de las grandes cifras del mercado laboral en verano se completa con la cifra total de parados, 3,7 millones, y de ocupados, 19,1 millones. Aunque en esta última hay que añadir una advertencia: están incluidos los más de 500.000 afectados por los ERTE o por los autónomos que reciben las ayudas extraordinarias. El golpe en el mercado laboral hubiera sido mucho mayor de no ser por los ERTE y esas ayudas a los trabajadores por cuenta propia, cuya regulación extraordinaria, con su ingente cantidad de ayudas, se puso en marcha y ahora están prorrogados hasta el 31 de enero. Llegaron a los 3,4 millones de afectados, una cifra que menguó mucho durante los meses de verano, bajando a ese medio millón largo.

También habrían sido mayores las consecuencias de no ser por el teletrabajo, que ha permitido continuar con la actividad en muchas profesiones a pesar de las restricciones a la movilidad. En los números de esta EPA se refleja que más de un 10% de ocupados ha trabajado en su domicilio más de la mitad de los días de la semana.

Con todos estos condicionantes, probablemente el dato que mejor refleja los grandes altibajos del mercado laboral en tiempos de pandemia son las horas trabajadas por todos los ocupados en conjunto. En él se ve ese rebote significativo e insuficiente al mismo tiempo. En el segundo trimestre se hundieron un 22% respecto de los primeros tres meses del año; en este, en cambio, se han recuperado muchas de ellas, pues ha habido un salto del 15%. También lo muestra con mucha nitidez que el nivel de actividad pre-covid era bastante mayor que ahora. Al comparar el volumen total de horas trabajadas con el mismo trimestre el año anterior, se observa que todavía queda un 7% por debajo.

Sin embargo, todos estos números tienen sus límites. En la situación extraordinaria actual, hay que advertir de los problemas que tiene la EPA para recoger en una solo foto estadística todo lo que está sucediendo en el mercado laboral durante estos meses. La encuesta de población activa ha sido tradicionalmente el mejor medidor del empleo y el paro, más fiel y completo que las estadísticas mensuales. Pero su propia metodología y la realidad cambiante a golpe de confinamiento local y perimetral, restricciones de actividad y estados de alarma no se aprehenden plenamente en una encuesta cuyo resultado es una foto fija. Hay varios ejemplos de esto. El más recurrente en estos meses ha sido el de los afectados por ERTE, que no se consideran parados a pesar de no trabajar (teniendo empleo y percibiendo una retribución, eso sí).

Otra muestra aparece en lo sucedido con quienes perdieron su empleo en el segundo trimestre, más de un millón de personas. La gran mayoría de ellas no pudieron ser consideradas paradas porque no pudieron buscar activamente empleo, un requisito fundamental en la definición estadística, y, por tanto, casi un millón de trabajadores pasaron a ser inactivos. En verano decayó el estado de alarma y se recuperó la movilidad, lo que permitía la búsqueda de empleo. Ese retorno a la actividad de casi 925.000 personas explica que haya subido el paro a pesar del salto del empleo.

Hay otros indicadores que evidencian de qué forma la pandemia ha dado un vuelco a la situación laboral. En el último año, el empleo ha retrocedido un 3,5% cuando justo hace un año avanzaba un 1,8%. Y la comparación sería peor si se tomara solo la evolución del sector privado, donde se han destruido en el último año 806.000 empleos. En cambio, en las administraciones se han generado 108.500 puestos de trabajo.

El tercer trimestre suele ser el periodo del año en el que más gente hay trabajando. El verano, en los años anteriores, impulsaba el empleo asociado al turismo, especialmente en las ramas relacionadas con él: hostelería, alojamiento, transportes... A pesar de que en 2020 el escenario ha sido radicalmente diferente por la pandemia y porque esta ha hecho casi desaparecer el turismo extranjero, el sector en el que más ha crecido este trimestre el empleo ha sido el de los servicios, con 476.300, una cifra que casi multiplica por seis el incremento de la construcción. También la industria se ha recuperado y solo ha perdido terreno la agricultura.

La recuperación del empleo ha permitido que mejore uno de los indicadores más dramáticos que ofrece la EPA: la cifra de hogares en que ninguno de sus miembros recibe ingresos, que llegó a 670.00 en el segundo trimestre. En el tercero, en cambio, se redujo sustancialmente al quedarse en 597.000, una cantidad muy similar a la que había cuando irrumpió la pandemia. Por en contrario, y en consonancia con el aumento del desempleo, sí que creció el total de familias en la que ninguno trabaja. Llegó a 1,18 millones.

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