Así busca PharmaMar antivirales para la covid-19 en el océano
La compañía gallega pisa tierra firme al entrar en el Ibex 35 gracias a su último desarrollo, un medicamento contra un tipo de cáncer de pulmón
En su memoria de 2019 PharmaMar auguraba que el 2020 sería “histórico”. Seguramente no esperaban una pandemia, pero no se equivocaron. La compañía, que en 2018 llegó a valer menos de 250 millones, se estrenó esta semana en el Ibex-35 y supera los 1.800 en uno de los recorridos más brillantes de la Bolsa española de este año.
En 24 meses, la pequeña biofarmacéutica de origen gallego presidida por José María Fernández Sousa, que busca en los océanos sus moléculas, consiguió que la agencia ...
En su memoria de 2019 PharmaMar auguraba que el 2020 sería “histórico”. Seguramente no esperaban una pandemia, pero no se equivocaron. La compañía, que en 2018 llegó a valer menos de 250 millones, se estrenó esta semana en el Ibex-35 y supera los 1.800 en uno de los recorridos más brillantes de la Bolsa española de este año.
En 24 meses, la pequeña biofarmacéutica de origen gallego presidida por José María Fernández Sousa, que busca en los océanos sus moléculas, consiguió que la agencia del medicamento de Estados Unidos (FDA) aproba se su fármaco Zepzelca (lurbinectedina) para tratar cáncer de pulmón microcítico, muy agresivo. El hallazgo —no se desarrollaba nada para esta enfermedad desde 1996— desembocó en la firma, unos meses más tarde, de un acuerdo con Jazz Pharmaceuticals, una compañía norteamericana que comercializa desde ahora Zepzelca a cambio de unos royalties de hasta el 30% de las ventas netas en EE UU y que además ya ha realizado pagos comprometidos por 300 millones de dólares (que podrían ampliarse en otros 700 millones en función de hitos que se vayan dando).
El fármaco ha dado un fuerte tirón a una compañía muy pequeña —comparada con otras biofarmacéuticas— que además tiene un catálogo de productos modesto. Sus remedios se han demostrado eficaces para enfermedades poco extendidas. Su primer éxito, el Yondelis, desarrollado hace ya 20 años, está indicado para sarcoma de tejidos blandos en estadio avanzado y en combinación con otro fármaco, en un tipo de cáncer de ovario poco frecuente. Otro de sus productos, la Aplidin, se comercializa en Australia para mieloma múltiple y fue tumbado por la Agencia Europea del Medicamento en una controvertida decisión que llevó a la compañía a recurrir al Tribunal Superior de Justicia de la UE —la sentencia saldrá este año—. “Son tres productos de origen marino, son productos seguros”, dice Fernández Sousa.
Sentado en un sencillo despacho de sus oficinas de Madrid, explica pacientemente cada una de las aplicaciones de sus moléculas con sus presentaciones de cartón en la mano. Está convencido de que Aplidin podría servir para tratar el actual brote de coronavirus porque es capaz de bloquear una proteína (EF1A) necesaria para reproducir la enfermedad en el cuerpo humano. ¿Un anuncio oportunista comunicado de forma muy preliminar? “Lo único que dijimos fue lo mismo que dijo Grifols, Roche, Astrazeneca… que tienen unos productos que creen que pueden funcionar”, niega.
También niega que eso les vaya a restar credibilidad. “Creo que es efectiva al 100%, el tiempo dirá si me he equivocado”, y habla del respaldo científico de su apuesta y de la mano de los políticos tras las decisiones para apoyar o no un compuesto. “Al Remdesivir [un antiviral que se usa contra la covid de la estadounidense Gilead]en 48 horas le dan luz verde para el ensayo clínico… lo desarrollaron contra la hepatitis, el ébola… no funcionó. Nuestro medicamento en cambio está aprobado en Australia contra mieloma, se conoce la farmacocinética: que no se degrada, a qué tejidos va —al pulmón preferentemente, donde ataca la covid— y en cambio tardan 40 días en autorizar el ensayo clínico empezando de cero y a dosis muy bajas, por eso se está tardando tanto. Le queda por lo menos un mes. En ese mes demostraremos eficacia y seguridad”. Aún en el mejor de los casos, todavía tiene otros pasos por delante. “No puedo adelantar mucho, pero estamos viendo una gran actividad del compuesto”.
Quizá esa sea una metáfora de lo que ha acompañado a PharmaMar (antes Zeltia) desde que abandonó la química de gran consumo (producía insecticidas como ZZ Paff o Casa y Jardín y pinturas Xylazel) para convertirse en un grupo biofarmacéutico con divisiones de diagnóstico molecular (Genómica) y terapias oculares o para enfermedades inflamatorias (Sylentis): una facturación irregular; pérdidas en muchos ejercicios (las últimas, de 2016 a 2019); una montaña rusa en la cotización; baches en sus desarrollos pero con la apuesta decidida de su fundador y una gran capacidad de resistencia.
Licenciado en Ciencias Químicas en 1967, doctor en bioquímica con más de un centenar de publicaciones y patentes en bioquímica, biología molecular, antiinfecciosos y antitumorales, Fernández de Sousa no habla del pasado: “Hemos hecho muchas cosas, ahora tenemos más experiencia y muchísimo más dinero. Tenemos muchos proyectos muy interesantes, espero verlos cristalizados”. También tienen menos volatilidad en el valor desde que hicieron un contrasplit para aumentar el precio de los títulos. “Cotizando a un euro unos bajistas te pueden tirar un 10% de la cotización, en cambio valiendo 100 euros es más difícil”. Ahora los bajistas suponen solo el 0,53% de su accionariado (el 60% del capital cotiza en Bolsa) y mantiene socios fieles, como Sandra Ortega, que desde Rosp Corunna controla el 5% de la compañía. ¿Querrá, después de 19 años, recoger plusvalías la hija de Amancio Ortega? “Creo que están contentos con el valor. Además estamos luchando contra enfermedades terribles, creo que hay un valor social detrás de PharmaMar”. El presidente y su esposa Montserrat Andrade cuentan con un 11,49%, y su primo Pedro Fernández con otro 4,49%.
Tras disparar un 308% los ingresos hasta junio (169 millones) y presentar un beneficio de 113 millones, el resto del ejercicio se antoja muy bueno. “De aquí a fin de año creo que tanto los resultados trimestrales como los resultados del trabajo con Aplidin van a ayudar. Hay interés en desarrollarlo para otros virus”.
E insiste en seguir buscando medicamentos en el mar contra los virus —atesora más de 200.000 organismos recogidos en los océanos—. “Es lógico buscar un antiviral en el mar. En la tierra hay virus, pero están muy confinados. En cambio en el mar, en un mililitro de agua tienes 10 millones de partículas virales. Encontramos Aplidin (plitidepsina) en un invertebrado marino que aprovechó la capacidad de las bacterias para incorporar esa defensa contra los virus. Y es de una potencia extraordinaria”.
Hay dudas sobre si esa potencia podría tener una elevada toxicidad. El doctor Luis Enjuanes, director del laboratorio de coronavirus del Centro Nacional de Biotecnología, aseguró que los resultados de laboratorio de este compuesto contra la covid-19 son prometedores. A lo que el presidente ejecutivo añade que, mientras otros fármacos tienen ventanas terapéuticas estrechas (el rango en el cual se puede utilizar un fármaco sin provocar efectos tóxicos o letales en el organismo) “la aplidina no, tiene una ventana terapéutica formidable”. PharmaMar también ha creado una unidad de virología, desarrolla kits de diagnóstico y se plantea crecer comprando o licenciando nuevos productos.