Zapatillas que hacen crecer bosques
La catalana Saye distribuye su calzado en más de 85 países y planta dos árboles por cada par vendido
Podría ser una empresa más de diseño de zapatillas, pero sus tres fundadores, Lizzie Sabin, Damian Augustyniak y Marta Llaquet, quisieron darle un plus de diferenciación. Desde antes de su lanzamiento al mercado, en marzo de 2018, tuvieron claro que el producto debía ser sostenible y que, además, por cada par vendido, plantarían dos árboles. Una iniciativa que importaron desde Estados Unidos y que llevaron a cabo con la colaboración de la ONG belga W...
Podría ser una empresa más de diseño de zapatillas, pero sus tres fundadores, Lizzie Sabin, Damian Augustyniak y Marta Llaquet, quisieron darle un plus de diferenciación. Desde antes de su lanzamiento al mercado, en marzo de 2018, tuvieron claro que el producto debía ser sostenible y que, además, por cada par vendido, plantarían dos árboles. Una iniciativa que importaron desde Estados Unidos y que llevaron a cabo con la colaboración de la ONG belga We Forest. De momento, han plantado más de 76.000 árboles repartidos entre la India, Zambia, Australia o el Amazonas. Una cifra que quieren superar y romper la barrera de los 100.000 con el lanzamiento de las nuevas colecciones de la marca.
Para poner en marcha la empresa, acudieron a la plataforma de crowdfunding Kickstarter, en la que recaudaron 360.000 euros con los que fabricaron sus primeras 7.000 zapatillas. “De esta forma evitábamos invertir dinero propio o acudir a otro tipo de financiación”, afirma Llaquet, consejera delegada de Saye. Luego dieron el salto a Indiegogo, otra plataforma de micromecenazgo, en la que estuvieron durante un año y medio y en la que recaudaron más de dos millones de euros. “Estuvimos mucho tiempo porque no nos atrevíamos a fundar nuestro propio e-commerce y desde ahí no corríamos riesgos con las ventas. Ahora pensamos que deberíamos haberlo hecho antes”, sonríe la cofundadora. Un paso que dieron en noviembre de 2019.
Las zapatillas que diseñan tienen en el color blanco y en el estilo ochentero sus señas de identidad, “porque nos gusta mucho la moda de esta década”, apostilla Llaquet. Las producen en una fábrica cerca de Oporto, en Portugal, “porque en España era caro y tampoco encontramos ninguna fábrica que se ajustara a los materiales que buscábamos”.
Tras la primera colección, llamada 89, que consta de seis modelos con detalles de distintos colores, ahora están inmersos en más proyectos con reinvenciones y nuevos lanzamientos. “Vamos a presentar próximamente una colección cápsula en la que los detalles de colores de las zapatillas del modelo 89 los vamos a hacer a partir de piel de mango. Un proceso novedoso que realiza una fábrica en Holanda y que se termina en Portugal”, añade.
También en julio han lanzado una colección vegana mediante preventa (hasta septiembre no estará físicamente) con la que han roto sus previsiones. “Encargamos solo 2.020 pares (solo una coincidencia con el año de lanzamiento) y hemos tenido que pedir 2.800 pares más”, añade. Unas zapatillas que están fabricadas con excedentes de la industria de la automoción, con algodón orgánico y con astillas de madera reciclada. Además, el exterior y el forro están hechos con PET reciclado que proviene de botellas de plástico y otros objetos que se tiran al contenedor amarillo. Para finales de año prevén lanzar un nuevo modelo llamado 95.
Durante estos dos años de vida han fabricado más de 40.000 pares de zapatillas con precios entre 130 y 135 euros el par que han repartido en 85 países. España supone solo el 4% de su mercado, mientras que su grueso está en la exportación a Alemania (32%), Gran Bretaña (15%) y Bélgica (11%), entre otros. Ahora se les ha sumado el mercado asiático con destinos como Taiwán, que durante el mes de junio les ha encargado 700 pares de zapatillas para uno de los minoristas de calzado más importantes del país. Una forma de venta en tienda física que, de momento, no se plantean ni en España ni en Europa. “No estamos en ese punto, ni tampoco tenemos intención de entrar en tiendas multimarca que vendan nuestro producto. De momento, solo online”, asevera Llaquet.
Una vía que ha crecido desde el confinamiento. “En este tiempo las ventas han aumentado considerablemente, debido, sobre todo, a los cambios de hábitos de compra del consumidor. Abril fue bueno, pero mayo fue mejor aún”, asegura. Con 11 empleados, en 2019 facturaron 1,5 millones de euros y hasta junio de este año la caja ha supuesto 1,2 millones. Un guarismo que esperan elevar hasta los 2,7 millones a finales de 2020, con un beneficio del 15,5%.