Locura por alquilar piscinas y terrazas a desconocidos
El miedo a los contagios dispara la demanda y la oferta de estos espacios, que pueden acoger hasta 25 personas
Nunca antes una piscina, un jardín o una terraza particular habían generado tanta demanda, y negocio, como ahora. El alquiler de estos espacios privados se ha disparado por el miedo a los contagios, sobre todo en bares y piscinas públicas, muchas de las cuales ni siquiera abrirán este verano.
Los inquilinos pagan por hacer uso de estos lugares y sus instalaciones (barbacoas, sofás, hamacas…) durante unas horas. Y, sobre todo, por estar seguros y sin restricciones de aforos. “La gente sig...
Nunca antes una piscina, un jardín o una terraza particular habían generado tanta demanda, y negocio, como ahora. El alquiler de estos espacios privados se ha disparado por el miedo a los contagios, sobre todo en bares y piscinas públicas, muchas de las cuales ni siquiera abrirán este verano.
Los inquilinos pagan por hacer uso de estos lugares y sus instalaciones (barbacoas, sofás, hamacas…) durante unas horas. Y, sobre todo, por estar seguros y sin restricciones de aforos. “La gente sigue teniendo un cierto recelo a la hora de reunirse en un bar, con gente desconocida y compartiendo baños públicos. Opta más por un espacio privado, solo para ellos y con gente que conocen muy bien; y si puede ser al aire libre, mucho mejor”, comenta Hilaire Besse, cofundador y director general de Hola Place, plataforma que nació hace tres años con el nombre de Átiko y que ha creado un sello para que los usuarios puedan identificar los espacios que han tomado medidas de seguridad frente al coronavirus. En cualquier caso, el gel desinfectante, el jabón o el papel desechable ya forman parte del paisaje.
A los anfitriones les salen las cuentas. A una media de 310 euros por evento, pueden ganar 930 euros con tan solo tres reservas al mes, en muchos casos más de lo que ingresan alquilando a turistas en Airbnb. Con siete reservas mensuales pueden superar los 2.100 euros. “Muchísimos propietarios se están dando de alta porque buscan una fuente de dinero extra, sobre todo los que tenían sus viviendas en Airbnb y se encuentran sin turistas, sin reservas y sin unos ingresos con los que contaban hasta marzo”, dice Besse.
El nuevo oro
Tiene toda la pinta de que piscinas, terrazas y parcelas ajardinadas son el nuevo oro en este primer verano de nueva normalidad. En Hola Place, una de las plataformas más veteranas del mercado, la demanda se ha triplicado con respecto al verano pasado. Y, cada día, entre 15 y 20 nuevos anfitriones publican sus espacios. El boom de reservas comenzó tras el anuncio de entrada en la fase 1 —se permitían las reuniones de 10 personas y desplazarse a segundas residencias en la misma provincia— de Barcelona, Madrid y Valencia, los mercados en los que opera de momento. “En junio se han superado las 2.500 peticiones. Hay registrados más de 550 anfitriones y 400 espacios activos”, comenta Besse.
Lo más demandado estos días son los jardines con piscina a las afueras —a unos 30 minutos— de las grandes ciudades, la mayoría para eventos familiares, celebraciones entre amigos y despedidas de solteros. El precio medio por alquilar durante seis horas una terraza para 25 personas está entre 275 y 310 euros. Si se supera el número de invitados o el tiempo, hay un coste extra.
Los hay más caros. En el barrio de la Concepción, en Madrid, se ofrece un jardín con piscina privada climatizada e iluminada, varios espacios para sentarse, dos mesas, tres tumbonas, sofás de obra, dos barbacoas, un aseo, cocina equipada para preparar aperitivos y cócteles, tostadora, nevera, horno, cubiteras individuales, cafetera y posibilidad de poner congelador para guardar bolsas de hielo. El coste es de 450 euros para 25 personas y seis horas, esto es, 18 euros por persona. La cuota para la limpieza es de 50 euros y la fianza, que luego se devuelve, es de 200 euros.
Plataformas como esta aconsejan moderar la cantidad de reservas un máximo de tres al mes, sobre todo cuando hay vecinos a los que pueden molestar los ruidos o la presencia de desconocidos. Aun así, los anfitriones son los que tienen la última palabra sobre sus anuncios, disponibilidad, precios y normas. Alex Pedrell quiere ser prudente este verano y ha reducido las reservas y el aforo a 18 personas —antes 25—. “Este año es más complicado por los vecinos y los contagios y ya no hago un evento cada semana como el año pasado, sino uno o dos al mes”, dice Alex, propietario de un ático en Barcelona que arrienda desde hace tres años en Hola Place. Alquila la terraza, con una superficie de 120 metros cuadrados, por 200 euros (seis horas).
Chapuzones en la intimidad
Pero en tiempos de pandemia y en pleno verano lo más codiciado son los chapuzones en casa ajena. Un filón. Entre otras cosas porque España es el segundo país europeo con mayor número de piscinas privadas: 1,2 millones. Por delante está Francia, con 2,5 millones, indica Anaïs Ferrández, directora de Comunicación de Swimmy. Esta start-up francesa especializada en el alquiler de piscinas, nace en 2017 y llega a España el verano pasado. Conocida como el Airbnb de las piscinas, ha triplicado el volumen de reservas y la cifra de negocio se ha multiplicado por ocho. Su cartera tiene más de 200 instalaciones repartidas por toda la geografía española, normalmente en chalés, y 1.400 usuarios. “Se alquilan por medio día (mañana o tarde) o por día entero, pero no se permiten dos jornadas seguidas.
El coste lo pone el propietario y oscila entre 10 y 25 euros por persona para media jornada; en el caso de Madrid ronda los 15 euros”, dice Ferrández. Cuanto más próxima está a una gran cuidad, más caro es su alquiler. “El precio no sube porque tenga barbacoa o campo de tenis, sino por la ubicación”, apunta.
Prueba del tirón del negocio es Piscilovers, una plataforma española que nace en abril de 2020, en pleno estado de alarma por el coronavirus. “Acercamos a usuarios dispuestos a disfrutar de piscinas privadas sin miedo a las restricciones y a propietarios que quieren facilitar estas piscinas para obtener un beneficio”, dice Sara Orozco. Acaban de arrancar, por lo que solo tienen unas 15 en cartera, aunque creciendo. El precio en este caso es por hora: va desde 15 hasta los 35 o 40 euros, aunque lo decide el anfitrión. “Nuestra oferta se basa en piscinas por toda España, en todo tipo de municipios. A unos kilómetros de las grandes ciudades, en pueblos cercanos”, explican en la firma.