Italia hizo lo mismo, pero dio 48 horas para que las empresas se preparasen

El Gobierno de Conte anunció el cierre de toda actividad un sábado, pero la medida entró en vigor el miércoles

Un Carabinieri cerca de la Plaza de San Pedro el 29 de marzoGIUSEPPE LAMI (EFE)

Italia anunció en la noche del sábado 21 de marzo al domingo 22 la suspensión de las actividades productivas no esenciales hasta el 3 de abril. En ese momento, el país registraba 53.578 casos de coronavirus y 4.825 fallecidos. El Gobierno de Giuseppe Conte, sin embargo, ofreció algo que no ha hecho el español: concedió a las empresas un plazo de 48 horas, hasta el miércoles 25 de marzo, para que las plantas de producción se prepararan para el cierre y dieran salida a las me...

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Italia anunció en la noche del sábado 21 de marzo al domingo 22 la suspensión de las actividades productivas no esenciales hasta el 3 de abril. En ese momento, el país registraba 53.578 casos de coronavirus y 4.825 fallecidos. El Gobierno de Giuseppe Conte, sin embargo, ofreció algo que no ha hecho el español: concedió a las empresas un plazo de 48 horas, hasta el miércoles 25 de marzo, para que las plantas de producción se prepararan para el cierre y dieran salida a las mercancías almacenadas.

La lista inicial de actividades imprescindibles que deberían seguir en funcionamiento abarcaba 80 categorías de grandes áreas como logística, transportes, fármacos, sanidad, energía o la agroindustria. En total, un 35% de las actividades productivas de Italia.

Algunos sindicatos vieron el repertorio de actividades en funcionamiento aún demasiado extensa, y pidieron reducir el número de personas que se desplazan para trabajar y reformular ligeramente la categoría de producciones esenciales, por lo que amenazaron con una huelga el 25 de marzo. Para evitar que eso ocurriera, los ministros de Economía y de Desarrollo Económico se reunieron con las principales organizaciones sindicales para reformular la lista de fabricas que seguirían en marcha. “Se ha retirado todo lo que no era esencial, dado el momento difícil que estamos viviendo”, anunciaron al unísono los sindicatos Cgil, Cisl y Uil.

El nuevo decreto excluye de las actividades esenciales la fabricación de maquinaria para la agricultura o para la industria alimentaria, por lo que deberán cerrar. Limita además la fabricación de papel y plásticos y la actividad de la ingeniería civil. Estas industrias han tenido también tres días, hasta el 28 de marzo, para adaptarse al cierre y distribuir su producción almacenada. El Gobierno además ha incluido otras actividades que al inicio no estaban contempladas y que podrán permanecer abiertas con limitaciones, como las entregas a domicilio o los centros de atención telefónica al cliente, que solo podrán recibir llamadas de asistencia y no realizar llamadas salientes.

La primera versión permitía además demasiadas excepciones, ya que las empresas esenciales para garantizar las cadenas de suministro estratégicas podían pedir autorización a la prefectura (similar a las delegaciones del Gobierno) para seguir abiertas. El Ministerio de Interior pidió el 27 de marzo a las prefecturas que consultaran cada solicitud con las organizaciones sindicales antes de tomar una decisión.

La suspensión paraliza la minería y las obras privadas ya iniciadas. Se mantienen, en cambio, las actividades de extracción de petróleo crudo y gas natural, así como actividades de servicios de apoyo para la extracción de gas natural y petróleo y la industria química funcionará con limitaciones. Se permite que se mantengan abiertos los estudios fiscales, de abogados y también de ingenieros y arquitectos.

Aquellas actividades que siguen abiertas deberán respetar el protocolo de seguridad para proteger la producción y a las plantillas de trabajadores, como se recoge en el acuerdo de la patronal y los sindicatos del pasado 14 de marzo. Los objetivos del pacto son proteger la salud y la seguridad de los trabajadores y garantizar un mínimo de producción. Para ello se incluyen medidas tales como la regulación de turnos, normas de higiene personal y equipos de protección, gestión de las áreas comunes, la limpieza y saneamiento de las zonas de trabajo o la posibilidad de adaptar el volumen de producción.

El gobernador del Banco de Italia, Ignazio Visco, ve aún prematuro hablar de posibles escenarios económicos. “No son tiempos de hacer previsiones, ya que las pueden hacer más los epidemiólogos que los economistas”, dijo. El Banco de Italia ha creado un grupo de trabajo para “tratar de entender los efectos económicos, las consecuencias y el modo de salir de esta crisis”. “Cuantas más familias y más empresas estén protegidas, más pronto podremos dar respuestas rápidas”, apuntó.

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