La economía del miedo
La Reserva Federal busca contener cualquier atisbo de pánico con su decisión de bajar los tipos de interés
La Reserva Federal estadounidense ha oficializado este lunes la grave amenaza que la epidemia del coronavirus supone para la economía estadounidense y para el crecimiento global. Después del desplome de los mercados la semana pasada, la Reserva ha dado un paso al frente y ha dejado clara su voluntad de atajar posibles interrupciones en las cadenas de producción. Pero por mucho que la rebaja del precio del dinero sirva para calmar a unos mercados su...
La Reserva Federal estadounidense ha oficializado este lunes la grave amenaza que la epidemia del coronavirus supone para la economía estadounidense y para el crecimiento global. Después del desplome de los mercados la semana pasada, la Reserva ha dado un paso al frente y ha dejado clara su voluntad de atajar posibles interrupciones en las cadenas de producción. Pero por mucho que la rebaja del precio del dinero sirva para calmar a unos mercados sumidos en la incertidumbre y aliviar parte de las presiones financieras que sufren las empresas como consecuencia de las respuestas a la epidemia, pocos expertos confían en que este tipo de estímulos puedan servir más allá del corto plazo.
Erik Nielsen, economista jefe global de Unicredit, utilizaba hace unas semanas un sencillo ejemplo para explicarlo. China, apuntaba, ha decretado el cierre de más de 70.000 salas de cine como medida para evitar la expansión del virus. Eso es lo que se denomina un shock de oferta y por mucho que se ponga dinero en el bolsillo de los consumidores y empresas, con una rebaja de los tipos de interés por ejemplo, eso no va a suponer un aumento de la venta de entradas. Puede, eso sí, aumentar el alquiler o la descarga de películas en casa “pero eso en términos de economía global apenas supone unas gotas en el océano”, subrayaba el economista danés.
La respuesta de las autoridades chinas a la expansión del coronavirus, con el cierre de fábricas y las restricciones de viaje impuestas a sus ciudadanos, ya ha debilitado la actividad económica de la segunda potencia mundial y de buena parte de sus socios comerciales, como reflejan los indicadores de actividad de febrero medidos por los PMI y la fuerte caída del turismo chino al exterior. Tanto que los principales organismos internacionales —OCDE, FMI, OMC— ya han alertado del impacto que tendrá sobre la economía el frenazo provocado por el virus y han rebajado sus previsiones de crecimiento para este año. Y solo estamos a marzo.
No cabe duda de que la liquidez adicional proporcionada con una rebaja de tipos puede mantener a las empresas en dificultades a flote por un tiempo, pero si las causas de esos problemas no cambian, ese aumento de liquidez puede acabar provocando un aumento de los créditos impagados y ya sabemos lo que eso significa. ¿Recuerdan la crisis de 2008?
Por eso la respuesta de la Reserva Federal debe interpretarse más en términos de lo que los expertos llaman la “economía del miedo”, el temor a que la propagación del virus continúe su expansión a gran velocidad por todo el mundo durante la primavera. Un extremo que la mayoría de los científicos descarta.
Si los ministros del G7 adoptaban por la mañana la máxima del esperar y ver y mostraban su disposición a actuar si fuera necesario pero sin dejar ver ninguna señal de acción coordinada entre las grandes potencias, Jay Powell no quiso dejar lugar a la duda. Con su decisión, inédita desde la crisis financiera, dejó clara su voluntad de contener cualquier atisbo de pánico.