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Cuando el gusto por la adrenalina se une a la preocupación por el medio ambiente

Los avances en sostenibilidad suman a la potencia y el diseño las demandas de unas leyes y una sociedad cada vez más exigentes con el impacto medioambiental

La Comisión Europea se ha fijado el año 2050 como límite para conseguir una economía neutra en carbono. Un esfuerzo común que contempla, entre otros plazos, la desaparición de los motores de combustión emisores de gases contaminantes. Múltiples ciudades europeas han establecido ya zonas de bajas emisiones y las normas respecto al impacto medio ambiental del parque automovilístico son cada vez más exigentes. En la carrera por ser los más rápidos, ya no cuenta solo la velocidad, sino también la capacidad de las compañías líderes a la hora de conseguir ser más sostenibles y adaptarse a los cambios que vienen. Y en esto, el diésel tiene aún mucho que decir.

Los mitos del diésel

La desinformación y las falsas creencias han permitido la difusión de una serie de bulos que siguen dañando la imagen de la tecnología diésel. Entre ellos, que contaminan más que ningún otro carburante, que la entrada a las grandes ciudades les estará vetada (o que deberán pagar un impuesto especial) e incluso que los vehículos de gasolina les superan ya en ventas.

En lo que a impacto medioambiental se refiere, el diésel le gana claramente la partida a la gasolina: Las emisiones de gases contaminantes de los motores turbodiésel Ingenium EURO 6 de Jaguar, por ejemplo, son significativamente inferiores a los motores de gasolina. Están fabricados en aluminio, lo que les hace más ligeros y energéticamente más eficientes, y desde septiembre de 2015 cuentan, como todos los vehículos de Jaguar, con un catalizador SCR (Reducción Catalítica Selectiva), un sistema que permite neutralizar la emisión de óxidos de nitrógeno a la atmósfera. En cuanto a la restricción de acceso a las grandes ciudades, “solo afectará, a partir de 2020, a los vehículos antiguos más contaminantes que no dispongan del dispositivo ambiental de la Dirección General de Tráfico”, según recuerda el Libro Verde del Diésel. Es decir, los de gasolina anteriores al año 2000 y los diésel matriculados antes del año 2006.

¿Y qué hay con las ventas? Lo cierto es que, a pesar de esa mala fama, los vehículos diésel siguen gozando de una gran demanda en España. Según datos de la Asociación Española de Fabricantes de Automóviles y Camiones (Anfac), el 48,3% de los vehículos matriculados en 2017 eran diésel, por un 46,6% de motores de gasolina y un 5,1% de híbridos y eléctricos. La inversión en innovación y desarrollo es, por tanto, más importante que nunca.

Objetivo: reducción de gases

Hablar de motores diésel en un contexto de sostenibilidad puede resultar extraño si se tiene en cuenta la mala publicidad que estos han recibido en los últimos años. Sin embargo, los esfuerzos de Jaguar por evolucionar hacia modelos más respetuosos con el entorno se han cristalizado en los motores turbodiésel EU6, en los que destacan un consumo de combustible un 20% mejor que los vehículos de gasolina, entre un 20 y un 25% menos de emisiones de dióxido de carbono (CO2), unos niveles de óxido de nitrógeno (NO) similares a estos y unos filtros altamente eficientes que eliminan el 99,9% de las partículas, incluyendo las ultrafinas. Es por ello que su etiqueta medioambiental ECO les permite acceder a zonas de bajas emisiones como la de Madrid Central y muchas otras repartidas por toda Europa.

Un futuro eléctrico

Poco a poco, las marcas han ido adaptando y actualizando su oferta con versiones híbridas o eléctricas, como es el caso del Jaguar I-PACE, el primer modelo completamente eléctrico de la marca británica, y aumentando sus propias exigencias en sostenibilidad para conseguir, sean cuales sean las necesidades de sus usuarios, modelos tan limpios como sea tecnológicamente posible.

Aunque el horizonte pertenezca a la tecnología eléctrica y estos vehículos vayan poco a poco abriéndose paso en el mercado, se trata de un futuro que no terminará de llegar hasta que las mejoras abarquen aspectos como el precio, la infraestructura de electrolineras en España y su eficiencia de carga. No obstante, el Gobierno de España mantiene, a día de hoy, su intención de poner fin a la matriculación y venta de vehículos emisores de CO2 en 2040, en un contexto internacional en el que la Comisión Europea se propone lograr una descarbonización completa de la Unión para 2050.

Los esfuerzos por implantar procesos más sostenibles no se limitan únicamente a los modelos de la marca. Según el último informe anual de sostenibilidad de la compañía, Jaguar ha conseguido una reducción del 32% en las emisiones medias de CO2 en 2015 respecto a 2007, y del 38% en la energía empleada por vehículo producido (en las fábricas de Reino Unido) en el mismo periodo. Y no se queda ahí: se han invertido más de tres billones de libras (3,4 billones de euros) en I+D, y en un solo año (hasta abril de 2016) se recuperaron más de 50.000 toneladas de basura de aluminio que se reutilizaron en fabricar unas 200.000 carrocerías del Jaguar XE.

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