Manning cuestiona la legalidad del tribunal

El soldado acusado de filtrar secretos a Wikileaks comparece por primera vez - Su abogado recusa al juez militar por "parcialidad" en la vista preliminar

El inicio de la causa militar contra el soldado Bradley Manning se convirtió ayer en una disputa sobre las intenciones del Gobierno norteamericano respecto al portal de revelación de secretos Wikileaks y su fundador, Julian Assange. Manning compareció a las nueve de la mañana (tres de la tarde en la España peninsular) con semblante serio, luciendo su uniforme de camuflaje del Ejército de Tierra y grandes gafas graduadas de color negro. Flanqueado por sus abogados, se limitó a responder a dos preguntas. Inmediatamente, su letrado dejó a un lado las circunstancias del caso y se dedicó a criticar...

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El inicio de la causa militar contra el soldado Bradley Manning se convirtió ayer en una disputa sobre las intenciones del Gobierno norteamericano respecto al portal de revelación de secretos Wikileaks y su fundador, Julian Assange. Manning compareció a las nueve de la mañana (tres de la tarde en la España peninsular) con semblante serio, luciendo su uniforme de camuflaje del Ejército de Tierra y grandes gafas graduadas de color negro. Flanqueado por sus abogados, se limitó a responder a dos preguntas. Inmediatamente, su letrado dejó a un lado las circunstancias del caso y se dedicó a criticar duramente al Pentágono por abrir la vía a un consejo de guerra que calificó de injusto, y al Departamento de Justicia, por querer utilizar a Manning como un instrumento para perseguir a Assange.

El magistrado solo permite declarar a 4 de los 38 testigos de la defensa
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En el gesto serio, casi amargo, de Manning no quedaba ya rastro del joven de apariencia cándida de sus fotos personales que circulan por Internet, tomadas hace más de dos años. Su gesto revelaba tensión y su voz sonaba como la de un adolescente. La de ayer era la primera ocasión en que abandonaba una prisión desde que llegara esposado a EE UU, el año pasado. Fue detenido en mayo de 2010 en Irak, después de confesar a un hacker que había sustraído cientos de miles de documentos de las redes clasificadas del Pentágono. Esos documentos acabaron en poder de Wikileaks, que facilitó muchos de ellos a diversos medios, entre ellos EL PAÍS.

El abogado civil de Manning, David Coombs, comenzó el juicio tratando de dinamitarlo. Le pidió al magistrado, el teniente coronel Paul Almanza, que se inhibiera, lo que el juez rechazó. Almanza es juez militar en la reserva y fiscal en el Departamento de Justicia. En estos procedimientos debe decidir si hay pruebas suficientes para que se abra un consejo de guerra. En su alegato, Coombs sugirió que el juicio a Manning es en realidad el preludio a una futura causa contra Assange. Un juzgado de Virginia está investigando por orden de Justicia el caso de las filtraciones de Wikileaks.

"No se puede decir que esa investigación sea justa cuando usted trabaja para el Departamento de Justicia, que ha abierto su propia causa criminal en este caso", le dijo Coombs al magistrado. "En esas indagaciones se ha citado a numerosos testigos, y el Departamento de Justicia podría ofrecerle a mi cliente que se declare culpable, para llegar a un pacto por el que se le rebaje la condena si testifica contra Assange. Dada esa conexión, usted no puede encargarse de la investigación fiscal en este caso. No es imparcial".

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La pena máxima a la que se enfrenta Manning es la de muerte. El Pentágono, sin embargo, ha dado indicaciones de que se limitaría a pedir cadena perpetua. Esa es la idea que defendió ayer el abogado Coombs, que trató de presentar estos prolegómenos del consejo de guerra como un mero instrumento accesorio de una causa de mayor envergadura, emprendida por la Casa Blanca y el Departamento de Justicia contra Wikileaks y Assange, que se encuentra en Reino Unido tratando de evitar su extradición a Suecia, país que le reclama por delitos sexuales.

La de ayer era una vista preliminar, en la que los abogados debían convencer al magistrado sobre si es adecuado o no proceder con el consejo de guerra, pero el abogado defensor hizo un alegato contra el Gobierno y el Pentágono. Coombs, veterano de guerra, saltándose la rigidez militar de los letrados, se paseó por el estrado, cargó contra el magistrado y se dirigió a los asistentes (que eran simplemente público invitado) con dramatismo y como si fueran miembros de un jurado. "¿A quién se está dirigiendo usted, abogado?", le acabó preguntando el magistrado militar.

La fiscalía aportará al caso 20 testigos. La defensa solicitó 38, pero asegura que solo le autorizaron cuatro, y dos de ellos fueron aceptados por el magistrado pocas horas antes del arranque formal del procedimiento. Manning había pedido que testificaran superiores y compañeros, psiquiatras, personal del penal en el que estuvo aislado en Virginia y miembros del Gobierno.

El magistrado Almanza, sin embargo, rechazó a la gran mayoría y solo aceptó declaraciones juradas de algunos de ellos. "Parece que se trata de gente demasiado importante para testificar", le espetó el abogado Coombs. "Si no, no entiendo por qué no permite que llamemos a declarar a tenientes generales, a almirantes y a vicealmirantes". La defensa también había pedido que el inicio de este juicio se celebrara a puerta cerrada, en un intento de restar protagonismo al soldado en el caso de las filtraciones, que sigue investigando el Gobierno.

Mientras repasaba documentos y tomaba notas, Manning aparecía ayer como alguien muy distinto del joven débil y torturado que su abogado había retratado en diversas denuncias públicas, durante sus nueve meses de aislamiento en una prisión de la base de Quantico, en Virginia. Entonces Coombs y diversos conocidos de Manning, que le visitaban en prisión, aseguraron que mostraba un comportamiento errático y que parecía sufrir una depresión. Hoy Manning cumple 24 años.

Un cartel en apoyo al soldado Bradley Manning en la valla de Fuerte Mead, donde ayer comenzó el juicio contra él.CHIP SOMODEVILLA (AFP)

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