Análisis:ANÁLISIS | Vida & Artes

Una herida de mediana intensidad

Tras las promesas que trajo la Constitución, la desigualdad sigue doliendo a los españoles como una herida que no cierra. Algunas formas son ahora peores o hay más consciencia de ella. Los jóvenes son los grandes damnificados de la crisis económica y, junto a ellos, los parados de toda edad y condición que no encuentran un lugar donde integrarse a la estructura productiva. Los inmigrantes, los ancianos y los enfermos insuficientemente cubiertos por la protección social forman ahora colectivos en los que la desigualdad adopta nuevas formas de manifestación. Sin embargo, según el barómetro del C...

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Tras las promesas que trajo la Constitución, la desigualdad sigue doliendo a los españoles como una herida que no cierra. Algunas formas son ahora peores o hay más consciencia de ella. Los jóvenes son los grandes damnificados de la crisis económica y, junto a ellos, los parados de toda edad y condición que no encuentran un lugar donde integrarse a la estructura productiva. Los inmigrantes, los ancianos y los enfermos insuficientemente cubiertos por la protección social forman ahora colectivos en los que la desigualdad adopta nuevas formas de manifestación. Sin embargo, según el barómetro del CIS del pasado septiembre, la mayor parte de la gente (el 73%) dice que nunca se ha sentido personalmente discriminada por ningún motivo. La discriminación por género es la causa más citada por quienes han sufrido algún tipo, más que la de clase social. Lo que le confiere importancia social y política es que las mujeres la citan (13%) con una frecuencia 22 veces mayor que los varones (0.6%).

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Según el CIS, la percepción de las desigualdades entre hombres y mujeres tienen una intensidad media. En un índice que tuviese cuatro puntos como máxima puntuación y uno como mínima, las diferencias de clase (son las más altas) puntuarían 2,96, las de los inmigrantes 2,72, y las de género 2,45. Entre quienes se definen de izquierdas es algo más frecuente que consideren que las desigualdades entre hombres y mujeres son grandes o muy grandes que entre quienes se definen de derechas, pero las diferencias no son enormes (2.78 y 2.33, respectivamente).

Los españoles creen que las mujeres están peor en todo lo que tiene que ver con el trabajo remunerado, que es la base de la independencia económica y de buena parte de los derechos. Por amplia mayoría señalan que ellas están peor en salarios, en perspectivas de promoción profesional, en oportunidad de encontrar empleo, en estabilidad laboral, en acceso a los puestos de responsabilidad en las empresas y en la posibilidad de compaginar la vida laboral y familiar. El 65% de los hombres frente al 78% de las mujeres afirma que los salarios de las segundas son peores.

Respecto a la actividad política, casi empatan quienes creen que están peor con quienes creen que están en similares condiciones, pero solo un 3% cree que las mujeres estén mejor. El único aspecto en el que la opinión pública coloca a las mujeres en igualdad con los hombres es en el acceso a la educación.

Aunque haya una coincidencia básica en la percepción de la desigualdad (con independencia del género y la ideología), se pierde ante las medidas propuestas para reducirla. La sanción a las empresas que paguen menos a las mujeres por igual trabajo levanta fuertes adhesiones; solo el 8% se opone. Con holgada mayoría, se acepta promover por ley la presencia de mujeres en la dirección de empresas. En cambio, una medida de discriminación positiva como imponer que en igualdad de formación y experiencia se contrate antes a una mujer, recibe un 64% de oposiciones. La presencia equilibrada y obligatoria de hombres y mujeres en listas electorales y altos cargos públicos, tiene un 58% de apoyo.

María Ángeles Durán es profesora de Investigación del CSIC

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