Un trabajo del CSIC pone cerco al dolor más intratable

La medicina está un paso más cerca de poner fin al dolor neuropático (el que se origina por daño en los nervios), ese que hace insoportable la vida a casi cuatro millones de personas, según la Sociedad Española del Dolor (SED). Los tratamientos habituales (antiepilépticos, antidepresivos, opiáceos y analgésicos de alta intensidad como la morfina) no son del todo eficaces y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto por qué. Los investigadores han hallado un mecanismo molecular que reduce el efecto analgésico de los opiáceos. "Este es el principio para empezar a di...

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La medicina está un paso más cerca de poner fin al dolor neuropático (el que se origina por daño en los nervios), ese que hace insoportable la vida a casi cuatro millones de personas, según la Sociedad Española del Dolor (SED). Los tratamientos habituales (antiepilépticos, antidepresivos, opiáceos y analgésicos de alta intensidad como la morfina) no son del todo eficaces y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha descubierto por qué. Los investigadores han hallado un mecanismo molecular que reduce el efecto analgésico de los opiáceos. "Este es el principio para empezar a diseñar fármacos más selectivos y eficaces", ha dicho Javier Garzón, director del estudio.

La mayor parte de los dolores se pueden combatir con la farmacología actual. Pero en el caso del neuropático puede ser insuficiente. Es el dolor "más rebelde" de todos, explica Garzón, quien junto a su equipo del Instituto Cajal pretende que se revierta esta situación. "Hay que generar mayor conocimiento, sobre todo para rescatar a los pacientes crónicos", dice el neurólogo. "Son personas válidas desde el punto de vista social y a los que no se les puede sedar como a enfermos terminales".

Hasta la sábana duele

Se refiere a un 85% de personas que se ven condicionadas de forma extrema por el dolor, según Efe, y que solamente les queda la opción de aumentar las dosis y prolongarlas en el tiempo. Son pacientes que no pueden llevar una vida normal. Y sienten una sensibilidad tan extrema que, en casos graves, hasta el simple roce de una sábana puede ser insoportable, como le ocurre a Carmen García, de 63 años. "Este dolor es lo que le ha quedado después de padecer herpes zóster", explica su marido, José Diniz, secretario de la Asociación de Pacientes con Dolor Neuropático.

El tratamiento de opioides no solo no es eficaz, sino que desencadena efectos secundarios que interfieren en otras funciones neurales: alucinaciones, somnolencia, depresión respiratoria, erupción cutánea, e incluso pueden conducir al coma (en casos extremos). No hay que olvidar la tolerancia que desarrolla el paciente.

La frustración de los pacientes contagia a los profesionales, que se ven incapaces de poner freno a este calvario. Un estudio que presentó la SED ayer, Día Mundial contra el Dolor, destaca la "falta de formación de los especialistas en las Unidades del Dolor".