Columna

¡Qué horror, un pintor!

Media España debate sobre asuntos fundamentales: si pitaron más o menos que otras veces a Zapatero en el desfile de las Fuerzas Armadas, si Patxi López debería ir a la conferencia de paz o a EE UU, si la agencia Moddy's es un remake de los Moody Blues (aquellos de las noches en blanco satén, ¡toma ya!), si Portugal está peor o mejor que Grecia o viceversa, si el virus afecta a España o si Berlusconi salvará su enésima moción de confianza, que en el fondo no es sino la desconfianza elevada a la categoría de necesidad o sometimiento. Y de qué hablaron Rubalcaba y Rajoy, como si tuvieran a...

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Media España debate sobre asuntos fundamentales: si pitaron más o menos que otras veces a Zapatero en el desfile de las Fuerzas Armadas, si Patxi López debería ir a la conferencia de paz o a EE UU, si la agencia Moddy's es un remake de los Moody Blues (aquellos de las noches en blanco satén, ¡toma ya!), si Portugal está peor o mejor que Grecia o viceversa, si el virus afecta a España o si Berlusconi salvará su enésima moción de confianza, que en el fondo no es sino la desconfianza elevada a la categoría de necesidad o sometimiento. Y de qué hablaron Rubalcaba y Rajoy, como si tuvieran algo interesante que decirse. Media España habla de eso.

La otra media de si Belén Esteban ha roto o no con su marido, de la noche de bodas de la duquesa de Alba y Alfonso X, perdón, digo Alfonso Díez; de si Bojan y Messi son primos lejanos, de Black Berry y su apagón y de las primas millonarias a los directivos de cajas en crisis (siempre tarde, como corresponde a la Administración), siempre cuando ya casi no tiene remedio, cuando no se impone el carácter retroactivo, cuando el pescado está vendido y la pescadería cerrada por vacaciones.

Eso, aparentemente, es lo que hay. Bueno, eso y que España es futbolísticamente la mejor, y que Amorebieta es el nuevo icono venezolano y que los recortes sociales crecen y crecen y crecen. Y suma y sigue. Y suma y sigue.

Y ¡zás! de pronto te das cuenta de que hay vida en este planeta. Que hay colas en el Museo de Bellas Artes para ver la antológica del pintor Antonio López. ¡Qué horror, un pintor!, un artesano del arte, sucio el mandil o la camisola y la cabeza llena de pájaros en un tiempo en el que prevalecen las jaulas, de oro, de plata, de bronce, de mierda seca.

Bilbao se ha vuelto loco. ¿Colas para ver la exposición de un pintor que además tiene la desfachatez de firmar sus cuadros como Antonio López, tan vulgar, tan poco chic; un tipo de Tomelloso (Ciudad Real) que nació en plena guerra civil, que buscó y rebuscó en el arte, que busca y rebusca y a veces encuentra, y a veces no. Y que se da cuenta de que encuentra y de que no encuentra. Y lo sabe. Y no lo oculta.

Me decía una compañera periodista de una radio bilbaína que antes de entrevistar a Antonio López charlaba con él sobre el tema de los desahucios (todo venía a cuento de lo del caserío Kukullaga) y Antonio, con esas hechuras pequeñitas que engrandecen aún más su inteligencia, le decía: "Mira, por más vueltas que le doy, no entiendo nada de lo que está pasando. Me supera". Lo dice un pintor que se enfrenta día a día al lienzo en blanco, y quizá por eso, nos entiende a los que nos enfrentamos día a día a la vida en blanco. Y por eso nos entendemos. Y por eso hacemos cola en el Museo de Bellas Artes. Somos raros. Tanto que nos importa el arte. ¿Bobos?, bueno, pues vale.

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